Entrevista a Rodrigo Cortés"Que todos tengamos una, dice muy poco en favor de la opinión"
Madrid-
Rodrigo Cortés "no es María Moliner" pero presenta Verbolario, un diccionario muy personal y poco usual. En esta obra, reimagina las voces y sus significados siguiendo una estructura musical si se lee de forma lineal. Algo que, muy a su pesar, no suele ocurrir.
Rodrigo Cortés (Ourense, 1973) es escritor, director de cine, músico, podcaster, pintor y todo en lo que decida ocupar su tiempo en ese momento. En estos últimos años ha sacado una película considerada por la crítica "la gran olvidada de los Goya", El amor en su lugar (2021), y dos libros, Los años extraordinarios (2021) y Verbolario (2022).
Ha trabajado con actores de la talla de Uma Thurman, Robert De Niro, Sigourney Weaver o Ryan Reynolds, pero siempre regresa a los brazos de sus amigos Juan Gómez-Jurado, Javier Cansado y Arturo González-Campos para grabar dos de los podcast más reproducidos de España: Todopoderosos y Aquí hay dragones.
Dada su trayectoria, no sorprende que se le considere un creador renacentista, aunque él se considera más bien "inquietito". Para lo único que no ha conseguido sacar tiempo hasta ahora es para dormir las ocho horas recomendadas por los profesionales.
¿'Verbolario' es un libro de consulta?
En realidad, no, pero lo digo con toda la resignación y partiendo de la segura derrota. Porque, claro, un diccionario ortodoxo sí sería una obra de consulta. Nadie se lee el diccionario entero de pe a pa para ver cómo acaba y pensando que tal vez en la "y" vendrá una sorpresa que le hará reevaluar todo.
Bueno, quizás los que van a Pasapalabra...
Se lo leerán entero, pero no con la idea de que en la "y" va a haber un giro narrativo sorprendente hasta llegar por fin a azuzón, que lo aclara todo. Verbolario es una obra literaria y no es buena idea usarla como de consulta porque no están todas las palabras, simplemente. No soy María Moliner. La tendencia natural será la que yo mismo tendría, que es la del picoteo. No tanto la de consulta como la del libro oráculo del todo. Aunque habrá quien pueda ejercitar incluso la bibliomancia, que es abrirlo al azar y hacer preguntas al infinito.
Antes o después, el que quiera cazarlas todas y no se quiera perder ninguna va a tener que ir a la "A". Está elaborado y reelaborado, y compuesto y recompuesto, en términos musicales para que haya un flujo musical desde el principio hasta el final. De manera que las palabras acaban dialogando entre sí y rimando. Tienes que contemplar esa lectura, incluso porque hay ocasiones en las que he definido desde diferentes ángulos la misma voz a lo largo del tiempo. Todo eso queda recogido en forma de acepciones y tienes que reordenarlas. Y, a veces, deshacer recurrencias que son sonoras, estructurales o de términos. Precisamente, para que esa lectura pueda ser fluida. Cada vez que vez que el jersey se engancha en algún clavo tienes que limarlo.
¿Cómo se plantea y se comienza a construir este libro?
En realidad, parto de forma muy azarosa porque no me siento a definir voces definitivas que describan el mundo, o mi mundo. No me siento a definir dignidad y otro día sabiduría. Me vale vaso, salero y culo. Realmente la voz es lo de menos, porque no invento voces. Invento definiciones o las redescubro. Trato de acceder al significado oculto o secreto de palabras que ya existen, así que la palabra en el fondo es lo de menos. A veces pongo la radio, por ejemplo, y de cualquier discurso arbitrario voy extrayendo voces que me parece que son sonoras o que intuitivamente me parece que van a dar juego. O en otras ocasiones, leo artículos cualesquiera para proveerme de voces y, cuando tengo una lista suficiente, empiezo a enredar a ver qué pasa.
Una de las definiciones que viene al caso es la de 'entrevistador'. Así que la pregunta, aunque imagino que no es nueva, es evidente. ¿Por quién pondría la mano en el fuego Rodrigo Cortés?
