Vallecas o cuando el dinero no lo es todo: la lucha de un barrio para defender su "corazón"
La voluntad de Raúl Martín Presa e Isabel Díaz Ayuso es construir un nuevo estadio para el Rayo en otra ubicación, mientras la afición y los vecinos se movilizan para evitarlo.
Vallekas--Actualizado a
En Vallecas apenas se ha hablado en las últimas semanas de los coqueteos del Rayo con los puestos de descenso o la mala racha de resultados que venía acusando el equipo. A estas cosas ya están acostumbrados desde hace décadas, ya sea en Primera, Segunda o Segunda B. Lo que preocupa a los aficionados rayistas es la posibilidad, manifestada por su presidente y por la Comunidad de Madrid, de trasladar su estadio. Todo esto, además, en el año en el que el club cumple 100 años de historia.
El Estadio de Vallecas es prácticamente el ágora del barrio. Ubicado en plena avenida de la Albufera, que vertebra la zona, es el punto de reunión para miles de vallecanos —nativos y de adopción— en cada partido del Rayo. En el graderío se produce cada semana una junta de vecinos donde tienen lugar acaloradas discusiones deportivas, políticas y sociales donde el fútbol es casi un actor secundario.
Pero el denominado fútbol moderno no entiende de estas comuniones entre pueblo y deporte y no concibe un partido como un lugar de reunión. Las audiencias televisivas, las entradas vendidas y la capacidad de generar dinero mandan. Es por ello que empujan a los equipos a modernizar sus escenarios deportivos, aunque sea a costa de arrancarlos de sus raíces y plantarlos a las afueras, para que se vean mejor en la televisión, para poder vender más entradas a precios prohibitivos y para convertir un evento tradicionalmente popular en una experiencia para turistas.
Para el presidente del Rayo Vallecano, Raúl Martín Presa, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el Estadio de Vallecas se ha quedado "obsoleto" y el equipo necesita un campo "adaptado a la realidad de estos tiempos". La idea manifestada por Presa es construir un nuevo recinto, en otra ubicación del barrio y que sea propiedad del club, ya que el actual pertenece a la Comunidad. Algo con lo que la afición, peñas y asociaciones del barrio se han mostrado rotundamente en contra.
"La actividad de la afición va mucho más allá de los partidos, y es que son muchas las actividades sociales que se organizan y repercuten en nuestro barrio, teniendo el estadio como centro sobre el que orbita toda esta actividad, por localización, sentimiento y vínculo con la comunidad", señala la Federación de Peñas en un comunicado.
"El estadio es uno de los edificios icónicos de nuestro barrio y pieza fundamental de su patrimonio", dicen las peñas
El manifiesto, firmado por aficionados, asociaciones, iniciativas sociales, comercios, medios y artistas, es rotundo: exigen la remodelación del campo actual, no uno nuevo. "El estadio es uno de los edificios más icónicos de nuestro barrio y pieza fundamental de su patrimonio. Lo que necesita es ser más cuidado y mantenido, y no ser pasto de una operación basada en la especulación económica que alimente el proceso de gentrificación que sufre la ciudad", añade.
"Si se lo llevan al Ensanche o a otras zonas, te estás alejando del corazón de Vallecas. Te lo llevas de la vida del barrio. Este estadio es patrimonio emocional y social de la ciudadanía, sería una mala noticia para toda la ciudad de Madrid", ha explicado a Público el escritor y guionista de La sociedad de la nieve Nicolás Casariego, quien disecciona la idiosincrasias del barrio y el club de fútbol en su Rayografía (Debate, 2023).
"Es un estadio que atrae por su sabor añejo, tiene un toque romántico", explica sobre su experiencia en el feudo del conjunto vallecano. "Del Rayo me atrajo el campo, el equipo y el ambiente. El público de Vallecas tiene sentido del humor", añade. "Aunque sea más difícil y más caro, por implicación social, tiene que ponerse de acuerdo quien tenga que hacerlo para que el estadio se quede donde está", subraya.
Cadenas humanas rodean el estadio: "No nos moverán"
El pasado sábado 2 de marzo, previo a un partido entre el Rayo y el Cádiz, los aficionados formaron una cadena humana alrededor del recinto deportivo para reclamar que siga siendo el hogar del rayismo. "El Rayo se queda, el Rayo no se va", clamaron los asistentes.
"Si la Albufera es la principal arteria de Vallecas, nuestro estadio es su corazón", reclama Bukaneros
Bukaneros, el grupo de aficionados que se aloja en el fondo del estadio, ha formado parte de varias de las acciones de protesta contra el desplazamiento del equipo. "Este es nuestro estadio y no nos moverán. Si la Albufera es la principal arteria de Vallecas, nuestro estadio es su corazón, donde hemos reído y llorado. En él nos hemos caído y levantado y hasta nos hemos enamorado. Por todo lo vivido y todo lo que representa, debemos defenderlo, respetarlo y cuidarlo", subrayaron en un comunicado.
