La UE ultima su estrategia para competir con China y EEUU con la economía española como la primera de la clase
Bruselas recoge el guante del plan Draghi (que propone reformas e inversiones anuales de 800.000 millones) y presentará en los próximos días su iniciativa para ganar competitividad y cerrar la brecha tecnológica y productiva ante el regreso de Trump a la Casa Blanca.
Madrid-
La UE ultima su Competitiveness Compact Initiative. La quiere presentar en enero. Días antes de que Donald Trump retome las llaves de la Casa Blanca. Como si de un propósito de enmienda se tratase, el nuevo Ejecutivo comunitario ha decidido iniciar su legislatura configurando la hoja de ruta que pergeñó el expresidente del BCE, Mario Draghi, en septiembre, y que se propone el desafío geoestratégico de suturar la brecha tecnológica, productiva y competitiva que se ha abierto con EEUU y China. Además de aumentar la seguridad económica de su mercado interior y rebajar su dependencia energética con el exterior.
El doble proceso de transformación tecnológico-digital y renovación del patrón de crecimiento hacia las emisiones de CO2 en el ecuador del siglo se completará, además, semanas después, en el último tramo de febrero, con el Clean Industrial Deal, llamado a acelerar la reconversión de la actividad manufacturera, con recursos y subsidios destinados a relocalizar centros productivos y asegurar el abastecimiento de materias primas vitales para garantizar el salto en innovación y hacia la sostenibilidad como los minerales raros y bienes elaborados como los chips. En una fase en la que la versión Trump 2.0 prenderá la mecha de las subidas arancelarias y el proteccionismo comercial. Medida que no se aproxima precisamente a la doctrina neoliberal del libre mercado.
Europa se prepara para ataques comerciales 'trumpistas'
El segundo mandato de Ursula von der Leyen busca con esta doble iniciativa instaurar una táctica que se desmarque de la probable maniobra de decoupling comercial, tecnológico y geopolítico que la Administración Trump parece querer forzar entre EEUU y China y sustituirla por la opción de un de-risking. O reducción de riesgos dentro de una relocalización ordenada y vinculada a la seguridad económica territorial. En este caso, del mercado interior. Mientras acelera el tránsito energético de las renovables –el otro decoupling o fragmentación entre las fuentes limpias y las fósiles– para recortar el 90% de los gases de efecto invernadero en 2040. Un objetivo aún más ambicioso, después de que la llamada taxidermia verde europea apostara por una corrección del 55% de CO2 que emite a la atmósfera en 2030.
El FMI ha incidido en esta urgencia. Europa necesita coordinar más activamente sus políticas industriales para evitar la “fragmentación geopolítica” y consolidar su “seguridad económica”, fortalecer su productividad y acelerar su cambio de paradigma tecnológico y su transición verde, dice un reciente análisis de Alfred Kammer, su director para Europa, que deja un nítido mensaje keynesiano para justificar los desembolsos, de hasta 800.000 millones de euros, que reclama el informe Draghi y sustenta el de su colega italiano, también ex primer ministro, Enrico Letta. “Las ayudas estatales de los socios se han triplicado en la última década, alcanzando el 1,5% del PIB, casi todas dirigidas a las innovaciones tecnológicas enfocadas a la eficiencia energética, con unos resultados excelentes en Francia, Alemania, Italia y España”. Ahora, como sugiere Draghi, es el momento de “continuar con estas políticas”.
España aborda aguas en calma tensa con vigor exportador (…)
La economía española, además, navega por aguas más tranquilas que las del resto de potencias del euro. Esencialmente, por su mejor rédito macroeconómico. The Economist la reconoce como la nación de rentas altas que mejor se ha comportado en 2024. Y el FMI lleva tres ejercicios en los que sitúa al cuarto mercado monetario europeo como uno de los grandes propulsores del vigor de la órbita industrializada. El dinamismo es el canalizador de este fiable cuadro de mando, que se ha distorsionado sin remedio en el eje franco-alemán.