En realidad, por nadie, y eso me incluye a mí mismo. Entre otras cosas porque nadie está a la altura moral de sus exigencias en otros. Y nadie resiste la lupa con la que observa el comportamiento ajeno. Creo que, en general, todos nos mantenemos más o menos a salvo con tal de que no demos lecciones. En el instante en que no aleccionas dejas de quedar, al menos, atrapado por tus propias pseudocertezas. De hecho, la definición de aleccionar en Verbolario es "dar una lección sin haberla aprendido antes".
¿Se sabe todas las definiciones de memoria?
No, eso sería preocupante. O me iría a Las Vegas a contar cartas. Sería uno de esos superdotados al que le tiras una caja de palillos y sabe exactamente cuántos son. Pero como responden a valoraciones reales internas y no son, en ese sentido, arbitrarias, muchas veces escucho la definición y sé acceder a cuál era su origen, o en ocasiones, las recuerdo.
Aunque usted no meta la mano en el fuego por nadie, hay quien sí lo hace hasta por gente que no conoce...
No es muy prudente. En general, no es muy prudente ni siquiera tener opinión sobre todo. Sería más deseable tener criterio, en cualquier caso. Que todos tengamos una, dice muy poco en favor de la opinión. Y, en cualquier caso, para formar eso que llamamos criterio hace falta mucho tiempo, mucha responsabilidad y acceder a las múltiples caras que conforman un poliedro. Solo después de eso, uno podrá acercarse siquiera a algo parecido a una opinión útil. Y eso va a pasar muy pocas veces y va a merecer la pena muy pocas veces.
La mayor parte de las veces no tiene ningún sentido pasar por ese túnel que acabo de describir para tener una opinión sobre cualquier memez de la que esté hablando todo el mundo hasta mañana, cuando alguien va a cambiar la canción y todos vamos a estar bailando otra cosa. Acabamos todos enfrentados constantemente con opiniones definitivas sobre temas en los que no habíamos pensado nunca, a los que no hemos prestado atención jamás y por una bandera que nos alza alguien hoy y que mañana será otra.
Así que imagina tener una opinión sobre lo desconocido o sobre alguien a quien no conoces. Cuando alguien te dice que ha hecho algo y te pide un juicio definitivo al respecto o si te parece bien o mal. Constantemente, la reflexión interna es "yo qué sé". Yo qué sé por qué lo ha hecho de verdad, yo qué sé cuáles la cuáles eran sus circunstancias, yo qué sé qué cosas están ocurriendo en ese instante para que tal cosa sucediera. Tengo pocas ganas de sancionar el mundo a cada rato.
¿Le piden muchas opiniones?
Sí, claro. Hay una especie de exigencia constante en la opinión. Incluso si rehúsas a darla, la contrarrespuesta es tan simplista como el "algo tendrás que opinar". O que, si no, hay una especie de tibieza. Hay que tener un posicionamiento marcado, que además tiene que ser no a favor de la luz, sino en contra de algo y que eso, además, determina tu bondad y de qué modo estás o no en el lado soleado de la existencia. Tengo, en lo personal, pocas ganas de dar explicaciones sobre cuánto sol hace en el lado de mi existencia, que tiende a variar a lo largo del día, además.
Se dice mucho eso de "no posicionándote, te estás posicionando"
Eso es una rueda de otro. Cuando haces eso, acabas jugando el partido de otro, el deporte de otro, con las reglas de otro, en el campo de otro. Pero resulta que se puede no hacer, lo tengo muy comprobado.
¿Qué tal se vive desde ese lado?
Más o menos igual, pero con menos opiniones. No se pueden hacer milagros tampoco.
¿Cómo funciona esa dinámica en la que Juan (Gómez-Jurado), Javier (Cansado), Arturo (González-Campos) y usted están haciendo cada uno sus proyectos, pero pendientes del otro, mostrando apoyo o prestando ayuda? Hacen tantas cosas que tendrán que ir pidiendo turno...
