Este artículo se publicó hace 2 años.
Los millonarios rusos dejan España mientras las importaciones desde su país baten récords
Las autorizaciones especiales de residencia por comprar casas de lujo, invertir en sociedades o adquirir deuda pública se desploman un 90% entre los inversores de la Federación Rusa mientras los altos precios del gas y el petróleo disparan los pagos desde España por encima de los 6.000 millones de euros.
Zaragoza--Actualizado a
Las relaciones comerciales de España con Rusia han tomado un rumbo paradójico desde que comenzó la invasión de Ucrania hace ya más de diez meses: las transacciones económicas derivadas de la importación de bienes procedentes de aquel país está batiendo récords, y lo está haciendo de manera simultánea a cómo crece el déficit comercial español en ese canal. Al mismo tiempo, las sanciones están ahuyentando a los millonarios rusos que en los últimos años se habían convertido en la principal colonia, tras la china, de titulares de Golden Visa, el visado de oro diseñado para atraer a inversores de otros países.
"Es posible que estén buscando otros destinos para sus inversiones en lugares donde no corran riesgo de perderlas", explica Erika González, de OMAL (Observatorio de las Multinacionales de América Latina), quien apunta que esa fuga, que llega después de que varios países europeos intervinieran propiedades de potentados rusos y de que otros se vieran obligados a realizar maniobras financieras para evitar confiscaciones, "puede responder a un movimiento defensivo en el que deciden no correr riesgos aquí y buscar otros espacios donde puedan obtener elevadas rentabilidades".
Según los datos facilitados por la Oficina de Información Diplomática (OID), y cerrados a 30 de noviembre, las solicitudes de Golden Visa de inversores de origen ruso han caído algo más de un 90% este año en relación con el anterior (31 por 319) y entre un 23% y un 32% si la cifra se compara con los cuatro anteriores, en los que la horquilla fue de los 46 a los 97.
España se había convertido en la última década en uno de los destinos preferidos por los potentados rusos, que entre 2012 y 2021 compraron un total de 2.022 casas tasadas en más de medio millón de euros, la mayoría de ellas situadas en el litoral mediterráneo, de Cádiz a Girona.
Una compra de ese tipo permite desde 2013 (PDF) acceder a la Golden Visa, un visado específico que permite residir y trabajar en España entre seis y 12 meses, que puede ampliarse hasta los cinco años y cuyo objetivo declarado sería atraer emprendedores de elevado potencial económico.
Además de con la compra de casas de lujo se accede a ese visado adquiriendo dos millones de letras y bonos de deuda pública española, invirtiendo uno en "acciones o participaciones sociales de sociedades de capital españolas con una actividad real de negocio" o en SICAVS y fondos de capital riesgo o probando que se dispone de esa última cifra en "depósitos bancarios en entidades financieras españolas".
Cambia la tendencias tras una década
La caída en picado de las peticiones de Golden Visa, a la que se añaden tres denegaciones en los once primeros meses del año, rompe una tendencia de más de una década, intensificada en vísperas de la pandemia de coronavirus, en la que los ejecutivos de segundos niveles de grupos empresariales rusos tenían España como uno de sus destinos preferidos.
"Puede haber miedo a que las sanciones afecten a su patrimonio personal. No es lo mismo que varíen las importaciones y las exportaciones que una confiscación de bienes", añade González.
Sin embargo, uno de los datos más sorprendentes de las relaciones comerciales entre España y Rusia desde la invasión de Ucrania, o más concretamente de las que mantienen empresas de ambos Estados, es el aumento del volumen de negocio de las rusas, que se ha duplicado con creces en relación con el periodo 2017-2019, que es tanto el previo a la pandemia como el inicial de la compra de gas ruso por firmas españolas.
El volumen de ventas de España a Rusia lleva camino de marcar este año el menor registro de los últimos seis años, con 1.121 millones de euros de enero a octubre, mientras que las compras de ese mismo canal ya han batido cualquier récord anterior al haber alcanzado los 6.404 millones en esos diez meses.
