Este artículo se publicó hace 6 años.
Concierto de U2 en MadridTicketmaster, sobre las entradas de U2 a 1.580 euros: "Nadie te pone una pistola para comprar una entrada"
Eugeni Calsamiglia, director general de Ticketmaster España, lo define como "precio dinámico y confiesa que "poner el precio a una entrada de un concierto es lo más difícil de afinar" cuando se trata de obtener el máximo beneficio.
Madrid-
Las Entradas Platinum para ver a U2 el 20 de septiembre de 2018 en el WiZink Center de Madrid tenían un precio inicial entre 1.255 y 1.580 euros, pero un mes después cuestan desde 640 hasta 805 euros. Esta variación se da en la web de Ticketmaster, empresa del mercado primario encargada de la venta para este recital.
A esto hay que añadir que las Entradas Platinum para la segunda fecha de U2 en Madrid, el día 21 de septiembre también en el WiZink Center, empezaron directamente con ese precio entre 640 y 805 euros, en lugar de los más de 1.200 del primer recital. Estas butacas especiales están ubicadas en las gradas extensibles del pabellón, que para la ocasión estarán disponibles entre la grada normal y la pista, donde los tickets, ya agotados, tuvieron un precio de 84 euros más gastos.
Lo que se ha introducido aquí, aparte de la habitual diferenciación entre pista y distintos sectores de grada, es algo que el director general de Ticketmaster España, Eugeni Calsamiglia, llama "precio dinámico" y que parte, según explica, de que "poner el precio a una entrada de un concierto es lo más difícil de afinar" cuando se trata de obtener el máximo beneficio.
"Hay costes de producción, caché, recinto... Intentas maximizarlo. Hay que poner un precio con el objetivo de llenar todo al máximo posible", resume, para luego aclarar: "Hay conciertos que se venden en una hora o menos y eso es un éxito seguro, pero puede que no sea un éxito económico porque el precio era bajo. Es ahí donde termina apareciendo el revendedor para hacer negocio de este desajuste entre oferta y demanda de precio".
Precisamente por esto, explica Calsamiglia que Ticketmaster ofrece al promotor diferentes opciones para tratar de reducir la reventa, como pueden ser las entradas nominativas, el 'fan verificado' o las Entradas Platinum: "Una parte muy pequeña, igual unas 300 entradas, que se consideran las mejores. Y como son las mejores, son las que terminan saliendo a reventa a precio disparadísimo".
Entradas que cambian de precio
Para evitar que el precio se dispare y el revendedor tenga un amplio margen de beneficio, Ticketmaster pone esas entradas platinum con un "precio dinámico para que la gente pague lo que esté dispuesta a pagar, ajustándose así el precio a la demanda". Por eso los ticketes de este tipo para ver a U2 el 20 de septiembre ya cuestan la mitad, porque no hubo comprador al precio inicial de 1.255 a 1580 euros.
"A veces es un poquito superior al precio normal y otras veces es mucho más alto, no hay una regla, pero tenemos un equipo que lo va ajustando por experiencia y tecnología", detalla, para acto seguido vaticinar que las Entradas Platinum para U2, "si están a 800 ahora, igual bajan hasta 310 euros, que es lo que vale la más cara" dentro de la tipología normal de tickets.
Y aún agrega: "La gente paga lo que quiere pagar. Las entradas se acaban vendiendo, lo que no se sabe el precio. La cuestión es que cuando las ponemos a la venta esas entradas ya no valen 190 euros sino 800, de manera que al revendedor le dejamos un margen pequeño e igual no le compensa. Al final tu decides, nadie te pone una pistola para comprar una entrada".
Defiende el director general de Ticketmaster España que si alguien compra una Entrada Platinum, sabe que esa localidad "es transparente", mientras que en webs de reventa "pueden costar 1.000 euros igualmente pero no sabes si es fiable". "Con una entrada general no se hace mucho dinero, se hace con las que son especiales y con las que la gente está dispuesta a pagar más", enfatiza.
Un escenario de futuro
Rechaza en este punto Calsamiglia que este tipo de estrategias suponga que solo "puedan asistir quienes puedan pagar altos precios", puesto que desde el "resto de localidades de un pabellón se ve también extraordinariamente bien". Por eso, insiste en que de esta manera se "combate de alguna forma la reventa y ese dinero que antes se movía en el mercado secundario ahora se revierte en el artista y el promotor".
Lo que no sabe Calsamiglia, en cualquier caso, es si en un futuro cercano todas las entradas de los grandes conciertos se venderán con precio dinámico, diferenciando por zonas. "Es un producto con el es muy difícil saber cuanto está dispuesta la gente a pagar. Dudo mucho que lleguemos a que estas entradas sean todas así, pero sí creo que las que tengan más valor puedan estar en este escenario dinámico de manera habitual", plantea.
Explica en este punto que las "variables que influyen son el artista y el aforo", puesto que, según explica, "igual Björk no llena un estadio pero para una actuación en el Liceu de Barcelona hay tortas". Ante la duda para de cómo ajustar el precio para obtener el mayor beneficio, responde el ejecutivo de Ticketmaster que "es obvio que un escenario en precio dinámico consigue optimizar como negocio lo que hace el promotor". "Que es el empresario que arriesga su dinero por un beneficio", remacha.
Eliminar la reventa
En cualquier caso, admite Calsamiglia que "eliminar la reventa es muy complicado", a pesar de lo cual Ticketmaster, como empresa del mercado primario de venta, tiene el "compromiso con los promotores de darles las herramientas para que no haya terceros que se puedan beneficiar de su trabajo".
Por eso, aún apostilla: "Se trata de reducir la reventa, eliminarla no se puede, incluso un fan puede vender una entrada. De lo que se trata es de evitar la reventa como fenómeno masivo y, sobre todo, de conseguir que quien la compre tenga la seguridad de que la entrada es legal, que no hay sobreprecio".
"Hay mucha gente que agradece tener una segunda oportunidad de comprar en reventa. Si no hubiera mercado secundario, eso no existiría. Nadie te pone una pistola para comprar una entrada", insiste, antes de zanjar: "Pero quien quiera ir, que pueda ir. Cada cual decide".
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