Se parece en realidad a eso porque somos amigos desde antes. De hecho, una de las cosas que convierte a Todopoderosos y a Aquí hay dragones en dos de las experiencias más gozosas en el aspecto profesional, son las lecciones constantes de generosidad que recibes. Porque lo habitual en una tertulia es el codazo, no necesariamente la zancadilla, pero sí el codazo. La impaciencia para que otro acabe y poder colocar la propia mercancía o el deseo de mostrar lo que se sabe. En el caso de Todopoderosos, lo que me encuentro cada vez es que, si alguien percibe que otro prepara un chiste, en lugar de pisárselo, le coloca la pelota para que lo rematé bien. Si alguien ve que otro trata de definir algo, se hace el tonto aunque lo sepa, para que pueda definírselo al oyente. Y eso se deriva también al exterior.
No se trata de que cuando das un mini paso profesional busques la validación de ninguno de tus compañeros, pero si alguno es especialmente ducho en algo, lo vas a compartir o simplemente se lo vas a enseñar al final. Porque es tu amigo, pero además es una persona muy formada en esa disciplina. Sucede que todos mis compañeros no solo son generosos, o no solo se produce una química poderosa entre todos, sino que son muy buenos en lo suyo y tienen un enorme instinto cómico y narrativo. Esa es una de las razones por las que los programas ya se han acabado convirtiendo en jam sessions.
¿Se han planteado o les han planteado a Juan (Gómez-Jurado) y a usted hacer algo juntos? Ya sea dirigiendo alguna adaptación de sus novelas o algún otro proyecto entre los dos
Sí, tanto dirigir como en alguna otra ocasión que escribiéramos algo juntos. Pero no es algo que nos hayamos planteado en realidad nunca, porque hay formas y formas de trabajar, nada más. A mí me encanta lo que él hace y a él, afortunadamente, le gusta lo que hago yo. Pero a la vez responden a presupuestos muy distintos y a formas de mirar el mundo que son afortunadamente muy distintas. No diré que incompatibles, pero en lo personal me cuesta entender cómo se trabaja a cuatro manos y, sin embargo, hay gente que lo hace muy bien. Los Coen llevan toda la vida haciéndolo, y hay escritores que son parejas creativas, sobre todo en el mundo del guion desde hace mucho. Seguro que es enriquecedor de muchas maneras, pero, en fin, aún no ha sucedido. Veremos en el futuro.
Por ejemplo, en la serie que se estrenará próximamente y que adaptará 'Reina Roja' de Juan Gómez-Jurado, ¿le han propuesto participar o le gustaría hacerlo?
Tuvimos conversaciones en su momento, pero no es un mundo en el que yo pudiera ser particularmente útil, así lo sentía. A mí me gusta mucho lo que hace Juan y disfruto mucho de sus novelas. Me las bebo y me las suele enseñar antes por si quiero hacerle algún comentario. Pero a la hora de convertir eso en un proyecto creativo que te va a llevar dos años de tu vida, necesitas expresar algo personal en lo que vibres y resuenes de forma poderosa como creador, no como espectador. Son universos distintos.
Cuando lee una novela suya, ¿se imagina las escenas y cómo las rodarías?
Sí, a veces sucede. Piensas cómo se podría traducir al cine y cómo funcionaría bien. También muchas veces dependen de momentos. Por ejemplo, cuando me hablaron de Reina Roja era un momento en el que quería mantenerme alejado del thriller durante una temporada. A veces sucede así. En ocasiones, tú buscas a un actor y al actor le apetece mucho trabajar contigo, pero acaba de hacer un proyecto que se parece un poco a aquel que tú le estás ofreciendo. Simplemente no es el momento adecuado, y un año antes habría dicho que sí o un año después lo dirá con otro proyecto. En el mundo del cine y de la literatura muchas cosas tienen que ver también con el timing.
Ha tenido la oportunidad de trabajar con actores y actrices de mucho talento y renombre. ¿Con quién más le gustaría trabajar?
Muchísimos, pero nunca partes de eso. Salvo que escribas para alguien y, además, tengas la oportunidad de hacerlo. De otro modo, sería muy insensato pretenderlo. Lo interesante es crear criaturas carnales y tridimensionales, y después tratar de encontrar la persona más adecuada. Por muchas razones: por energía, por talento o por su capacidad para financiar, que es un elemento que inevitablemente también hay que valorar en el mundo real. Pero me encantaría trabajar con Jennifer Lawrence, con (James) McAvoy o con Timothée Chalamet, pero en el proyecto adecuado. Y, además, estoy casi seguro de que habría que pedirle su opinión también a ellos.