Desde que Presa y Ayuso anunciaron la intención de trasladar el Estadio de Vallecas, las movilizaciones sociales y políticas han sido varias. Desde cánticos en los partidos a movilizaciones. El asunto también ha llegado a la Asamblea de Madrid y el Ayuntamiento. Más Madrid, Podemos o el PSOE han mostrado su apoyo a las reivindicaciones de la afición rayista.
Del campo de concentración al partido de los seis meses
El Estadio de Vallecas está construido sobre el antiguo Campo de Vallecas y no siempre ha sido la casa del Rayo Vallecano. El Racing Club de Madrid fue el primer propietario de este escenario deportivo en 1929, cuando Vallecas era todavía un municipio independiente.
Con los problemas económicos del club racinguista, el campo fue cedido al Athletic Club de Madrid y utilizado para competiciones de motocross. El estallido de la guerra civil provocó que el estadio se convirtiese en huertos para suministros y en un campo de concentración franquista para prisioneros republicanos.
Consolidado el golpe de Estado franquista, el terreno fue cedido al Club Aviación, conformado por militares del Ejército del Aire, y que posteriormente se fusionaría con el Athletic Club de Madrid, bajo la denominación de Atlético Aviación, el germen de lo que es en la actualidad el Atlético de Madrid. El Rayo no jugaría en este escenario hasta mediados de la década de los 50.
En 1976 se completó la construcción en el mismo terreno del que pasaría a llamarse más adelante Estadio de Vallecas, el escenario que vería convertirse al Rayo en el matagigantes. El recinto también recibió los nombres de Campo de Vallecas, Nuevo Estadio de Vallecas, Campo de Fútbol de Vallecas y Estadio Teresa Rivero, por la primera mujer presidenta de un club de fútbol de Primera División y esposa del entonces propietario del club, José María Ruiz-Mateos.
El Estadio de Vallecas ha visto al Rayo ascender a los cielos y descender a los infiernos. Ha presenciado cómo su equipo tumbaba gigantes y jugaba en Europa, pero también ha vivido encuentros en Segunda B. Asimismo, este escenario ha sido testigo del considerado como el partido más largo de la historia.
El Rayo-Albacete fue el único partido de la historia del fútbol español que se suspendió por llamar "nazi" a un jugador
El Rayo Vallecano-Albacete se comenzó a disputar un 15 de diciembre de 2019, pero se interrumpió en el descanso por un hito histórico. Fue el primer partido de la historia del fútbol español que se suspendió por llamar "nazi" a un futbolista, en particular, y en hacerlo por insultos a un jugador, en general. A pesar de los múltiples casos de insultos racistas registrados en los últimos años. Fue a Roman Zozulia, cuyo fichaje por el Rayo se había malogrado tiempo atrás por la oposición de la afición a que un jugador vinculado a organizaciones neonazis formara parte de su club.
El partido se retomó finalmente seis meses después, el 10 de junio de 2020. De esta manera se convirtió en el primer partido de fútbol profesional que se disputó en España tras la pandemia de la covid y en el más largo de su historia.
Un traslado que no solo afectaría al fútbol
El Estadio de Vallecas no es solo la casa del Rayo Vallecano. En sus bajos se encuentran las federaciones madrileñas de Tenis de Mesa, Ajedrez, Boxeo y Billar, en los espacios cedidos por la Comunidad de Madrid. El traslado del escenario deportivo también afectaría a estas agrupaciones deportivas.
En la Federación Madrileña de Ajedrez hablan de "tranquilidad". "No hemos recibido una comunicación oficial de la Comunidad", de la que dependen, han asegurado. "Estos procesos pueden llevar muchos años en hacerse efectivos. Está el ejemplo del Vicente Calderón", recuerda su secretario general. "No podemos hacer más que esperar", ha zanjado.
Desde la Federación Madrileña de Billar, su secretario general, José María García, ha destacado a Público las "deficiencias estructurales" del recinto. "Si el estadio no es válido, hay que buscar una solución", ha compartido. En la búsqueda de esta solución existe un conflicto entre quienes pretenden trasladarlo y quienes quieren reformarlo, indica.
"Derruir el estadio es conflictivo a nivel social", asegura la Federación de Billar
"Derruir el estadio es conflictivo a nivel social", ha señalado sobre las recientes movilizaciones en Vallecas. "Arreglar, se puede arreglar. Ya se han hecho parches parciales", ha señalado sobre las distintas obras que se han producido en sus gradas durante los últimos años.
Sobre una hipotética reubicación, tiene claro que "ojalá las federaciones se puedan quedar aquí". "Si el estadio se va, nosotros nos tenemos que ir. Habría que mover varias mesas [de billar] de 1.500 kilos cada una. Sería un traslado difícil", ha subrayado.
En Vallecas ha habido siempre un espíritu combativo y un grito de guerra: "¡A las armas!". Y la voluntad de la afición del Rayo, y en general la del barrio, es que el estadio no se vaya a ninguna parte. "Hay tal simbiosis que llega un punto en el que la manera en la que juega el equipo tiene que ver con la historia de lucha, coraje y asociación del barrio", explica Nicolás Casariego.
"No es habitual en clubes europeos de grandes ciudades. No suele ocurrir en barrios. Es importante la ubicación. El lugar que ocupa el estadio es el corazón de Vallecas", concluye el escritor.
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