Este artículo se publicó hace 14 años.
El campeón de la calle
Con ese beso público a su novia, Casillas ha detenido el morbo como negocio
Un gesto tan natural, desde los sentimientos, como lo fueron sus lágrimas cuando se sintió campeón del mundo. Con ese beso a su novia, Casillas ha protagonizado su última gran parada. Ha detenido el sensacionalismo casposo con el que The Times pretendió vender periódicos sin fundamento periodístico alguno. En esa muestra pública de cariño, ha dado un puñetazo al morbo como negocio, aunque la imagen haya dado la vuelta al mundo y sea la más vista en la red. "Ha sido espontaneidad, somos de la calle, campechanos, gente normal", ha explicado el portero.
En el caso de Casillas, con ese muerdo, pico o comer la boca en lenguaje callejero, sería un error decir que se despojó del futbolista multimillonario y campeón del mundo para mostrar a la persona. Siempre ha sido así. No ha habido un jugador del Madrid que se haya rebelado más contra el término galáctico. En la carretera A-5, a la altura de los campos de fútbol bautizados con su nombre, aún permanece el enorme cartel publicitario con el que combatió ese calificativo que tanto repugna y aborrece: "Yo no soy galáctico, soy de Móstoles". Toda una declaración de normalidad, de reivindicar que siempre tuvo los pies en la tierra.
Como todo el que pisa suelo, Casillas siente y padece. En los primeros partidos no pudo evitar las distorsiones en su rendimiento. Era consciente de que algunas críticas profundizaban en la figura femenina que estaba detrás de la portería. Eso le dolía y lo perturbaba, hasta que recordó la normalidad del portero. No hay posición que congregue más admiradoras a sus espaldas que la del guardameta. Desde niño, Casillas ha vivido con ese aura de héroe solitario que acompaña a todo aquel que se pone bajo palos. En su caso, además acompañado del atractivo que genera en el sexo femenino. En este Mundial ha tenido detrás a su novia y cuando se estabilizó y asumió la normalidad de su relación, volvió para ser campeón del mundo y de la calle.
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