España mantiene un equilibrio inaudito, tanto en el orden doméstico como en el exterior. Tanto, que no tiene parangón en su historia económica reciente, donde ha brillado por su ausencia el protagonismo en la esfera mundial. Las ventas de mercancías y servicios –dicen Coral García y Blanca Jiménez, analistas de Situación Económica del Banco de España en un reciente estudio- en otros mercados desde el colapso crediticio de 2008 registran un incremento del 50%. Hasta 2023, con repuntes crecientes a medida que ha progresado este decenio y medio. En concreto, un impulso de 13 puntos, que ha propiciado un aumento del 26% al 39% del peso exportador en relación al PIB, y que ha sido, además, “generalizado por productos y destinos”.
Aunque sus visiones panorámicas dejen un aviso a navegantes: la amenazante “fragmentación de los flujos comerciales internacionales podría suponer un riesgo para la evolución futura de las exportaciones”, a pesar de haber registrado un ritmo de crecimiento “muy superior al del resto de grandes potencias de la eurozona”. De hecho -alertan-, “el peso de las ventas exteriores en relación al PIB ya es mayor en España que en Italia o Francia, y solo se queda a nueve puntos básicos del de Alemania”, la mitad de la brecha que tenía con respecto a la locomotora europea en 2008.
Todo ello, ha cambiado sustancialmente al sector exterior, que alcanzaba al término del tercer trimestre de 2024 -último dato contabilizado- las 44.838 empresas con certificaciones de ventas regulares en el trienio precedente, un 4,8% más que en el mismo periodo de 2023 y por encima del censo de todo el ejercicio anterior. También el valor de sus exportaciones creció hasta llegar al 96,1% del total, según el Icex.
De ahí que no sorprenda que España haya dado un sorpasso a Alemania como país con mayor dinamismo exportador de Europa. Un acontecimiento notable, si se tiene en cuenta que en 2007 el déficit comercial español rozó el 6% del PIB. Ahora, aporta un 4,4% al PIB, tasa que supera al 3,8% de Alemania, al 2,1% de Italia y a los números rojos, de casi un 1%, de Francia.
(…) y dinamismo doméstico de sectores innovadores
Por si fuera poco, aparecen nuevos motores económicos. El Observatorio Sectorial de CaixaBank Research detecta un inusual dinamismo de las actividades TIC, profesionales y científicas, bajo un “crecimiento expansivo” de casi todos sus segmentos de producción en 2024, aseguran sus expertos, que inciden en que la actividad presenta “muy pocas excepciones” a este dinamismo.
Esta herramienta del servicio de estudios de CaixaBank, que aglutina indicadores sectoriales y el mercado laboral, muestra que “se ha reducido el número de segmentos en debilidad y que han aumentado las industrias en expansión”, gracias a la progresiva absorción de los shocks a los que se ha enfrentado empresas y consumidores en el actual ciclo de negocios post-covid.
“La mejora respecto a 2023 queda plasmada en el hecho de que siete sectores se encuentran, al término de 2024, en tasas positivas”, cuando el año pasado “únicamente registraban vigor dos de ellos: construcción y fabricación de material de transporte”, y hasta ocho -en concreto, uno de cada tres- estaban en contracción.
El Observatorio destaca el intenso fragor experimentado por los servicios de alto valor añadido, como el vinculado a la Información y las Comunicaciones -el TIC- y las actividades profesionales, científicas y técnicas, segmentos que, además, cada vez venden más al exterior y ofrecen un alto potencial de crecimiento, explican sus expertos. Al igual que ramas como la manufacturera, la industria química, la farmacéutica o la papelera, que registran fuertes avances, impulsadas por el descenso de la factura energética y el incremento de las exportaciones.
Europa ensancha su brecha de competitividad con EEUU
El Instituto Elcano certifica en un reciente estudio de sus investigadores Judith Arnas y Enrique Feás, los visos de veracidad del diagnóstico de Draghi y los temores de la Comisión al analizar nueve Indicadores Clave de Resultados (ICR) económicos. La UE -afirman- se está quedando atrás en el ámbito de la economía y de la tecnología, al constatar “un aminoramiento en su comercio de servicios”, lo que apunta a “barreras regulatorias y administrativas en el mercado único”, a pesar de superar a EEUU en inversión privada, medida como porcentaje del PIB, debido a su menor capacidad de captación del capital riesgo que se relaciona con el desarrollo de firmas punteras.
