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Actualizado:Salimos a la calle con los nubarrones de la campaña electoral sobre nuestras cabezas. No todas las Diadas de Sant Jordi se celebran en plena tempestad tras el debate electoral y a cinco días de los comicios. Uno espera encontrarse las caras de las candidatas y los candidatos mojando todas las paradas a lo largo de la Rambla de Catalunya, Passeig de Gràcia y las Ramblas, pero a la hora de la verdad, amaina y acaba haciendo un sol espatarrante.
Libros sobre el Procés sí los hay, y a manta. Libros escritos por presos políticos como los cuentos de Oriol Junqueras a sus hijos, o el ensayo de Raül Romeva Esperança i llibertat, ambos en Ara Llibres. El diálogo entre Jordi Cuixart y Gemma Nierga, editado por Rosa dels Vents, aglutina a decenas de personas ante el tenderete de Òmnium Cultural que hacen cola para que la segunda les firme sus ejemplares. Desde fuera de la cárcel, el del abogado Gonzalo Boye (...Y ahí lo dejo), el de la periodista Lola García (El naufragio) o las reflexiones a tres bandas de Xavier Domènech, Joan Tardà y Àngels Barceló (Entre Ítaca e Icaria) monopolizan las secciones de política. Pero de la cara de Pedro Sánchez, apenas rastro.
Preguntamos en La Central, con su puesto en la calle Provença y el librero Oriol Pastor nos dice que de política han traído mucha cosa de feminismo y nos recomienda Pensamiento monógamo, terror poliamoroso de Brigitte Vasallo. También de terrible actualidad, aunque por otros motivos, está Facha, de Jason Stanley y editado por Blackie Books. Pero que del debate electoral ya ni se acordaba esta mañana, aunque se lo tragó enterito. “Ahora que lo dices, de los cuatro de anoche, solo tenemos un libro: el de Pablo Iglesias con Enric Juliana [Nudo España]”.
Abruptamente nos aborda una señora en plena conversación y pregunta por el señor Mendoza. “¿Está aquí? ¿Está aquí firmando?” No, señora, firma en el puesto que encontrará al cruzar la calle. Buscan a Eduardo Mendoza, a Enrique Vila-Matas, a Rosa Montero, a los tótems habituales de cada Sant Jordi y hacen cola, también como cada Sant Jordi, por lo mediático: la cola para que firme Risto Mejide llega casi a media manzana. Ahora le toca el turno a dos niños, que por la edad deben estar aprendiendo a leer. Más arriba, el octogenario Joaquim Carbó responde preguntas a otro periodista con admirable vitalidad. En general y a pesar de la lluvia matutina no hace mal día para los escritores, que se saludan efusivamente y agradecen a los lectores su eterna fidelidad.
Los tenderetes de los partidos, más grandes
De acuerdo, puede ser que las librerías no den tanto pábulo a los libros sobre política española como quizá quisieran los grandes partidos en contienda durante estos días estratégicos, pero de su presencia, si es necesario, se encargan ellos mismos. Los tenderetes de partidos, de por sí habituales en cada Sant Jordi, hoy son más grandes, quizá más activos, con aires de expositor de gran marca china en el Mobile World Congress. En el del PSOE el gran rostro en blanco y negro del Presidente Sánchez otea impasible el paso de los peatones, por lo demás poco interesados en el libro de Miquel Iceta o en la Petita Història de Ernest Lluch, ilustrada por Pilarín Bayés. En el de Junts per Catalunya se han dado encuentro los principales candidatos en carne y hueso. Que si Laura Borràs, que si Ramon Tremosa, que si Elsa Artadi. Atraen, ellos sí y más que cualquier libro, la atención de fieles y curiosos; también de las cámaras de televisión.
Puede ser que las librerías no den tanto pábulo a los libros sobre política española como quizá quisieran los grandes partidos en contienda durante estos días estratégicos
Un grupito de post-adolescentes claramente poco interesados en política pasa frente al tumulto y el más gracioso de ellos les dice a los demás que vigilen, que ahí les pueden robar algo. Más abajo, en un chaflán de plaza de Catalunya como quien pide limosna, un partido emergente de extrema derecha marca pecho por lo que puedan decir. Un señor con barba recortadita se abraza a una señora, que debe ser una tía suya, y bajo la pequeña carpa, tres chavales jovenes aguantan las miradas con estoicismo. Uno de ellos viste un destacable polo Lacoste en el que el cocodrilo, más grande de la cuenta, luce de color rojigualdo. Ni rastro de libros, por aquí. Total para qué, si ellos están a lo que están.
Al dejar atrás el bar Zurich y meternos en el meollo de las Ramblas, entre Pelai y Canaletas, recordamos que hace apenas unas horas los dueños y señores de la calle eran fundamentalmente turistas. Hoy se acobardan un poco, o quedan más disimulados entre la marea local, y sin embargo en la Plaza de Catalunya destacan algo más sobre el resto, aunque carguen rosas y libros como cualquier hijo de vecino.
Ya en las Ramblas pedimos a más libreros que nos den sus impresiones sobre la jornada: a diferencia de otros años “por aquí no ha pasado ni un político”, nos dice Jordi Martorell de la librería Cap i Cua, en su puesto a pocos metros de la calle Tallers. Quizá ha sido la lluvia, vaya usted a saber. Otro librero constata que la única diferencia respecto a otros años, dada la campaña, es que los empleados del Ayuntamiento están siendo más amables. Prefiere que silenciemos su nombre, por razones evidentes.
En la tienda de cómics Arkham, el librero Xavi Doménech nos recomienda Heathen, editado por Astiberri, que la misma autora Natasha Alterici define como feminista lesbiano vikingo. En Gigamesh, librería especializada, nos recomiendan a Brandon Sanderson, como exponente del género fantástico; a Cixin Liu, boom de la ciencia ficción contemporánea, y a Charles Stross, como autor de terror.
Y a medida que nos acercamos al final de la Rambla, y que la gente se va dispersando en cuentagotas, aparecen algo relegados los puestos de asociaciones, sindicatos y medios alternativos, que hablan de política como les da la gana, campañas y debates a un lado. En la Ciutat Invisible, librería cooperativa con puesto en la Rambla de Santa Mònica, nos recomiendan uno de ficción y otro de no-ficción. El primero es Altai, segunda parte de Q, escrita por el colectivo Wu Ming y editada en catalán por Tigre de Paper. El segundo, La palabra más sexy es sí, de Shaina Joy Machlus, editada en castellano por Vergara y en catalán por L’Altra. De nuevo, lecturas feministas que eclipsan por Sant Jordi una campaña electoral que no protagoniza la jornada. Al final incluso nos ponemos las gafas de sol.
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