Parece haber una especie de sentimiento compartido con 'Todopoderosos', y es que enseña a ver las cosas con más atención, con otros ojos
Muchas veces pienso, cuando hablo en los podcasts, que me estoy dirigiendo, y espero que esto no suene más cursi de la cuenta, a mi yo de 17 años. Que estamos haciendo el programa que me gustaría haber escuchado con 17 años. Cuando eres una esponja, buscas claves para interpretar el mundo y que te echen una pequeña mano para saber dónde hay que mirar. No para decirte cómo, porque eso es completamente individual y no se puede convertir en monolítico.
Sí que hay una manera de mirar más allá de la apariencia, que hay una razón por la que se toman decisiones formales y forma parte del juego de desentrañarlas porque tienen un efecto. Cuando las conoces y cuando no, o cuando no tienes ni idea de cómo se hace algo, igualmente te afecta por el modo en el que se ha hecho. A menudo, cuando se toman decisiones en la creación, alguien dice "eso da igual", "la gente no lo sabe", "nadie se va a dar cuenta" o "a la gente no le importa". Y eso es verdad, en parte. Pero es que nos dedicamos precisamente a aquello que a la gente no le importa. De eso se trata un escritor, cuida aquello que a la gente no le importa. Un director y un músico cuidan de aquello que a la gente no le importa. Porque no les importa, pero les afecta.
¿Ha habido cierto desencuentro entre 'El amor en su lugar' y los Goya?
Los premios son injustos siempre. Cuando te los dan y cuando no te los dan. Porque esto no es atletismo. En el atletismo alguien llega un milímetro más lejos o un milisegundo antes, y eso es muy objetivo. Pero las películas no son carreras de galgos. Por otro lado, los premios no se han creado para impartir justicia, ni siquiera es esa su función. Su función es la de ensalzar una industria en un momento concreto del año para que todos miren hacia allá. En ese sentido, se parecen más a las fallas y lo importante son las fallas, no la fallera mayor. Cada año se lo dan a una, a la que le hace mucha ilusión ser la fallera mayor. Y hay una familia vecina muy decepcionada porque cree que su hija reúne condiciones mejores para el puesto. Pero en el fondo, de lo que se trata es de que se hable de las fallas. Así que uno no debería tomárselo muy en serio, o como mínimo, no como muestra subjetiva de nada.
Eso incluye las veces en que los ganas y tienes el viento de cola. Parece que todo confirma que eres una especie de prohombre, pero no es verdad, no es así. Responde a circunstancias que tienen que ver con el viento y la temperatura. Con muchas circunstancias en las que los planetas se alinean o no. Obviamente, cuando te premian mucho, las cosas son más fáciles. Porque hay más razones para que los demás presten atención, para que se acerquen a la sala y para que hayan oído hablar de ti. Cuando no sucede así, no te beneficia. Pero esa es la realidad de las cosas y no tiene mucho sentido darles mayor alcance o encontrar explicaciones morales o míticas al respecto.
Ha causado cierta sorpresa, quizás por la imagen proyectada de Rodrigo Cortés, que comentase la final del Mundial de fútbol
Bueno, comentar al final del Mundial... parece que fuera Manolo Lama...
A su manera, pero ahí estaba pendiente. La gente que le ve puede creer que no le gusta el fútbol y cumple el estereotipo de estar leyendo un libro frente a la chimenea mientras el mundo entero comenta un partido de fútbol
No es mi deporte favorito. No el fútbol, sino el del desprecio desde la chimenea. No soy un enorme futbolero ni soy un gran conocedor. Soy de los que cuando ven un partido miran a dónde va la pelota y no toda la estrategia o lo que pasa alrededor. Pero partidos importantes los veo, en este caso la segunda parte. Y con cierto desapego teórico, hasta que vi celebrar a Macron y pensé: "si resulta que voy con Argentina". Me dio mucha tranquilidad porque solo entiendo el fútbol deseando que gane uno. Hay gente a la que le gusta tanto que disfruta los aspectos técnicos y le da igual quién gane, porque está viendo como quien ve una gran película, pero no es mi caso.
¿Qué es eso que hace si tiene una tarde libre?
