Entrevista a Mercè Ibarz"Rodoreda escondió su periodismo para decir que lo que había representado la República había sido destruido para siempre"
La escritora y periodista ha editado el libro 'Avui, que ens són familiars la browning i els gàngsters’ (Comanegra), que recupera el periodismo olvidado de Mercè Rodoreda.
Emma Pons
Barcelona--Actualizado a
La escritora y periodista Mercè Ibarz (Saidí, Huesca, 1954) lleva décadas estudiando la obra de Mercè Rodoreda, que no se puede desvincular, como la de ningún autor, de su propia vida. En el caso de la escritora de Mirall trencat, una vida marcada por la Guerra civil y el exilio, que sería un punto de inflexión en su carrera y que la forzó a dar a su obra un "tono grave".
Ibarz ha editado Avui, que ens són familiars la browning i els gàngsters (Comanegra), un volumen sobre el periodismo de Rodoreda, hasta ahora en el olvido. Anterior a la Guerra civil y de un tono muy diferente, ella voluntariamente quiso dejarlo atrás, como las novelas que escribió en aquella época, excepto Aloma, que reescribiría de arriba abajo.
El volumen que se publica ahora contiene entrevistas a personajes del mundo literario y cultural, reportajes como el que hace sobre la mujer y la hija de Francesc Macià, críticas de libros de Anna Murià, Josep Pla o Aurora Bertrana, y textos satíricos publicados en diarios de la época, entre 1932 y 1934. Rodoreda era una periodista de la "Catalunya en revolución", como dice la misma Ibarz, y la sátira era un elemento distintivo.
"La guerra es lo que transforma ese humor y la visión risueña y satírica de Rodoreda", afirma Ibarz. La etapa periodística se acabaría, pero en las novelas posteriores de Rodoreda esta sátira se transforma en un "humor negro" tamizado por la experiencia del conflicto y el exilio: "Las guerras cambian a las personas, y el tema principal de la obra de Rodoreda es la guerra".
La guerra es lo que transforma ese humor y la visión risueña y satírica de Rodoreda
Precisamente, hacer "tabula rasa" de lo que había escrito antes de la guerra supuso una forma de romper con lo que había significado la Segunda República. "Lo que te viene a decir es que todo aquello no volverá a existir. Que la Catalunya republicana había sido destruida".
Con la recuperación de estos textos, Ibarz nos aboca a una forma diferente de leer a Rodoreda y reafirma lo que ya había constatado con investigaciones anteriores: "Rodoreda, ya antes de la guerra, es una escritora formada. No se hace en el exilio, como todavía se dice a veces".
¿Qué supone la publicación de este libro para el estudio de Rodoreda?
Con este libro, se ve un aspecto muy interesante, que es el hecho de que Rodoreda, ya antes de la guerra, y más cuando se va al exilio, es una escritora bastante formada. Ha leído mucho, ha visto mucho cine, teatro... Y trabaja muchísimo, eso es un aspecto de su personalidad. No puede decirse, como a veces todavía se hace, que es una escritora que se hace en el exilio.
Cuenta que la etapa de Rodoreda como periodista no la recordaba nadie. ¿Por qué?
Ahora todo parece muy fácil de recuperar. Pero en ese momento era un trabajo de archivo que creo que sólo hice yo. Corría el año 1991, y entonces me fijé sobre todo en las entrevistas. Y a ver, es que ella hizo tabula rasa de toda esa etapa. Hay una tendencia a decir que quizá no hace falta leer [lo que escribió en esa época], pero sí que es necesario si quieres saber cómo es la Rodoreda que se va al exilio.
¿Por qué decidió investigar esto?
Cuando hablas de una vida y, además, de esa vida en relación con su obra, o de la obra en relación con la vida, requiere investigación y mucha lectura. Hay que saber el contexto en el que se producen las obras, de donde sale ese escritor. Un escritor no es una seta, no sale de la nada. Es el producto de su época.
¿Por qué escogió este título?
Es asombroso, porque cuando leí este artículo me quedé de piedra. Estoy hablando del año 1990, ella había muerto en 1983. La visión en ese momento de Rodoreda era de una escritora cursi. Yo ya formaba parte de otra generación de lectores que no la encontrábamos en absoluto así, pero es que con aquella frase se levantaba delante de mí otra Rodoreda.
