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La revancha tendrá que esperar

Justo empate en El Madrigal entre un Villarreal que fue de más a menos y un Arsenal ambicioso.

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Al toque, con la pelota como aliada, ocupando los espacios según los movimientos cadenciosos del balón, el Arsenal arrancó un empate de Vilareal aferrado a su estilo. Un ejercicio de grandeza, con chicos repletos de fútbol fresco que no doblaron la rodilla ni renegaron de sus convicciones cuando Senna les atronó con ese derechazo que reventó la escuadra izquierda de Almunia.

El Villarreal sí se traicionó. Con el marcador a favor, decidió replegarse y aguardar una contra. Se acomplejó ante el fútbol suave del Arsenal. No encontró la pelota y sin su identidad se desintegró. Se venció el equipo de Pellegrini salvo en el tramo final del primer tiempo. Ahí jugó a lo que mejor sabe. También tuvo el arreón final acuciado por lo dañino del resultado. Otra vez fue cuando recuperó el balón y empezó a moverlo con sentido cuando pudo sostenerle la mirada al Arsenal. La suma total del partido dice que el equipo de Wenger fue mejor con la pelota. La superioridad en el segundo tiempo fue aplastante en ese sentido.

Enchufados a Cesc, a esa facilidad con la que encuentra socios para iniciar jugadas, los jugadores del Arsenal aparecían acompasados con el toque y la aparición de espacios libres. Un toque de Cesc, dos pasos adelante, sin marca por los espacios creados por los movimientos con y sin balón, a la derecha aparecía Walcott. Una bala el chico. A Capdevila le pintó la cara de terror las dos primeras veces que le encaró y le dejó atrás. Aún le falta el poso de la experiencia para ajustar la precisión en el último pase y en el remate, pero anuncia un potencial incontrolable en carrera.

A la izquierda, Nasri era el que aparecía cuando las secuencias de toque del Arsenal se dirigían hacia ese costado. El francés estuvo bien con la cintura, pero le persiguieron los mismos problemas de temple que a Walcott. Cuando no eran Walcott y Nasri los que agujereaban las bandas, eran Sagna y Clichy los que se proyectaban. Siempre por sorpresa, siempre respondiendo a elaboraciones pulcras que desconcertaban al Villarreal.

Al que no le falló la regla de medir fue a Cesc. Dibujó un pase de 40 metros que Adebayor convirtió en una obra. El togolés durmió el balón con el pecho y sin que tocara la hierba ejecutó una tijera cruzada que sorprendió a Diego López. Era el premio a la ambición con la que el Arsenal se movió por el campo. Un fútbol elaborado por chico que mezclan el talento en las zonas de creación y la inteligencia y la potencia en las zonas de batalla. Allí se impusieron Denilson y Song. Fundieron a Senna y a Eguren para entregarle la pelota a Cesc. Y con ella en su poder, ya se sabe que manda. Y mucho.

1 - Villarreal: Diego López, Ángel, Gonzalo Rodríguez, Godín, Capdevila, Cani (Matías Fernández, m.46), Senna, Eguren, Ibagaza (Guille Franco, m.78), Llorente (Pires, m.70) y Rossi.

1 - Arsenal: Almunia (Fabianski, m.27), Sagna, Gallas (Djourou, m.43), Touré, Clichy, Walcott (Eboué, m.78), Song, Cesc, Denilson, Nasri y Adebayor.

Árbitro: Tom Henning Ovrebo (NOR). Mostró tarjeta amarilla a los visitantes Song, Adebayor, Cesc y Nasri.

Goles: 1-0, m.10: Senna. 1-1, m.65: Adebayor.

Incidencias: partido de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones disputado en el estadio de El madrigal, en Villarreal ante 22.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.

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