ZARAGOZA
La pandemia del coronavirus está teniendo para la banca española unos efectos reconstituyentes cuya contrapartida se encuentra en el mayor esfuerzo financiero que se ven obligados a soportar sus clientes: vuelve a prestar dinero como hacía mucho tiempo que no prestaba a empresas y familias, que recurren al crédito para afrontar los problemas de liquidez que provocó el parón de la actividad económica con el confinamiento, y lo está haciendo con unos intereses cada vez más elevados.
Eso tiene dos consecuencias fundamentales y directamente relacionadas. Por una parte, están creciendo los márgenes de la pata tradicional del negocio bancario, cuya languidez tras los escarmientos de la burbuja inmobiliaria ha provocado una creciente dependencia de las comisiones. Y, al mismo tiempo, está aumentando el coste que para familias y empresas supone acceder a ese dinero prestado.
Paralelamente, y para ganar solvencia captando clientes y recursos, las entidades financieras han puesto en marcha una incipiente mejora de la remuneración de los ahorros a plazo, mientras la de los depósitos a la vista (los de las cuentas) sigue por los suelos.
Estas son las claves del negocio de los bancos españoles en tiempos de coronavirus:
Más préstamos y más caros para empresas y autónomos
La pandemia ha disparado la demanda de crédito por parte de las empresas y los autónomos, a quienes el parón de la actividad económica generó problemas de liquidez que les hicieron mirar a la banca como primer remedio, ya fuera por sus propios medios o mediante operaciones públicas como los avales del ICO (Instituto de Crédito Oficial).
Entre ambas vías, los bancos españoles prestaron entre marzo y julio más de 190.000 millones de euros, un ritmo que supera cualquiera de los registrados en los últimos cinco años (392.000 en 2015) aunque a partir de junio, con la paulatina y parcial recuperación de la actividad económica, comenzó a reducirse.
Ese aumento de la demanda de crédito ha sido simultáneo a su encarecimiento, con una media del 1,8% anual para los préstanos contratados en julio por empresas, según datos del Banco de España, que los bancos españoles no habían alcanzado en los dos últimos años y que supera con claridad el 1,7% conjunto de 2018.
Los intereses son mayores en los préstamos de menor cuantía. Así, en los de menos de 250.000 euros, a los que recurren de manera más habitual los autónomos y las pequeñas empresas, se acercan ya al 2% y superan con claridad esa barrera (2,52% y 2,7%) cuando la amortización supera el año.
Las familias recurren al crédito de consumo y a la hipoteca exprés
La contratación de créditos de consumo en los bancos está siendo una de las vías a las que acuden los hogares para disponer de efectivo tras el parón de marzo y abril en la comercialización de este tipo de productos financieros.
De hecho, el desplome de la demanda para viajar en vacaciones y adquirir vehículos o electrodomésticos, habitual en los meses de primavera y verano, no ha impedido que en junio y julio se cerraran operaciones por más de 5.000 millones de euros, un nivel cercano al normal tras las caídas de abril y mayo (1.922).
Esa reactivación ha venido acompañada de una subida de los intereses que los gravan, los cuales, tras unos meses de relajación en los que cayeron más de medio punto, vuelven a acercarse al 7%, un nivel superior a la media de los tres últimos años. La banca abre el grifo para financiar el consumo pero cobra más por ello.
Por otro lado, los datos del Banco de España reflejan una tendencia que puede resultar inquietante: la contratación de hipotecas a un año, es decir, la de créditos de ese plazo avalados por inmuebles, está acelerándose con operaciones por valor de 1.279 millones en mayo, 1.488 en junio y 1.561 en julio que sitúan a esta modalidad como una vía para que los hogares accedan a la liquidez que necesitan.
La banca se interesa de nuevo por captar ahorros a largo plazo
Hay que remontarse a noviembre de 2015 para encontrar una remuneración mayor que la registrada en junio de este año para los depósitos de ahorro en plazos de más de dos años (0,35% ahora y 0,46% entonces), lo que denota el interés de las entidades financieras españolas por captar recursos y liquidez para mejorar su solvencia.
Ese es el motivo del aumento de los intereses que ofrecen a sus clientes a cambio de que dejen su dinero en sus manos durante periodos largos de tiempo, mientras la remuneración de los depósitos a la vista (las cuentas) y las imposiciones a plazo de menos de un año de duración siguen por los suelos (0,01% y 0,03%, respectivamente), en niveles hasta siete veces inferiores a los que ofrece el sector en el resto de Europa.
Esa política coincide con un notable aumento de los depósitos bancarios, de los ahorros, por parte de las familias que pueden permitírselo en una sociedad en la que la desigualdad lleva una década ensanchando la brecha social con un ritmo implacable.
En los cinco meses transcurridos entre marzo y julio, en los que la paralización inicial y la renqueante reanudación de la actividad económica y las restricciones a la movilidad tiraron a la baja del consumo, el dinero que los hogares y las instituciones sin ánimo de lucro guardaban en los bancos aumentó en 53.407 millones de euros para alcanzar un nivel, desconocido en los últimos seis años, de 772.045. Tres cuartas partes de ese dinero (39.869) estaba depositado en plazos, la práctica totalidad (95,8%) a menos de dos años.
Las moratorias frenan el negocio
Las medidas del escudo social también han supuesto mermas para el negocio bancario. Concretamente, por la moratoria de las hipotecas y los créditos de consumo de los clientes vulnerables, que ha dejado en suspenso las cuotas de más de 200.000 créditos para adquirir vivienda por valor de 23.370 millones de euros y de más de 360.000 préstamos domésticos que suman un nominal de 2.719.
A esas cifras hay que añadirles las hipotecas y créditos de consumo suspendidas por los bancos mediante acuerdos directos con sus clientes en aplicación de la llamada "moratoria sectorial", que a finales de mayo incluía 52.654 operaciones sobre créditos que sumaban un capital pendiente de amortizar de 5.861,8 millones de euros. Este formato incluye costes para el cliente.
Alrededor de 75.000 millones avalados por el Estado
Los bancos españoles han prestado casi 99.000 millones de euros a empresas, pymes y autónomos a través de 799.635 operaciones avaladas por el Instituto Oficial de Crédito (ICO) desde el mes de abril, explicó hace unos días la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, en un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y añadió que tres cuartas partes de esa cifra cuentan con la garantía del Estado; es decir, que en caso de impago sería el Tesoro Público quien respondería ante la entidad financiera por, según el caso, hasta el 80% del crédito no devuelto.
A este programa de avales, cuyo objetivo era facilitar liquidez a empresas y autónomos y que también ha servido para que bancos y clientes reestructuraran parte de la deuda viva que hasta entonces tenía como garantía el patrimonio de estos últimos y la situaran bajo el paraguas del Estado, le seguirá este otoño otra línea de 40.000 "destinada a reforzar la sostenibilidad de la economía española", explicó la ministra.
Sin embargo, esos programas no van a ser suficientes para atender a las necesidades de liquidez de las empresas y los autónomos españoles, sino que, según el presidente del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, únicamente cubrirían alrededor del 75%. Eso significa que quedarían por movilizar otros 46.000, los cuales, añadió, deberían "financiarse con la disposición de los activos líquidos de las propias compañías", informa Reuters.
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