La bajada del precio de la luz y el fin de las ayudas europeas frenan el autoconsumo eléctrico en Catalunya
El nuevo escenario genera problemas laborales en las empresas pequeñas, impulsadas por el boom de 2022. Los expertos abogan por flexibilizar el sistema para favorecer el almacenamiento y la implantación de comunidades energéticas.
Barcelona-Actualizado a
Varios factores, como el contexto postpandémico y el incremento de los precios energéticos a consecuencia del inicio de la invasión rusa en Ucrania, ocasionaron una tormenta perfecta para catapultar el autoconsumo eléctrico, no solo en el sector industrial, sino en los particulares, que lo afrontaban como una alternativa ante el encarecimiento del recibo de la luz.
Estos condicionantes provocaron un boom en 2022, año en el cual las instalaciones de autoconsumo crecieron un 206% y la potencia un 230%. Los datos, extraídos del Observatorio del Autoconsumo del Institut Català de l'Energia (Icaen), muestran que un año después, en 2023, las instalaciones solo crecían un 8,28%, mientras que la potencia lo hacía un 64%.
En general, el sector está haciendo la digestión después de un gran incremento de la demanda, que empezó a subir a partir del año 2020. Aun así, el descenso del precio de la luz y la finalización de la asignación de los fondos europeos Next Generation son algunas de las causas. La situación ha salpicado a algunas empresas pequeñas del ámbito de las renovables, que por la crisis se han visto forzadas a presentar concursos de acreedores y Expedientes de Regulación de Empleo (ERE).
La moderación del precio de la luz es uno de los factores que explica la ralentización en el crecimiento del autoconsumo
La moderación de los precios de la luz es uno de los factores que se destaca para explicar el fenómeno por parte del Institut d'Investigació en Energia de Catalunya (IREC). Así, la entidad cree que este aspecto "ha restado atractivo a las placas solares para el autoconsumo". En el contexto actual, con necesidad de acelerar la transición energética, el grupo de investigación Energy System Analytics del IREC aboga por "encontrar soluciones en los nuevos retos que afrontan las redes eléctricas".
El incremento significativo de las energías renovables, de naturaleza intermitente, son la base de este nuevo escenario. Para gestionar esta intermitencia, el IREC ve necesario disponer de un sistema de almacenamiento y control que optimice la energía. Esto permite utilizar la proveniente del sol para almacenarla y descargarla posteriormente cuando se prevén situaciones favorables, por ejemplo, menores costes o emisiones de CO₂.
El IREC propone que "los sistemas de gestión inteligente de energía sean capaces de optimizar la operación de los diferentes elementos de forma autónoma para permitir la flexibilidad en los edificios. Será clave para las redes inteligentes del futuro".
El adiós a las bonificaciones
Otro de los factores es el incremento de los tipos de interés, que hace que "cualquier financiación sea más elevada"
Además de los precios energéticos y el agotamiento de las ayudas, existe otro elemento que ha podido incidir en la bajada de las instalaciones de autoconsumo: el incremento de los tipos de interés, lo que hace que "cualquier financiación sea más elevada". Así lo contempla la portavoz de la Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros Industriales de Catalunya (EIC), Laura García.
García admite cierta estabilización del autoconsumo, que se encontraría en una fase de asentamiento, después de la expansión exponencial de los últimos años. Aun así, recuerda que el precio de la electricidad cerró en 2022 con una media de 167 euros por MW/hora, cuando la del pasado abril fue de solo 13,67. "En aquel momento, en 2022, las amortizaciones y la recuperación más rápida de la inversión hacían más atractiva la instalación de placas solares", subraya.
El final de este proceso de barra libre fiscal para estas iniciativas se traduce en el agotamiento o el bloqueo de las ayudas europeas y la modificación de las ordenanzas fiscales municipales, de forma que los ayuntamientos están reduciendo las bonificaciones, que llegaron a ser del 50% del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) en caso de instalar las placas solares. El IBI es de los impuestos que más ingresos aportan a las arcas municipales.
Impacto empresarial
Fruto de esta coyuntura, las pequeñas empresas del sector de las energías renovables sufren una crisis de ventas, que está golpeando su actividad e impacta en la ocupación. Dos de los casos más paradigmáticos son los de Solar Profit y Holaluz. Solar Profit presentó un preconcurso de acreedores y anunció un ERE que afecta al 90% de la plantilla. Hace menos de dos años, la firma incorporó un 60% más de trabajadores.
Holaluz el año pasado multiplicó por cinco sus pérdidas, que superan los 25 millones, y ha presentado un ERE sobre el 30% de la plantilla, formada por unas 200 personas, mientras negocia conseguir 20 millones para refinanciarse y no verse obligada a presentar un concurso de acreedores.
Es una "mala noticia por el sector", sobre todo para las compañías pequeñas
Laura Garcia califica de "mala noticia por el sector" estos procesos que están sufriendo compañías pequeñas, que favorecían la competitividad del mercado. Según la experta, las dos empresas están siendo duramente castigadas por prever que la subida de precios energéticos sería un hecho estructural y no coyuntural. Ahora que las condiciones han cambiado y la demanda se ha deshinchado, las ventas se han resentido.
A pesar de esta sacudida, García defiende que las firmas representan unos valores de negocio positivos, que tendrían que generar confianza entre los consumidores. Pese a estos obstáculos, los expertos divisan que el proceso de descarbonización continuará adelante en nombre de la soberanía energética, que hoy en día solo pueden proporcionar las renovables.
Para hacerlo posible, reclaman la voluntad política de dotar al sistema de elementos que permitan la flexibilidad e incentiven las redes de almacenamiento y la eclosión de las comunidades energéticas para acercarse al 74% en el uso de energías renovables el 2030, cifra marcada por la normativa estatal y europea y que ahora está más de 20 puntos por debajo.
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