Este artículo se publicó hace 13 años.
De la misma tierra
Murray, rival hoy de Nadal, se formó en España, donde aprendió a defenderse
"Murray es mejor que Nadal y Djokovic. Saca mejor, juega mejor en la red, incluso es más veloz que ellos. Sólo le falta confianza". William Pato Álvarez habla y toma partido por el escocés, rival hoy (14.00 horas, Teledeporte) de Nadal en la primera semifinal de Roland Garros. Sus palabras son las de un entrenador que disfruta viendo a un pupilo triunfar. Álvarez y Murray trabajaron juntos en la Academia Sánchez-Casal desde que el escocés, hoy número 4 del mundo, recaló allí con 14 años.
Aquella estancia, que duró cuatro años, marcaría para siempre la carrera de Murray, un jugador cuyo estilo no se corresponde con lo que se espera de un tenista británico. "Saca muy bien, pero después se pasa rápido a la contra. Tiene velocidad de pelota para ser más agresivo, pero no le molestan los intercambios largos", comenta Balcells, que coincidió con él en la academia. Aquel adolescente de pelo enmarañado y que nunca llegó a aprender bien español ya era un jugador a seguir desde muy joven. "Pato siempre dijo que iba a ser un fenómeno, y solía ganar a Coria y a Moyá cuando venían a entrenarse", recuerda Balcells.
En aquellos días, Andy aprendió algo que hoy forma parte de su ADN como tenista: la defensa. Según el perfil de entrenamiento que guardan de él en la academia, "trabajó cómo ser más estable, cómo cometer menos errores en vez de buscar winners". Es decir, le tutelaron más para no perder que para ganar. También formó parte de su entrenamiento el juego de piernas, quizá la parte más definitoria del tenis en tierra. "En los últimos partidos se ha metido más en la pista, está siendo más ofensivo y domina con un saque muy abierto", destaca otro miembro de la Academia Sánchez-Casal viendo esas evoluciones como el camino a seguir para ganar a Nadal.
A Murray las cosas no le han ido mal. Es el cuarto del mundo y está plenamente establecido en la élite. Pero le falta algo: aún no es un ganador y este año las cosas han empeorado. Murray compartía con Djokovic un puesto en el segundo escalón del tenis mundial. Este año, con el estirón del serbio, Andy se ha quedado un poco solo. Se espera que él también reaccione, que dé un golpe en la mesa y compita contra los grandes dominadores del tenis actual. No en vano, ya se encontró muchas veces con Djokovic en juveniles, pues con 24 años ambos sólo se llevan una semana y sus carreras siempre han trascurrido en paralelo.
Lo que le falla ahora es la confianza. Murray tiene que aprender a ser grande, un paso que todos los que quieren ser inmortales con una raqueta tienen que dar. A Djokovic le valió para ello la Copa Davis, un torneo en casa en el que se erigió como fundamental. "Ese punto de inflexión puede darse hoy", comentan en la academia.
Creen que ganar a Nadal en tierra sería un paso adelante definitivo, la asunción de que se puede salir victorioso en todas las superficies incluso a los mayores colosos. Para ganar con regularidad, primero hay que aprender a ganar estos grandes partidos. Y ese es el punto que aún busca el escocés Andy Murray.
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