Este artículo se publicó hace 14 años.
Un gigantesco símbolo del Mundial
El puente Mandela da la bienvenida a los visitantes del centro de Johannesburgo
Once balones gigantes y dos carteles de un sonriente Nelson Mandela dan la bienvenida estos días a los visitantes en el centro de Johannesburgo, un paisaje dominado por la antigua estación de ferrocarril y el puente que lleva el nombre del primer presidente negro de Suráfrica, país que alberga el Mundial de Fútbol 2010.
Los grandes carteles con la imagen de Mandela, que llegó al poder en 1994, tras el derrumbe del régimen de segregación racial del "apartheid", se despliegan en las entradas del imponente puente atirantado de 284 metros de longitud y 15 de ancho, que fue inaugurado en 2003.
Los carteles fueron desplegados el pasado día 4, en una ceremonia presidida por el alcalde de Johannesburgo, Amos Masondo, como una forma de dar la bienvenida a la ciudad a los miles de aficionados al fútbol y turistas de todo el mundo que la visitan con motivo de la competición.
A un lado del puente, en un extenso predio, se alinean gigantescos balones de fútbol, reproducciones del que se usó en cada una de las últimas once copas del mundo, hasta llegar al vilipendiado "Jabulani", que tanta desazón está causando a los porteros en Suráfrica 2010. Vigilados por un solitario policía, los balones se sostienen en una plataforma y con cables enterrados en el suelo para evitar que el viento los eche a rodar.
Figura omnipresenteLos surafricanos comparan el puente Mandela con los monumentos que dan identidad a otras ciudades, como la Torre Eiffel a París o la Estatua de la Libertad a Nueva York. El puente es el más largo de Suráfrica y une las zonas de Braamfontein, en el norte de Johannesburgo, con la de Newtown, en el sur, que estaban separados por la zona ferroviaria.
Mandela fue decisivo para que Suráfrica fuera sede del Mundial
Los dos pasos peatonales del puente están adornados con un extenso y multicolor mural de aficionados y banderas de los equipos que participan en el Mundial.
Mandela, también premio Nobel de la Paz y decisivo para que Suráfrica fuera sede del Mundial, ha sido el gran ausente de la fiesta del fútbol y tuvo que cancelar su participación en la ceremonia inaugural por la tragedia familiar que supuso la muerte de una bisnieta suya en un accidente de tráfico.
Pero la figura de Mandela es omnipresente en Suráfrica y desde el puente bautizado en su honor sonríe al mundo y a los aficionados al fútbol junto a once balones gigantes que recuerdan que aquí se está jugando un Mundial.
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