Este artículo se publicó hace 8 años.
Thomas Lilti: “Es indecente que muramos en hospitales y no en nuestras casas”
Médico y cineasta, ha batido récords de espectadores en Francia con su nueva película, ‘Un doctor en la campiña’, donde presenta los problemas de la Medicina rural en su país y sus “dramáticas y vergonzosas consecuencias”.
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MADRID.- De los recortes en Sanidad y sus efectos en los hospitales públicos franceses (en su filme Hipócrates), Thomas Lilti –médico y cineasta- ha pasado a ocuparse de las dificultades que atraviesa hoy en Francia la Medicina rural. La creación de lo que se conoce como los ‘desiertos médicos’, la pérdida de humanidad en el oficio, la especulación con los centros de salud y otras “dramáticas y vergonzosas consecuencias” están en su nuevo filme, Un doctor en la campiña.
Tan política como la anterior, esta película es también como aquella una historia de amistad y de aprendizaje, aunque en esta ocasión el director y guionista ha contado con una gran estrella, François Cluzet, a quien acompaña en el otro papel principal Marianne Denicourt. Con su complicidad, la preocupación real de los franceses por la situación que se agrava cada día y, seguramente, el tono positivo del filme –“la Medicina cura y yo quería contar también eso”-, la película ha sido un enorme éxito, con más de 1,6 millones de espectadores.
La despoblación de las zonas rurales provoca que cada vez haya menos médicos en los pueblos y, por tanto, una muy deficiente atención médica.
Sí y las consecuencias son dramáticas y vergonzosas porque es un círculo vicioso. Los médicos desaparecen porque la vida en el campo es difícil y la gente se marcha, cada vez hay menos médicos y cuantos menos haya, más gente se irá. Eso favorece lo que se llaman zonas de ‘desierto médico’.
Ha tenido un enorme éxito con esta película en Francia, 1,6 millones de espectadores, ¿la preocupación por la situación de la Sanidad cree que es parte de este interés?
Sí. Creo que la Medicina es una preocupación general y en Francia hay una preocupación especial por el problema de esos ‘desiertos médicos’. Son zonas donde no quieren instalarse ni los jóvenes que empiezan. Es un gravísimo problema que los políticos no consiguen solucionar.
Al perderse los médicos rurales ¿se pierde también cierta humanidad?
Sí. Y yo quería precisamente contar esa Medicina. También quería hacer cierto paralelismo entre esta y la de hospital. Hice muchas sustituciones como médico rural al principio de mi carrera y eso me marcó mucho. En los hospitales aprendes una Medicina muy técnica, la Medicina rural pide cualidades humanas. Quise rendir homenaje a ese oficio. En las zonas rurales ser médico exige empatía, conversación, es una profesión en la que no solo da el médico, sino que este también recibe mucho del paciente.
¿Hay mucho de autobiográfico en esta película?
Los personajes principales son inventados, pero, por ejemplo, la historia del señor mayor que quiere morir en su casa es real, tuve que enfrentarme a ella cuando era médico en una zona así. Eso me afecta mucho. ¿Sabes que en Francia, uno de los países más adelantados y ricos del mundo, el 80% de la gente muere en un hospital? Es una cifra enorme. Es indecente que no podamos morir en nuestra casa. Yo pongo ese tema encima de la mesa.
Cannes (donde por cierto el jurado estaba presidido por un médico y director, como usted, George Miller) ha reabierto, un año más, el debate de si el cine ‘debe ser’ o simplemente ‘es’ político sin discusión…
El cine es político de todas las formas, incluso cuando crees que no lo es. Incluso el cine que no quiere ser político lo es porque eso es ya una posición política. Yo me siento un cineasta comprometido con todos los temas. Intento, es verdad, que la política no esté en primer plano, busco que el espectador lo pase bien, pero lo que yo pretendo siempre es contar algo del mundo que nos rodea. Y eso es una mirada comprometida y política.
El médico de su película está gravemente enfermo, además de servir para que apareciese un relevo, ¿quería con ello mostrar que las enfermedades se curan?
Sí. Por una parte tenía ganas de tratar el tema del médico enfermo, porque para muchos médicos es complicado aceptar su enfermedad, contarla y abrirse. Este médico está solo y con su enfermedad, un poco más. Tiene que asumir que está enfermo, pero claro, a los pacientes a lo mejor les parece feo ir a contar una enfermedad a alguien que sabes que está peor que tú. Pero, por otro lado, claro que quería que fuera una película optimista. La Medicina cura y yo quiero contar eso.
De alguna forma y ahora que están tan de moda los superhéroes, ¿no son los médicos los auténticos superhéroes de este mundo?
Sí, son un poco superhéroes. Pero también vemos los sacrificios que tienen que hacer esos médicos y lo frágiles que son, es una paradoja. Son superhéroes para los enfermos, aunque ellos no se vean así.
Cuando hizo ‘Hipócrates’ dijo que siempre volverá a la Medicina porque es una vocación verdadera, ¿sigue con esa intención?
Mi vocación sigue siendo la Medicina. Hago películas que hablan de Medicina y las hago como médico. Mi formación es como médico, no como director de cine. François Cluzet decía en el rodaje que veía en mí al médico más que al director. Creo que eso lo transmiten las películas, la mirada del médico.
¿Hará alguna vez una película que no sea sobre Medicina?
Supongo. Al mismo tiempo, tengo la sensación de que las películas que hago cuentan más cosas, además de la Medicina. Creo que hablan de la iniciación, aquí del mundo rural, de las dificultades del mundo de hoy, de la vida modesta, generosa y altruista de algunas personas… Pero no tengo ningún problema en contar otros temas si parten de la Medicina.
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