Este artículo se publicó hace 17 años.
Ronaldinho sonríe
Falto de ambición y de juego, el Glasgow cedió toda la iniciativa al equipo de Rijkaard, que mató el encuentro a las primeras de cambio y disfrutó de los destellos de sus estrellas.
Con más oficio que buen juego, el Barcelona despachó su compromiso ante el Glasglow con una victoria reparadora. Más que por lo que supuso en términos estrictos, la clasificación virtual para los octavos de final de la Liga de Campeones, por lo que tuvo de confirmación en la recuperación anímica y de juego de Ronaldinho, que esta vez no marcó.
Foco de atención desde el inicio de curso por su baja forma, el delantero brasileño refrendó ante los escoceses que está en franca recuperación. Con permiso de Messi, el jugador que más inquietó al Glasgow, Ronaldinho reclamó su parcela de protagonismo en un encuentro deslucido, que el Barça ya había resuelto a los cinco minutos de juego. Del Gaúcho fueron algunos de los detalles más preciosistas del partido. Suya fue la iniciativa en los dos tantos. Y suyas las ganas de agradar y hacer que el equipo jugase bien.
Gol madrugador
No siempre lo consiguió el equipo dirigido por Rijkaard, porque el Glasgow en nada contribuyó. Tal y como había anunciado su técnico, los escoceses se encerraron en su área, renunciaron al balón y empobrecieron un enfrentamiento que agradeció los intentos de Ronaldinho por gustar. Así se lo reconoció el Camp Nou cuando Rijkaard lo sustituyó.
Tal y como se le exigía, el Barcelona mató el partido a las primeras de cambio, sin dar opción a la especulación. Bastaron cinco minutos para que los tres fantásticos de la delantera azulgrana trenzaran una jugada que retrató a la defensa escocesa. Ubicado en el extremo derecho de la frontal del área, Ronaldinho envió un centro preciso a Messi, cuyo cabezazo directo impactó en el palo izquierdo. Sin tiempo a dilucidar si se colaba o no en la portería, el antebrazo de Henry apareció en escena e impactó lo suficiente como para que el árbitro concediese gol.
El tanto tranquilizó los ánimos del Barça y durmió el juego, que discurrió a cámara lenta. Sin capacidad de reacción, el Glasgow cerró aún más sus filas y al equipo de Rijkaard le costó un mundo encontrar espacios para inquietar de nuevo a McGregor.
Lo intentó Messi con sus arrancadas fulgurantes. Lo probó Xavi desde el balcón del área. Y también Ronaldinho, cuyo chut provocó la estirada del meta escocés. Con mucha voluntad y bastante acierto, el brasileño insistió en su búsqueda del gran delantero que fue. Suya fue la jugada que hizo olvidar lo soporífero del partido y elevó el segundo tanto del Barça al marcador.
Con los tres fantásticos de nuevo en danza, Henry cambió el balón para Ronaldinho, que tiró una pared con Messi y se arrancó como un rayo. Su chut se estrelló contra McGregor, pero Messi, siempre atento, lo empujó hasta el fondo de la red. Ronaldinho sonrió. Y siguió haciéndolo después: con los chuts de Xavi, el empuje de Messi y la ambición de Bojan, que le sustituyó.
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