También está ligeramente por detrás de su socio transatlántico en inversión pública, aunque su sostenibilidad fiscal es mejor; gasta menos en I+D+i, lo que reduce su potencial de crecimiento; registra mayores usos de energías renovables que se diluyen por sus mayores costes energéticos en los sectores industriales y capacidad de reciclaje de materiales -si bien aún demanda mejoras productivas y de eficiencia- y se muestra muy por debajo en digitalización; sobre todo, de pymes.
Estos son los déficits que distancia a las empresas europeas en su búsqueda de competitividad en cada uno de los nueve parámetros que baraja la Comisión en su próximo informe oficial:
Mercado Único. Aunque en 2023 cumplió 30 años, el comercio de servicios (extra-UE) en porcentaje del PIB es 30 puntos inferior al de bienes (el 14,7% del PIB frente al 50%). Mientras, en EEUU sólo representa el 6,3% del PIB. Además, únicamente una de cada cuatro grandes empresas europeas ofrece ventas transfronterizas online dentro de la UE (y menos de un 10% de las pymes).
Acceso a capital privada. La inversión privada llega en la UE al 19,3% del PIB, casi dos puntos más que la de EEUU (17,5%) en 2022, con perspectiva de mantenimiento por los fondos Next Generation. Pero existe una fuerte heterogeneidad entre los socios en un componente que va desde el 10,1% en Grecia hasta el 22,8% en Hungría y una brecha palpable en capital riesgo, motivo de la escasa presencia de unicornios -firmas de base innovadora que comienzan siendo start-ups y que acaban con valoraciones superiores a los 1.000 millones de euros- en el tejido empresarial europeo.
Inversión pública e infraestructuras. EEUU ha ido corrigiendo sus menores recursos para la modernización de sus redes de energía y transporte, debido a su billonario plan federal de infraestructuras. Sin embargo, Europa disfruta de un mejor posicionamiento fiscal para abordar nuevos programas dado que su deuda se sitúa 40 puntos por debajo de la estadounidense.
Investigación e innovación. La UE no está bien posicionada: el gasto en I+D sobre el PIB en EEUU es 1,5 veces superior. Ni en patentes por millón de habitantes, muy lejos de Corea del Sur y Japón. La UE debería hacer mayores esfuerzos de transferencia tecnológica, fomentando el paso del laboratorio a la fábrica.
Energía. Europa hace mejor y más uso de las renovables, pero sus recibos de luz son mucho más caros y muestra una alta dependencia de fuentes externas. De igual modo, el gas natural tiene un excesivo peso en la industria (31%) y en el mix eléctrico.
Circularidad. Parámetro esencial para abordar la escasez de materias primas. La UE muestra un gran potencial de reciclaje en materias como el cobre, el zinc y el aluminio, pero muy poca o prácticamente nula en otros materiales.
Digitalización. La Comisión ha fijado como objetivo que un 90% de sus pymes cuente con un nivel digital básico en 2030. Pero la media en 2023 estaba 30 puntos por debajo de esta meta. Y las perspectivas no son halagüeñas. La Década Digital de la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data apunta a que sólo un 66% de las empresas utilizarán la nube, un 34% Big Data y un 20% IA, lejos del del 75% de 2030.
Educación y talento. Sólo algo más del 25% de la población cuenta con competencias digitales mínimas. Y únicamente el 4,6% de la población con empleo entre 15 y 74 años son especialistas TIC.
Comercio y autonomía estratégica. Europa supera a EEUU en cuota exportadora, con un 14,6% y un 10%, respectivamente. Pero su superávit por cuenta corriente podría llegar a ser negativo en la zona euro, en la medida en que el área monetaria única estaría exportando su ahorro a otras jurisdicciones, financiando así su consumo e inversión, en detrimento de necesarias inversiones europeas.
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