Primera huelga en la banca en 40 años tras los últimos 25.000 despidos y una caída del 10% de poder adquisitivo
Los sindicatos UGT, CCOO y FINE convocan un paro el 22 de marzo ante el rechazo de las entidades financieras y sus patronales a las reclamaciones de mejora salarial tras los beneficios históricos del sector.
Zaragoza-Actualizado a
Las relaciones laborales se ha tensado en el sector bancario tras un lustro en el que las plantillas, que han sufrido 25.000 despidos y una pérdida de poder adquisitivo de diez puntos, han visto discurrir sin apenas mejoras salariales el quinquenio en el que las entidades han amasado el mayor volumen de ganancias de su historia: 77.697 millones de euros de beneficios netos en cinco años con tres récord consecutivos de 19.866 en 2021, de 21.049 en 2022 y de 26.373 en 2023. Es una cifra que prácticamente dobla la de 13.515 que también establecía un hito en 2019.
Esos antecedentes y el escaso interés por las mejoras salariales que las entidades financieras y sus patronales, principalmente AEB y Ceca, han mostrado por las propuestas de revisión salarial de los sindicatos en las primeras reuniones de negociación de los nuevos convenios sectoriales han llevado a tres de esas organizaciones, UGT, CCOO y FINE, a convocar paros parciales de dos horas el 26 de febrero en los tres sectores afectados (banca, antiguas cajas de ahorro y cajas rurales), con un anticipo el 21 en Barcelona, Valéncia y Sevilla.
Esas movilizaciones serán, salvo que un giro en la negociación lleve a otro desenlace, la antesala de la primera huelga sectorial de la banca en más de 40 años, desde marzo de 1983, convocada por esas tres organizaciones para el 22 de marzo.
Los convenios de los tres sectores, banca, ahorro y cooperativas de crédito, vencieron el pasado 31 de diciembre tras un periodo de vigencia de cinco años en el que los salarios siguieron un patrón similar: congelación en 2019 y 2021 y un aumento del 2,6% en los tres siguientes en el primero de ellos, una mejora similar en el segundo y otra parecida en el tercero, en el que la congelación se prolongó tres años.
En esos cinco años, el coste de la vida ha aumentado un 16,4%, con el arreón del IPC concentrado en los tres últimos (16,1%), lo que conlleva sendas pérdidas de poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores de la banca de entre 12 y 13,5 puntos, parcialmente atenuadas por las revisiones de hasta 4,5 que se aplicaron el año pasado.
"Pese al incremento del 4,5% en 2023, la media de los cinco años es inferior al 1,25% anual", explica Víctor Mirabete, responsable del sector de Banca de UGT, que recuerda cómo, además en ese periodo "las empresas obtienen beneficios de récord" y "en 2021 se realiza la mayor destrucción de empleo en el sector vía ERE, reduciéndose entre un 15% y un 22% las plantillas".
Según los datos recopilados por Asufín (Asociación de Usuarios Financieros), el sector bancario español en su conjunto cerró 2023 con una plantilla de 157.000 trabajadores, una merma de 25.000 en cinco años (-13,7%) y a lo que se añade el cierre de 8.782 sucursales, un tercio de la red.
Ese achique de medios materiales y humanos se ha traducido en una mayor carga de trabajo, ya que el número de habitantes por oficina bancaria operativa ha aumentado un 54%, al pasar de 1.773 a 2.741, mientras la dotación de personal de las sucursales solo lo hacía en un 29,5%.
Esos datos, señalan desde Asfín, "no plantean un escenario fácil" en el acceso a los servicios bancarios "al confirmar la tendencia a la baja en las ratios de empleados, oficinas y cajeros por habitante".
Las propuestas sobre la mesa
En ese escenario, los sindicatos optaban por denunciar los convenios a finales de octubre para activar una negociación centrada en el flanco salarial, aunque cuatro meses después no hay avances constatables, a lo que se suma que los convenios de empresa están aparcados a la espera de conocer el texto de los sectoriales.
"Pedimos recuperar un 17% salarial en tres años", apuntan fuentes sindicales
"Venimos de firmar mejoras de menos del 1% en algunas entidades, y pedimos recuperar un 17% en tres años", indica Mirabete, que cifra en un 10% la pérdida media de poder adquisitivo del sector.
Frente a esa posición de los principales sindicatos del ramo, UGT, CCOO y FINE, las patronales proponen un aumento del 7% en cuatro años, aunque en la última reunión una de ellas, AEB, elevó la oferta al 8%, con algo más de un tercio de ese porcentaje, un 2,75%, en 2024.
Un portavoz de AEB declinó efectuar ningún comentario sobre el desarrollo de las negociaciones ni sobre la convocatoria de las movilizaciones.
"Las entidades financieras se olvidan de sus trabajadores", denuncian
CGT, que hasta la fecha no se ha sumado a la convocatoria de la huelga aunque valora presentar otra propia para el mismo día, reclama una subida anual de un punto por encima del IPC con un suelo del 5%, y que esa mejora se divida por mitades entre la tabla salarial y el sueldo medio, de manera que en realidad derive en aumentos de en torno al 7% para los salarios más bajos y del 4% para los más altos.
"La conflictividad que están creando las patronales viene de lejos. No es que llevemos cinco meses de negociación y los sindicatos seamos unos caprichosos", reflexiona Mirabete en relación con los acuerdos de congelación salarial de la pandemia y los años siguientes.
"Fuimos responsables y ante la incertidumbre firmamos otros convenios muy restrictivos en lo salarial. Muestra de ello es que pese a un incremento del 4,5% en 2023, la media de los cinco años es inferior al 1,25% anual", señala, mientras que ahora "las entidades se vanaglorian de sus incrementos de beneficios, del aumento de los dividendos a los accionistas, de los planes de recompras de acciones. Pero se olvidan de sus trabajadores".
"Ante las cifras de beneficios no podemos aceptar subidas que nos condenen a otra pérdida de poder adquisitivo", indica Juan José Paredes, responsable sectorial de Banca de CGT, quien anota que la propuesta empresarial "no cubre ni los IPC previstos para los próximos años", a lo que se añade el hecho de que la cláusula de absorción hace que en muchos casos los aumentos efectivos sean de cero euros.
"La gente está muy enfadada. La última huelga fue en los años 80. Ha habido mucha paz social, incluso en la fase más dura de la reestructuración", anota Paredes, que describe un panorama paradójico: "Aquí pilla todo el mundo menos los trabajadores, que somos una parte fundamental para el resultado: cada año sube el pay out para los accionistas y el Estado se queda su parte con el impuesto".
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