Este artículo se publicó hace 7 años.
Día de Todos los SantosDónde están las tumbas más ilustres
En Público te proponemos un itinerario por algunos de los camposantos más curiosos. Una topografía funeraria que va del parisino Père-Lachaise al lujoso Sant Michele en Venecia, pasando por el cementerio civil de Madrid.
Madrid--Actualizado a
La finitud del viaje es un tema muy serio. Caminar por entre las losas de cualquier camposanto nos recuerda con dramática insistencia que esto, el día menos pensado, se acaba. Abstraerse de tremendo asunto —¿acaso hay otro?— no es tarea fácil. En pro de una hipotética reconciliación que nos acerque de nuevo a “esa gran botica fracasada”, como la definió en su día Gómez de la Serna, en Público te detallamos algunas de sus curiosidades.
Si cuando hablamos de finados no hay clases que valgan, entre los cementerios sí que hay linajes. Los hay ilustres, como el parisino Père-Lachaise, que cuenta entre sus exánimes invitados a toda una constelación celebridades. Allí descansan —entre otros— Jim Morrison, Marcel Proust, Oscar Wilde, Édith Piaf, Frédéric Chopin o Molière. Sobra decir que, con semejante plantel de estrellas, la romería está más que asegurada.
En España la Almudena es quizá la necrópolis que mayor número de insignes moradores congrega. Santiago Ramón y Cajal, Juan Carlos Onetti, Tierno Galván o Lola Flores son algunos de sus más reputados residentes. Mención aparte merece el pomposo Panteón de los hombres ilustres. Erigido inicialmente con la intención de reunir a todas las grandes personalidades españolas, pero que quedó relegado a albergar los mausoleos de políticos de la Restauración como Cánovas, Canalejas, Dato o Sagasta, esculpidos por Mariano Benlliure o Agustín Querol.
Los no canónicos hasta en la sepultura se concentran en cementerios civiles. Un exotismo en nuestro país en el que yacen los más heterodoxos. El antiguo Cementerio Civil de Madrid da cobijo a librepensadores diversos a lo largo de 6 hectáreas y 30.000 lápidas. Una peculiar necrópolis en la que restan ateos reconocidos como Pablo Iglesias (senior), La Pasionaria o Pío Baroja, cuya tumba pasa desapercibida por su discreción.
Entre los más bellos destaca el tranquilo cementerio del pequeño pueblo valenciano de Sumacárcel. La revista funeraria Adiós Cultural, que vota los más destacados de España, ha tenido a bien este año declararlo el camposanto más bonito de España, reconocimiento que comparte con el cántabro de Castro Urdiales.
Los hay también eminentemente humildes. Tanto es así que han hecho de su menudencia un reclamo. Hablamos, por ejemplo, del cementerio más pequeño imaginable, construido para albergar una sola tumba y situado a las afueras del pequeño pueblo de Bausen, en pleno Vall d’Aran. Su única inquilina, según reza el epitafio, es Teresa de Belana, joven esposa de Francisco de Doceta, quien no tuvo más remedio que enterrar a su amada fuera del cementerio del pueblo. Según cuenta la leyenda, los enamorados podrían ser primos, lo que les obligaba a pagar una dispensa canónica para que la Iglesia mirara hacia otro lado. Se negaron —o no pudieron— y el bueno de Francisco hubo de enterrar a Teresa en un páramo perdido.
Menesterosos como Francisco y Teresa no tendrían ninguna opción en el prohibitivo cementerio monumental de San Michele, una pequeña isla situada a medio camino entre Venecia y Murano. El Ayuntamiento acaba de sacar a subasta la concesión, válida para 99 años, de 17 tumbas que bien por una deficitaria conservación o bien porque los contratos de arrendamiento han expirado, pasaron a manos municipales. Su importancia histórica y posición, así como el precio del metro cuadrado en la zona —que ronda los 10.000 euros— hacen que estas tumbas de lujo salgan a subasta con un precio de partida de 192.000 euros y un máximo de 335.000 euros. Los acaudalados finados que puedan permitirse una eternidad en esta isla veneciana compartirán lecho con residentes de la talla del poeta estadounidense Ezra Pound, el músico Igor Stravinski, el premio Nobel de Literatura Joseph Brodsky o el entrenador de fútbol Helenio Herrera.
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