Este artículo se publicó hace 4 años.
Coronavirus y desigualdad de géneroMayor riesgo de contagio y de precariedad: la carga oculta del coronavirus sobre las mujeres
Científicas, politólogas, economistas y filósofas coinciden en que la pandemia magnifica la desigualdad de género y alertan de que la independencia de muchas mujeres puede ser la víctima colateral de esta emergencia sanitaria
Marisa Kohan
Madrid--Actualizado a
Los estudios sobre la prevalencia y la tasa de mortalidad del coronavirus indican que ésta es superior en los hombres que en las mujeres, debido a factores como su mayor tasa de tabaquismo o de afecciones cardiovasculares. La balanza cambia de signo sin embargo cuando lo que se analizan son los efectos sociales y económicos de la pandemia, según están alertando investigadores y organismos internacionales.
"El coronavirus se ha convertido ya en una gran crisis económica y laboral. Únete a la labor de la Organización Internacional del Trabajo y de ONU Mujeres para asegurarnos de que la respuesta de las empresas al COVID-19 no agrava aún más la desigualdad de género en el empleo, en los mercados y en nuestras comunidades". Este llamamiento, difundido a través de redes sociales por Naciones Unidas, coincide con la publicación de un informe del organismo multilateral en el que se advierte de que la pandemia tendrá un coste especialmente alto para las mujeres porque la mayoría de los trabajadores en el ámbito de la salud son mujeres, y esto las coloca en una posición de riesgo. "Muchas de ellas son, además, madres y cuidadoras de otros miembros de la familia. Y siguen teniendo una carga en el ámbito de los cuidados que ya era desproporcionada antes de la emergencia. Todo esto coloca a las mujeres bajo un estrés considerable", según ha señalado la Directora ejecutiva de UN Women, Phumzile Mlambo-Ngcuka.
Al mayor riesgo ligado a la labor de cuidados se suma el hecho de que muchas mujeres "trabajan en la economía informal, lo que significa que carecen de cobertura médica o tienen una cobertura inadecuada, y tienen menor seguridad en los ingresos. No se trata solo de un tema sanitario para muchas mujeres, sino que va al corazón de la desigualdad de género", añade la responsable de UN Women, en un informe que incide en una alerta compartida por los expertos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y los análisis de un estudio científico recién publicado en la revista The Lancet.
Para Laura Addati, especialista en mujer y empoderamiento económico de la OIT, "si no existe un reparto realmente igualitario en el cuidado de los hijos o las tareas del hogar, seguirán siendo las mujeres las que tengan que hacerse cargo de la educación en remoto o de que haya comida" para la familia.
Las pandemias magnifican las desigualdades
Tal como explica la economista feminista Carmen Castro, "las mujeres están en primera línea como soporte fundamental del sostenimiento de la vida y son actividades fuertemente feminizadas". Ellas suponen el 85% del personal de enfermería y ocupaciones relacionadas; el 70% de las trabajadoras de farmacias; el 90% de las limpiadoras de empresas, hoteles y hogares (incluido el servicio de empleadas domésticas) y cerca del 85% de las cajeras de supermercados.
La independencia de las mujeres será una de las víctimas colaterales de la pandemia
De lo que no cabe duda es de que una pandemia como la actual magnifica las desigualdades existentes y que a lo largo del mundo la independencia de las mujeres será una de las víctimas colaterales y silenciosas de esta emergencia. Aunque existen pocos datos (algunas expertas lamentan que no haya análisis detallados desagregados por sexos de estas emergencias), lo que se sabe de algunas pandemias pasadas como la del SARS o la del Zika, es que han incrementado la desigualdad de género.
Tal como explican algunas expertas, el cierre de los centros educativos y el confinamiento en los hogares han profundizado la crisis de los cuidados, que se ha desplazado de una economía remunerada (escuelas, guarderías, cuidadoras…) a engrosar el trabajo no pagado. Esta alteración, que puede durar meses, podría suponer una pérdida económica de por vida para muchas de ellas que podrían no volver a recuperar sus ingresos anteriores.
Las mujeres en España comenzaron esta emergencia con una tremenda desigualdad laboral y económica. A lo largo de los últimos años de crisis económica, diversos sindicatos y organizaciones ya habían dado la voz de alarma sobre la enorme brecha de género existente en nuestro mercado laboral que en lugar de reducirse se había ido agrandando desde la crisis financiera de 2008.
La emergencia del coronavirus impacta en un mercado laboral en el que el 74% de los empleos a tiempo parcial están ostentados por mujeres, lo que gran parte explica que ellas sólo ganen 84,9% céntimos por cada euro que ingresa un hombre. Además, la práctica totalidad de la parcialidad está en el sector servicio, en donde la brecha de género aumenta a 50 puntos.
"En el mercado laboral se van a resentir los trabajos precarizados que son los más feminizados, y la consecuencia será que se van a precarizar aún más, por lo que probablemente veremos más paro femenino. También el encierro de las víctimas con sus maltratadores puede redundar en situaciones de mayor dependencia psicológica o menos recursos y empoderamiento para romper esa situación", explica la filósofa y feminista Luisa Posada.
"No supondrá un revés para el feminismo, pero sí una cuarentena"
"Esta emergencia supondrá un refuerzo de los cuidados como carga femenina: como la crisis no se produce cuando se ha extendido la corresponsabilidad en lo privado y familiar, es de cajón que las mujeres cargan más con el cuidado de los hijos, el aprovisionamiento, cocinar, limpiar... y esto refuerza su papel doméstico". "No supondrá tanto como un revés para el feminismo, pero sí una cuarentena", añade Posada.
"Ante la parada de actividad económica y la pérdida de empleo, la perspectiva de empobrecimiento es mayor para las mujeres, dado la mayor precariedad económica que ya nos afecta", afirma Castro. Esta economista critica que las medidas económicas aprobadas hasta ahora como escudo social por el Gobierno no son suficientes para diluir el impacto de género desfavorable para las mujeres y explica que sería necesario ampliar cobertura para sectores de mayor precariedad, facilitar recursos para atender las necesidades de cuidados durante esta situación excepcional y diluir la mayor carga de dedicación y responsabilidad que recae sobre las mujeres.
Para la analista política Cristina Monge el problema es "que las brechas que existían previamente ahora se van a exacerbar. Todos lo vamos a pasar mal. Pero hay unos que van a resistir mejor, otros peor y otras no van a resistir. Es un elemento de tensión y aguanta más quien es más fuerte y quien tiene más red social".
"Espero que esta vez sea diferente y que las estadísticas oficiales y la administración pública cuando haga valoraciones incorpore esa visión de género. Pero de momento no ha sido así. Cuando se vayan conociendo los resultados de los diversos ERTES [expedientes de regulación de empleo temporal] llevados a cabo por esta emergencia, veremos a quienes afectan. Cuando conozcamos esos datos, constataremos que a quienes han perjudicado de forma especial es a las mujeres, incluso en aquellas empresas en las que hay una representación casi igualitaria", concluye Monge.
"Lo más positivo, en mi opinión", señala la economista Carmen Castro, "es que se está conformando una alta conciencia social de la necesidad de dar forma al sistema público de provisión de bienestar, reordenar las prioridades de gasto y reorientarlo para hacer efectiva una respuesta política y colectiva a los cuidados y su centralidad para la vida. Creo que esto será un gran impulso ciudadano para reforzar el servicio público de atención sanitaria de manera estable y también para articular un sistema público de cuidados y atención a la dependencia, garantista, focalizado en las etapas de mayor vulnerabilidad".
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