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Pep inicia la posmodernidad

Admirado por su belleza y resultados, el mundo observa a los azulgrana como paradigma del juego que vendrá

NOELIA ROMÁN

Como sucedió en su día con Salvador Dalí y su escandaloso surrealismo pictórico, o como ahora ocurre con Ferran Adrià y sus cosmopolitas esferificaciones culinarias, Pep Guardiola ha deconstruido las viejas recetas balompédicas para inaugurar la posmodernidad del fútbol. Con sus constantes innovaciones tácticas aunque no sólo, y más allá de los fabulosos resultados obtenidos (13 títulos de 16 posibles), el técnico catalán ha logrado que el discurso futbolístico del Barcelona encandile por su belleza plástica, traspase todas las fronteras y avance, con éxito, hacia la posmodernidad de la disciplina.

Revolucionario y contracultural como Marcelo Bielsa ya dijo que es, Guardiola ha evolucionado y personalizado las añejas propuestas tácticas entre otras, las de Michels en el Ajax de los setenta (el rondo) y las de Sacchi en el Milan de los noventa (la presión) para crear un modelo singular. En su constante búsqueda de la innovación para adelantarse a las respuestas del rival y mantener viva la capacidad competitiva de sus jugadores, el entrenador del Barça ha prescindido progresivamente de clásicos del fútbol como el delantero centro; ha recuperado otros como los extremos; ha renegado de la especialización en favor de la polivalencia; y ha evolucionado con soluciones propias, como el subversivo 3-7-0 que se inventó ante el Santos, en la final del Mundialito.

Guardiola evoluciona desde la esencia: el monopolio del balón

Tocado Alexis, y sin el lesionado Villa, Guardiola renunció por completo a los delanteros tenía a Pedro y a Cuenca y optó por llenar el campo de centrocampistas puros, como Busquets, Xavi, Iniesta, Thiago y Cesc, o reconvertidos, como Alves (lateral-interior-extremo) y hasta Messi, cada vez más retrasado. Como el argentino, la mayoría de ellos actuó de media punta en algún momento. El efecto de ese nuevo esquema fue tan impactante que Muricy Ramalho, el técnico del equipo peixe, señaló: 'Este sistema del Barça sería considerado un absurdo en Brasil'. 'Poner un medio más, en Brasil, es motivo para que te encierren', prosiguió.

El equipo azulgrana ha llegado a atacar sin delanteros y a defender con sólo tres y ningún zaguero puro viniendo de modelos más convencionales. En Roma, en la primera Champions de la era Guardiola, ante el Manchester United, el Barça jugó con un 4-3-3, con Messi y Henry actuando de extremos y Etoo como delantero centro. El camerunés y el argentino marcaron en aquel primer título europeo de Guardiola (2-0).

El técnico repitió esquema (4-3-3) en el primer Mundial de Clubes, el logrado en Abu Dabi ante el Estudiantes (2-1). Pero, inmerso en su segundo curso, el de Santpedor amplió las funciones del nueve, que ya no era Etoo sino Ibrahimovic. Messi y Henry seguían en los extremos, pero el sueco, con más posibilidades técnicas que el camerunés, debía participar más de la elaboración. La inadaptación de Ibra a las nuevas exigencias precipitaron, ese mismo curso, la siguiente evolución: la de Messi como delantero mentiroso. Así jugó la Pulga en la final de Wembley, este año, de nuevo ante el Manchester (3-1). A sus flancos, con movilidad, Pedro (un extremo) y Villa, otro delantero reconvertido.

En su cuarto año, Guardiola, poco amante de poner números a sus dibujos, ha radicalizado la revolución: a veces juega sin extremos o con uno sólo; con dos falsos nueves (Messi y Cesc); o sin ningún delantero. Todo para pasar a la posmodernidad desde la esencia del fútbol: el monopolio del balón.

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