Este artículo se publicó hace 7 años.
Sangría de deslocalizaciones en las autonomías con régimen fiscal propio
Canarias y Euskadi llevan casi una década viendo emigrar a más empresas de las que atraen, un proceso que lleva camino de cronificarse en Navarra mientras Madrid sigue creciendo y en Catalunya se atenúa el ritmo de salida iniciado con la crisis
-Actualizado a
ZARAGOZA. - Las comunidades autónomas con régimen fiscal específico como Canarias, Navarra y Euskadi están sufriendo un constante proceso de deslocalización que les ha llevado a perder la domiciliación de cientos de empresas desde el inicio de la crisis, según indican los datos del Radar Empresarial de Axesor, la principal agencia española de ráting y monitorización de sociedades.
Estas tres comunidades, señaladas en ocasiones como pseudoparaísos fiscales internos por disponer de sistemas tributarios propios aunque ninguna de ellas cumple ese perfil –opacidad tributaria, registral y bancaria e impuestos testimoniales, básicamente-, están siendo las principales perjudicadas de la combinación de dos factores: los efectos de la crisis y la competición entre autonomías por atraer sociedades y fortunas mediante la regulación de gravámenes, especialmente los de Sucesiones, Donaciones y Transmisiones Patrimoniales y la parte cedida de IRPF y Patrimonio.
El declive del País Vasco como polo de atracción societario comenzó en 2009, coincidiendo con la llegada a Ajuria Enea de Patxi López con el apoyo del PP. Las deslocalizaciones ganaron por 85 puntos a las implantaciones -784 llegadas por 879 salidas- durante los cuatro años de su mandato, en un proceso que se acentuó a partir de su relevo por Íñigo Urkullu (PNV), con el que las pérdidas alcanzaron la cifra de 267 sociedades -732 por 999- entre 2013 y 2016.
No obstante, el balance incluye la particularidad de que el año de mayor número de migraciones desde Euskadi –el 2015, con una merma de 82- arrojó un balance positivo en cuanto a la potencia de las empresas que llegaban y se iban: las que se fueron sumaban una facturación de 283 millones de euros y las que arribaron alcanzaban los 1.014.
En Navarra, la otra comunidad española con Hacienda propia –ambas gestionan los tributos estatales y a fin de año liquidan con el Estado, lo que les da un amplio margen de maniobra para regular la presión fiscal -, los efectos están siendo más acusados, ya que la facturación de las sociedades emigradas en los dos últimos años, los de la transición del Gobierno Foral de UPN al de Geroa Bai, supera en 1.979 millones de euros a las llegadas.
No obstante, el cambio de tendencia en Navarra había comenzado un año antes, en 2014. La merma desde entonces alcanza las 122 salidas tras haber atraído a 192 sociedades y perder 314.
Las pérdidas están siendo también notables en Canarias, cuyas peculiaridades fiscales incluyen presuntas ventajas competitivas para las empresas como que no se aplica el IVA junto con importantes rebajas en el Impuesto de Sociedades -también en el IRF- y la existencia de una zona de baja tributación.
Sin embargo, ese régimen sólo resultó atractivo en los últimos ocho años para 596 empresas mientras resultaba insuficiente para mantener otras 997, lo que arroja un balance negativo de 401. En cuanto a la potencia de esas empresas, la facturación de las 173 emigradas en los últimos dos años era, con 1.334 millones de euros, casi veinte veces superior a los 67 que sumaba el negocio de las 140 que llegaron.
Los efectos de la competencia tributaria entre comunidades autónomas, avivada por algunas resoluciones judiciales y que cada año provoca reclamaciones millonarias entre comunidades, se han atenuado en los últimos dos años al bajar la cifra de sociedades migradas al entorno de las 4.200. Superaban las 5.000 en el trienio anterior y oscilaron entre 3.900 y 5.700 en los cuatro primeros años de la crisis, de 2008 a 2011.
La disputa reguladora, que provoca diferencias de tributación superiores a los 400.000 euros para un mismo contribuyente en función de dónde se ubique su domicilio -particular o social-, tiene como vencedor indiscutible a la comunidad madrileña.
Especialmente, en lo que se refiere a la atracción de grandes fortunas al mantener desactivado el impuesto de Patrimonio, ofrecer los tipos más bajos del país en IRPF, Donaciones y Transmisiones Patrimoniales y aplicar uno de los más reducidos en Sucesiones.
Solo en los dos últimos años se trasladaron a Madrid 810 sociedades más de las que se fueron -2.851 por 2.041-, lo que elevó en 1.860 millones de euros el volumen de negocio del sector empresarial de la comunidad.
En el otro motor económico del país, Catalunya, se va atenuando el ritmo de salida de empresas iniciado a partir del inicio de la crisis en 2008, y que ha supuesto la salida de esa comunidad de 2.148 empresas más de las que llegaron, que fueron 4.906, a un ritmo de más de 600 al año.
La facturación de las 1.541 empresas emigradas en los dos últimos ejercicios supera en 1.123 millones de euros a la de las 1.006 que llegaron, cuyo volumen de negocio suma 1.382.
Llama la atención el saldo negativo de Castilla y León, que ha perdido 127 empresas en dos años pese a ser uno de los principales territorios de destino de las que dejan Euskadi, y el positivo de Baleares, que ha ganado 133 en ese mismo periodo.
Andalucía es, con una ganancia de 116 asentamientos en dos años, otra de las comunidades que crecen y una de las pocas que el año pasado tuvo un saldo favorable en el balance migratorio con Madrid.
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