Esto va a ser muy petulante, pero hace mucho que no tengo una tarde libre. Como hace mucho que no tengo vacaciones de forma formal. No me voy a un sitio 15 días a desconectar. Por otro lado, no tengo a nadie a quien culpar de ello, porque soy yo quien se ocupa el tiempo haciendo cosas que difícilmente puedes llamar trabajo de tanto que las disfrutas. Eso no significa que esté encerrado en un despacho de la mañana a la noche. Voy a menudo al Parque del Retiro a trabajar. Me abro el ordenador y escribo allí. No con alguien dando un ritmo de galeras en algún sótano.
Camino muchísimo, por ejemplo. Cuando voy de un sitio a otro es muy raro que coja un taxi o el metro. Si puedo, voy andando aunque esté a una hora de distancia. Luego voy al cine dos o tres veces a la semana. Sigue siendo la forma en la que prefiero ver las películas. En esa capilla que apaga el mundo durante dos horas, te aísla de otros estímulos y te obliga a subirte a la vagoneta de otro antes de dejarte abandonado en cualquier cuneta al sol dos horas después. Así que, como ves, mis aficiones son simples y aburridas.
¿Cómo elige la película que va a ver? ¿Va a tiro fijo o va a ver lo que hay?
Tomo la decisión antes, generalmente por el director. Y, en cualquier caso, por cosas que he leído, por lo que te dice el olfato acerca de algo, o por la recomendación de alguien a cuyo criterio prestas más atención. Cuando son de gente a la que sigo, incluso cuando oigo malas cosas al respecto, procuro verlas. Porque cuando es gente buena de verdad, siempre hay cosas que aprender, siempre hay momentos únicos que capturar.
¿Recuerda alguna película que no haya ido a ver muy convencido y le acabase sorprendiendo?
Soy malo para esa pregunta, me quedo en blanco. Entre otras cosas porque si espero algo malo, en general, no voy. Nunca voy al cine a ver a quien no me gusta, sino más bien al revés. Trato de recordar cuando ir al cine era una fiesta en y todas las primeras eran buenas. Porque te dejaban ir al cine y las películas se dividían entre buenas y buenísimas. Entonces Ursus era buena porque se peleaba con un toro al final. Karate Kid era buenísima porque le daba la patada de la grulla y salías del cine remedándola. Trato de recordar eso para mantener lo más a raya posible al cínico que todos llevamos dentro y que va ganando espacio con la edad. El que siempre quiere decir "lo he visto mejor hecho" o "lo he visto antes".
O en su caso, "yo lo haría mejor"
O yo lo haría mejor. En cualquier caso, cuando hay gente buena tienes cosas que robar, siempre tienes cosas para aprender.
¿Tiene alguna rutina diaria para escribir?
Tengo disciplina, pero no rutinas porque hago cosas muy diferentes que determinan días muy distintos. Es muy diferente el día cuando estás escribiendo que cuando estás rodando. No tiene nada que ver, entre otras cosas, porque puedes dedicar tiempos concretos que tienes que exprimir de formas distintas. Cuando escribí Los años extraordinarios, por ejemplo, lo hice en riguroso secreto. Trabajaba solo en cafeterías y me levantaba generalmente a las 05.00 de la mañana para poder dedicar dos meses de forma exclusiva y obsesiva a eso, antes de que otro proyecto me sacara de la carretera durante una temporada.
Cuando ruedas, no hay forma de compatibilizarlo con la vida. Te levantas a las 04.00 de la mañana, duermes tres o cuatro horas diarias y más te vale que no tengas que hacer nada oficial. Que no recibas ninguna carta de Hacienda, porque no hay forma de darle curso. No es lo mismo el día que hay podcast.
En todo caso, dedico muchas horas a unas cosas y otras alternándolas. Y para lo único que no he conseguido tiempo aún es para dormir. Y voy a tener que encontrarlo, porque no es razonable dormir cuatro o cinco horas diarias.
¿En qué está trabajando ahora?
Sin dar más detalles de la cuenta, estoy tratando de remontar una de esas montañas improbables que algunos llaman películas. Así que, si todo va bien, lo siguiente será peli. Y, sin embargo, estoy trabajando a la vez en varias cosas. Siempre te toca trabajar con varias pelotas a la vez.
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