Este artículo se publicó hace 2 años.
Industria cárnicaLa industria cárnica comienza a recortar empleo sacudida por la crisis
Varios mataderos suspenden turnos de trabajo por la falta de animales mientras los despidos colectivos y la conflictividad laboral comienzan a agitar un sector que, como la ganadería industrial de la que depende, afronta al mismo tiempo un aumento de los costes, una caída del consumo interior con la tendencia alcista de los precios y una menor demanda de los principales clientes internacionales.
Zaragoza-Actualizado a
La conflictividad laboral y los recortes de empleo empiezan a extenderse por la industria cárnica española, que se está viendo directamente afectada por una combinación de factores entre los que destacan, además del aumento de costes, principalmente de los energéticos, la caída de la demanda por parte algunos de los principales clientes internacionales, especialmente China, y una reducción del consumo interior que coincide con el alza de los precios.
No es que se tratara de un sector pacífico en el ámbito laboral, ni mucho menos, ya que las actuaciones de la Inspección de Trabajo, a menudo tras la intervención de los sindicatos, puso sobre la mesa hace un par de años la existencia de una amplia bolsa de fraude laboral de más de 23.000 falsos autónomos al tiempo que solo un acuerdo de última hora con aumentos salariales del 8,25% en tres años pudo frenar la convocatoria de huelga del pasado otoño.
El grueso de la conflictividad se localiza en Aragón y Catalunya
Ahora, como en ese episodio, el grueso de la conflictividad se localiza en Aragón y Catalunya, los dos territorios del noreste español en los que también se concentra la mayor parte de un sistema de producción ganadera cada vez más industrializado, y al mismo tiempo frágil por su elevada dependencia del exterior, y, junto a él, una potente industria cárnica de transformación en la que las tensiones laborales se encuentran en fase de crecimiento.
ERE, cierres, suspensión de turnos y supresión de pluses
El grupo Costa Food, uno de los principales del país tanto en producción como en transformación, ha activado esta semana un ERE para despedir a 121 de los 162 trabajadores de la empresa Roler de Terrassa (Barcelona), que se dedica al despiece y el envasado de canales, para culminar el traslado de su actividad, iniciado hace ya un año tras su compra, a la factoría que esa misma empresa tiene en Peraleda de la Mata (Cáceres).
Costa Food tiene abierto desde hace unas semanas un conflicto laboral en otra de las empresas del grupo, en este caso la firma de embutidos gerundense Casademont, donde una treintena de trabajadores ha optado por pactar su despido después de que se les comunicara, alegando motivos económicos por las pérdidas que registra la actividad, la supresión de un plus de productividad que rondaba los 200 euros mensuales, mientras los que siguen en ella han decidido presentar una demanda en los Juzgados de lo Social.
El grupo Costa Food ha activado un ERE para despedir a 121 de los 162 trabajadores
Paralelamente, Leridana de Piensos, otro de los principales actores del sector cárnico en España, anunciaba hace unos días el cierre del matadero Sami en Vallfogona de Balaguer (Lleida) tras haber alcanzado un acuerdo que fija las indemnizaciones en 45 días de salario por año trabajado y que contempla para los 77 empleados una decena de recolocaciones en empresas de la zona y otra veintena en factorías de la provincia de Girona.
En Aragón, los dos mataderos de Binéfar (Huesca), Pini, el mayor de Europa, y Fribín, y el del Grupo Jorge en Zuera (Zaragoza) han suspendido uno de los dos turnos de trabajo en sus cadenas de despiece por la caída de la actividad, medidas que afectan a alrededor de 2.500 trabajadores, mientras en otros centros de trabajo, como la planta de matanza de Vall Companys en Ejea, la plantilla teme la posibilidad de que se aplique una medida similar o que se plantee un ERTE.
La situación es similar en la mayoría de los mataderos de menor tamaño que operan en la comunidad, según explican fuentes sindicales.
Los hogares reducen el consumo de carne
"Ha habido una tormenta perfecta en la que no hay ganado disponible y los costes de producción se han disparado", señalan fuentes sindicales, que aluden a una situación de dura competencia entre los mataderos por conseguir género: "hay muy pocos animales, porque la producción ha sufrido un bajón que esperan recuperar en unos meses, y son muy caros por el encarecimiento de los piensos por la guerra".
"No hay ganado disponible y los costes de producción se han disparado", señalan fuentes sindicales
Junto con ese aumento de precios en la producción de ganado y en la transformación de la carne, los datos apuntan a otros dos factores clave en la evolución reciente del sector como son la demanda externa y el consumo interior, que han comenzado a emitir señales críticas.
El Panel de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura recoge una clara tendencia a la baja de la demanda de carne en los hogares en los últimos cinco años, al margen del espejismo del aumento de 2020, más relacionado con el mayor consumo en la vivienda por los confinamientos y las restricciones en la hostelería que con otra cosa, y del desmesurado pinchazo de 2021, cuya causa principal es la paulatina normalización de la actividad.
Los hogares españoles consumieron en 2021 un total de 2.095 millones de kilos de carne, prácticamente los mismos que en 2020 (2,09) pero entre 27 y 108 menos que en el trienio anterior, en una tendencia que se concentra en las de mayor consumo y menor precio, que son el pollo (-43) y el cerdo (-20).
Al descenso del consumo per cápita en el último año se le añade, según recogen los informes de Agricultura, un aumento del precio previo a la aceleración de la inflación con el cambio de año que puede acentuar esas tendencias al menor gasto en carne, especialmente entre los hogares de menores rentas, que sufren con mayor intensidad el encarecimiento en su cesta de la compra.
Y no parece que esas tendencias vayan a variar a corto plazo vista la sostenida evolución al alza de los precios de los alimentos en origen desde mediados del año pasado, según los datos de Agricultura, y los encarecimientos interanuales que, según el INE (Instituto Nacional de Estadística), encadenan las carnes, que alcanzan el 6,5% en el caso del pollo aunque no llegan al 1% en el del cerdo.
También está habiendo novedades en el comercio exterior del complejo cárnico español, que el año pasado cerró de nuevo con marcas históricas, 3.525 millones de toneladas por 8.858 de euros según los datos de las Cámaras de Comercio, pero con cambios de calado como el desplome de la demanda del principal cliente internacional: China compró el año pasado 150 millones de toneladas de carne menos que en 2020, lo que redujo su factura en algo más de 430 millones de euros.
El grueso de ese descenso se concentró en la carne de cerdo, con 143 millones de toneladas y 512 de euros menos que en el ejercicio anterior, lo que tiró a la baja de los precios ante la necesidad de colocar un género que, por la inercia productiva del sistema de macrogranjas, comenzaba a convertirse en un sobrante de inusual magnitud.
Esa caída de los precios de venta, junto con la subida de los costes por el encarecimiento de la energía y el transporte, se encuentra en la raíz de los recortes de empleo que comienza a aplicar la industria cárnica.
"El sector cárnico español tiene una fuerte dependencia del exterior", señalan fuentes sindicales, que recuerdan que "China, que es el principal cliente y el que mejor paga, está recortando las importaciones".
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