MADRID. -"El TTIP es la respuesta de las multinacionales y el capitalismo occidental al cambio del mundo". Esta definición poco ortodoxa pero muy gráfica del Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP por sus siglas en ingles) que negocian la Unión Europea y Estados Unidos aportada por Carlos Martínez, miembro de Attac, resume a la perfección el espíritu que presidió la celebración en Madrid de la Jornada de Resistencia transatlántica contra el TTIP, acto organizado por Equo y Los Verdes Europeos para denunciar los excesos y los abusos de un Tratado de Libre Comercio que las grandes mutinacionales y corporaciones industriales quieren imponer por encima de los intereses de la ciudadanía.
"Quieren que trabajemos como chinos, tengamos los mismos derechos que los chinos y cobremos como chinos"
El acto estuvo dividido en dos debates, o paneles, con expertos moderados por Florent Marcellesi, portavoz de EQUO en el Parlamento Europeo. Todos los expertos que aportaron su visión coincidieron en criticar al TTIP por su falta de transparencia, por el oscurantismo con el que se están llevando las negociaciones y el escaso sentido democrático de esta acuerdo que se sigue negociando pese a que como reconoció Marcellesi la oposición, sobre todo en Europa, es cada vez mayor. "Esta es una lucha que podemos ganar. Esto hace un año era impensable", afirmó el eurodiputado de Equo.
En el primer debate la protagonista fue Thea Lee, representante de la Federación Estadounidense del Trabajo y Unión de Organizaciones Industriales (AFLCIO), la mayor federación sindical de Estados Unidos. Lee explicó el impacto del TTIP en el empleo y cómo se está articulando la resistencia al Tratado en Estados Unidos.
"Obama pensaba que iba a ser más fácil, pero la resistencia del movimiento sindical ha sido grande", afirmó Lee antes de denunciar que los Tratados de Libre Comercio, y puso de ejemplo el NAFTA (El Tratado de Libre Comercio en América del Norte) son muy invasivos con las leyes de los Estados.
La sindicalista estadounidense denunció que de ser aprobado, el TTIP traerá menos protección social y menos derechos laborales porque "las grandes multinacionales quieren eliminar barreras y no quieren tener que lidiar con normativas y legislaciones diferentes en cada país". Además, este tipo de acuerdos, dijo Lee, suelen hacerse a la medida de los llamados inversores.
Lee denunció que son las grandes multinacionales las que suelen marcar las reglas en este tipo de tratados comerciales y que entre esas reglas no se incluyen los derechos de los trabajadores pese a que públicamente digan lo contrario y se justifique diciendo que se creará empleo. "El gran argumento de los defensores del TTIP es que creará empleo porque traerá crecimiento económico pero en Estados Unidos llevamos creciendo seis años y los salarios se han estancado y ha aumentado mucho la desigualdad. EL TTIP creará empleos en algunos sectores y los destruirá en otros. Es mucho sufrimiento para tan poco".
Florent Marcellesi incidió en este aspecto: "El TTIP destruirá empleos de calidad en una zonas del mundo y para crearlos de baja calidad en otra parte". "Quieren que trabajemos como chinos, tengamos los mismos derechos que los chinos y cobremos como chinos", sentenció Carlos Martínes a guisa de conclusión.
Ante este escenario, Lee abogó por fomentar la cooperación entre los sindicatos a los dos lados del Atlántico y apostar por la transparencia.
Juan Manuel del Campo, responsable de Política Sectorial en la Federación de Servicios de Comisiones Obreras, explicó cómo afectaría el TTIP al mercado laboral español y a los servicios. Del Campo defendió el papel redistribuidor del Estados y afirmó que en Europa "queremos hacer una sociedad para las personas y no para las corporaciones".
El miembro de CCCO denunció el llamado ISDS, el mecanismo de arbitraje que quiere introducir el TTIP, un tribunal ad hoc donde las corporaciones puedan denunciar a los Estados. También fue muy crítico con la intención de homogeneizar las normativas europeas y estadounidense (es el llamado mecanismo de cooperación reguladora), lo que según el sindicalista español provocará una rebaja de los derechos laborales, por ejemplo.
Para Cuca Hernández, miembro de la Campaña del TTIP, incidió en las mismas críticas que sus compañeros: la falta de transparencia y la falta de democracia, sobre todo en lo que se refiere al ISDS y la cooperación reguladora: "Son procedimientos supranacionales que pretenden invalidar la democracia".
El segundo debate se centró en cómo afectará el TTIP a los servicios públicos, la energía, la alimentación, el bienestar animal y el modelo de democracia.
Abrió el fuego Carlos Martínez para quien el principal defecto del TTIP es su falta de transparencia y ese tribunal de arbitraje que deja a los ciudadanos indefensos antes los intereses de las grandes multinacionales. Martínez recordó que los Tratados de Libre Comercio "tienen mala fama y han fracasado en otros países". El miembro de Attac apuntó, además, que "en el mundo hay ya 40 ISDS, pero es posible hacerles frente. El ISDS supone la privatización de la Justicia". Y es que para Martínez, "las multacionales quieren robarnos las leyes del Estado Social de Derecho".
Sandra Espeja, responsable de Agricultura y Alimentación de la Asociación Amigos de la Tierra, se centró en el impacto que tendrá el TTIP sobre el sector de la alimentación y la agricultura. Para esta experta equiparar la legislación europea a la estadounidense, mucho más laxa en materia de seguridad alimentaria, etiquetado, información al consumidor y de control de calidad, supondrá un error: permitirá que a Europa lleguen más transgénicos, alimentos de peor calidad, peor tratados y más inseguros. En definitiva, una pérdida de derechos de los consumidores.
Pablo Cotarelo, miembro del Observatorio de la Deuda de la Globalización, habló del impacto del TTIP sobre la energía. Su principal conclusión es que con este Tratado aumentará las emisiones de dióxido de carbono, lo que impedirá a la UE cumplir sus compromisos medioambientales.
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