Y, como consecuencia de esas dos tendencias divergentes simultáneas, la balanza comercial entre los dos países está alcanzando niveles históricos, en negativo, para España, que en diez meses acumula una brecha superior a los 5.000 millones de euros en números rojos.
En realidad, según indican los datos de la Agencia Tributaria y de las Cámaras de Comercio, el tráfico comercial en general entre los dos países se ha reducido de una manera notable tras el comienzo de las sanciones, endurecidas hace unos días tras su comienzo ya en 2014: el número de operaciones de importación ha caído a la mitad de los últimos años (12.858 de enero a octubre) mientras las de exportación se han reducido más de un 80% para situarse por debajo de las 280.000 en ese mismo periodo.
¿Y cómo es posible eso? La explicación resulta más bien sencilla: las empresas españolas compran a las rusas menos mercancía pero mucho más cara, especialmente en el caso de las energéticas, sector en el que se concentra el grueso de esa creciente factura y en el que, como suele ser habitual en los mercados energéticos, y con mayor frecuencia en el gasista, los contratos de suministro de ámbito internacional se suscriben para periodos de tiempo tan largos que el plazo estándar es de veinte años.
Los suministros de gas desde Rusia a España encadenan cinco años de crecimiento desde su inicio en 2018. Las poco más de 650.000 toneladas de ese ejercicio se han multiplicado por más de cuatro para rondar los tres millones solo de enero a octubre de 2022, en una progresión que puede resultar más bien lenta si se compara con la de su precio: 2,36 millones de toneladas de gas ruso costaban 438 millones de euros en 2020 antes de casi triplicarse en un año (2,74 por 1.216) y de estar cerca de hacerlo de nuevo en este (2,94 por 3.351).
También se ha encarecido el aceite de petróleo, cuya factura alcanza este año los 1.293 millones de euros para un suministro de 1,64 millones de toneladas cuando el año pasado solo se pagaron 2.088 por cinco.
Se trata de una de las fuentes energéticas cuyas comandas tienden a la baja, como las del crudo, aunque eso no impide, básicamente por el peso del gas, que la facturación que las empresas rusas pasan a las importadoras españolas haya crecido este año un 11% en solo diez meses (5.635 millones de euros por 5.084 en todo el 2021) mientras el volumen se ha reducido casi a la mitad (12.999 millones de toneladas por 6.958), lo que indica que, en realidad, el precio se ha duplicado con creces.
"Cualquiera pensaría que las sanciones están afectando al tráfico comercial", señala González, que destaca cómo en el debate público sobre la guerra y sobre sus consecuencias "se habla de lo que ocurre con las inversiones de capital español en Rusia pero no de cómo van las importaciones y las exportaciones".
Salen los rusos, llegan de países petroleros
Los datos sobre las autorizaciones de Golden Visa ofrecen, más allá del predominio de los inversores de origen chino, que suponen casi un tercio de las concedidas este año (136 de 461), y de la práctica desaparición de los ucranios, con un solo permiso tras los 34 de 2021 y los 41 de los cuatro años anteriores, algunas novedades que podrían estar relacionadas con esos movimientos de salida del país como territorio de operaciones comerciales y/o financieras.
En este sentido, y al margen de los procedentes de Reino Unido (42, tras 87 en el primer año de Brexit) y de EEUU (23, también a la baja), llama la atención la fuerte presencia de inversores procedentes de países con una potente industria petrolera y/o gasista, caso de Irán (31 tras más de cien en el lustro anterior), Filipinas (30), México (22) y Argelia (11), a los que se suman otros como Canadá (7), Venezuela (7), Egipto (6) y Arabia Saudí (5).
¿Están ocupando el hueco que comienzan a dejar los rusos? Quizás, no se trata de una hipótesis para nada descartable de antemano. "Las elites de los países petroleros buscan una rentabilidad rápida y abundante para su dinero, y eso en España lo pueden lograr en el sector inmobiliario", apunta Erika González.
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