El párrafo donde aparece el título dice: "Hoy, que el motor gruñón de los aviones apenas nos hace levantar la cabeza; hoy, que las grandes velocidades no nos sorprenden; [...] hoy, que nos son familiares la [pistola] browning y los gánsteres y la bomba bajo el asiento del más inofensivo tranvía..." y es una crítica a la reposición año tras año de Don Juan Tenorio en los teatros.
Para mí es la forma de decirle al público que la Rodoreda que encontrarán dentro del libro es sorprendente. Es una frase con la que describe su tiempo, la modernidad, y no evita el tema social. Dice, bueno, es que ponen bombas en los tranvías. Es como si estuvieras viendo una pequeña película, como si cada frase fuera un plano cinematográfico. El estilo de Rodoreda ha estado muy relacionado con el cine, como casi todos los escritores de esa época.
Recoge textos de cuando era muy joven, de los 24 a los 26 años (1932-1934).
Es la Rodoreda joven, efectivamente. Pero es que ya se dejaba vislumbrar un poco lo que vendría después. Ya se ve en Aloma [publicada en 1938]. O sea, la guerra es algo muy serio. Y, por tanto, lo que transforma aquel humor, aquella visión, dijéramos, dinámica, risueña, satírica [de los artículos], es la guerra. Y extraño sería el escritor -peor que extraño, no sería buen escritor- si esto no le afectara.
¿De qué forma se transforma?
Más adelante es un humor negro. Tiene que ver también con el paso de la juventud a la edad adulta, y en el caso de esa generación, con una guerra. En el caso de Rodoreda, dos. Aquella desenvoltura de los tiempos republicanos, esa alegría dinámica, en la que se puede decir todo... Todo esto se transforma. Esto demuestra cómo ella cambió durante todos estos años. Las guerras cambian a las personas, y el tema principal de la obra de Rodoreda es la guerra.
Comenta que lo que destaca más básicamente de su etapa periodística son las entrevistas
Hace bastantes, tenía una mirada propia y unas decisiones propias sobre a quién entrevistar. Empieza con dos entrevistas, una a una actriz de teatro y la otra a una soprano. En Clarisme decide que realizará entrevistas literarias a autores. Como lee mucho, tiene un criterio sobre a quién cree que vale la pena darle una tribuna. Hace un periodismo en este sentido muy directo, bastante alejado de lo que se hace ahora. Pero esto no es ella, es la época.
Dice que el periodismo le sirvió como "campo de fogueo", pero a la vez ella ya escribía ficción.
Sí, y la novela y el periodismo que hacía se parecían bastante en el tono. El humor, la sátira... Y también siempre estaba remarcando, de una forma u otra, que las mujeres tienen derecho a escribir novelas, porque en la época parecía ponerse en duda. Por otra parte, era el comienzo de la novelística catalana. Había pocas novelas, dejando de lado a los escritores modernistas. Estos nuevos escritores [de la época de Rodoreda] aceptan, promueven y difunden las normas de Pompeu Fabra, esto es lo que les diferencia de los modernistas.
Las mujeres tienen derecho a escribir novelas, porque en la época parecía ponerse en duda
¿Y de qué manera le sirve el periodismo a Rodoreda para entrenarse en la escritura?
En su periodismo hay muchos elementos que son narrativos, por un lado le sirve para ello y al mismo tiempo ya publica sus primeras novelas. La primera, Soc una dona honrada?, en 1932. La novela ya está hecha, por tanto, mientras hace de periodista publica otras dos y escribe la cuarta, que se publica en 1936.
¿Por qué abandona el periodismo?
Se le termina. Ya antes de la guerra, en 1935, pasa de periodista a ser una escritora que publica en los periódicos, en este caso en La Publicitat, donde publicará un cuento infantil semanal. En el exilio, debido a la destrucción de la cultura catalana y las enormes dificultades de la lengua en la dictadura, se propone ser una escritora al máximo nivel, que demuestre al mundo que la lengua catalana es "una lengua de cultura", como ella misma dijo, cosa que consiguió.
Ella quiere pasar página de esta etapa previa, no quiere oír hablar de su periodismo ni quiere que se reediten las primeras novelas.
Si escondió su periodismo y las primeras novelas, y tuvo la suerte de que nadie lo recordara, es porque fue una forma de decir que lo que había representado la República había sido destruido para siempre. Esta es mi interpretación. No dejó que se volvieran a publicar, excepto Aloma, que se publica en 1969, después de que la rehízo de arriba abajo.
¿Qué modifica?
Cambia su punto de vista y elimina los detalles que puedan representar la Segunda República, que iluminan la época. La hace más universal, no está tan connotada por momentos concretos de la historia. Realmente, lo que pierde es eso, esa alegría que -a pesar de ser una novela muy grave- la primera versión contiene de vez en cuando. Lo que te viene a decir es que todo aquello no volverá a existir. Que la Catalunya republicana había sido destruida. Y no quiere contribuir a la idea de que se puede recuperar por las buenas.
Impide que los editores vuelvan a publicar sus primeras novelas...
Ella dice "mi obra es ésta. Y tiene este tono". Es una obra grave. Es el tono que ella veía. Para Rodoreda, su obra comienza con Aloma y termina con La mort i la primavera. Y todo lo anterior son probaturas.
También menciona a otros periodistas coetáneas, como Carme Karr, Maria Carratalà, Rosa M. Arquimbau, Irene Polo, Anna Murià, Aurora Bertrana... ¿Qué suponía el periodismo para las mujeres en aquella época?
Es una etapa de la actividad de las mujeres en Catalunya muy significativa. Por ejemplo, aparece Feminal, la primera gran revista feminista del país [1907-1917]. Pero no es sólo en el campo del trabajo, sino también por ejemplo con Francesca Bonnemaison, que lleva adelante la primera escuela de formación para las mujeres obreras. Todo esto es un poso. Es la época. Las mujeres comienzan a asomarse y reivindican tener opinión, criterios, a decir "no somos pánfilas".
Las mujeres comienzan a asomarse y reivindican tener opinión, criterios, a decir "no somos pánfilas
Como Rodoreda, existe una generación de hombres y mujeres escritoras marcadas por la guerra y el exilio. ¿Les interrumpió la carrera?
A veces no nos hacemos suficientemente a la idea, pero Rodoreda y sus compañeros, que ya han publicado, están no sólo en la flor de la vida, sino en la flor de la vida literaria, cuando se marchan al exilio. Y esto vale por Anna Murià, Pere Calders... Es decir, es esta generación que está entre los grandes... También Josep Carner, Carles Riba, que ya eran reconocidos, y los que vendrán. Y ellos mismos deben volver a empezar. Y entonces todo lo que han hecho hasta entonces está olvidado hasta que lo rescatan unos u otros.
¿Quién empieza a hacerlo?
Con Bertrana y Murià, por ejemplo, la editorial feminista La Sal Edicions de les Dones, que rescata algunos libros y la correspondencia. Parece que se esté haciendo todo ahora y ahora se hace más, pero olvidar las cosas que se hicieron en los años 80 no es de recibo. Sólo muestra la ignorancia en la que a menudo nos movemos.
Así que el exilio condujo al olvido de ciertas etapas u obras de los autores de la época.
Para los exiliados, el regreso fue complicado. No los recibieron precisamente con alegría, los administradores de la literatura, como dice Murià. Los que movían los hilos culturales. Le ocurrió a Calders, Murià, su marido Agustí Bartra, a Pere Quart, Joan Oliver... Hay un descuadre entre lo que escribían y la época. Quienes estaban aquí sintieron peligrar algo. Porque es que escribían muy bien, además. Eran muy buenos escritores.
¿Y los que se quedaron?
Los que se quedaron sufrieron unas cosas, los que se fueron, otras. Es decir, es difícil conciliar ambos sufrimientos. Esto sin hablar, además, de los que se quedaron y no sufrieron, sino que lograron hacerse los despistados. Pero yo hablo de los dos sufrimientos, del sufrimiento del exilio y el sufrimiento del exilio interior.
Califica a Rodoreda de "distinguida autora europea". ¿Tiene suficiente reconocimiento fuera de nuestras fronteras?
Lo debe tener y lo va teniendo, pero sobre todo debemos creerlo nosotros. Esto falta. La vemos exclusivamente en el ámbito catalán. Y evidentemente que sí, un autor siempre escribe sobre su país, su época, su mundo. Pero no es sólo una autora catalana, es una autora europea del siglo XX. Si no la miramos junto a autores como Marguerite Yourcenar, Virginia Woolf, Rosa Chacel, Italo Calvino, Clarice Lispector, que es brasileña pero tiene una literatura muy europea... Si no la miramos así, no le hacemos ningún favor a su literatura, ni a nosotros como lectores.
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