Este artículo se publicó hace 4 años.
El purgatorio de la pobreza
'Un cuento de tres hermanas', del cineasta e historiador turco Emin Alper, hace un retrato de la pobreza claustrofóbica y abrumadora a través de la historia de tres 'beslemes', tres hermanas 'acogidas' en familias ricas para servir como criadas.
Madrid-
En Anatolia todavía hoy, aunque afortunadamente en desuso, sigue existiendo la tradición 'besleme'. Familias ricas que acogen a niñas y niños pobres y los utilizan como criados. No son trabajadores domésticos, puesto que no cobran por ello; llaman a las personas para las que trabajan madre y padre, pero tampoco son hijos adoptados, puesto que no tienen ni uno solo de los privilegios de esas familias, más bien lo contrario. Sobre esta costumbre, una indecente caridad, ha construido el cineasta turco Emin Alper su nueva película, Un cuento de tres hermanas. Estrenado en la Berlinale, el filme es un certero retrato del claustrofóbico purgatorio de la pobreza.
La locura, la muerte, la huida, una triste resignación o la humillante posibilidad de ser acogida por una de estas familias son los únicos caminos que existen para el futuro de las tres hermanas protagonistas de esta historia. Un relato construido con la atmósfera chejoviana de Tres hermanas o In the Ravine del gran escritor ruso, con personajes que se aman y al mismo tiempo se enzarzan en ácidas discusiones, que tienen, como todo ser humano, sentimiento ambivalentes y que desbordan de virtudes y defectos.
Esclavitud y abusos
Las actrices Cemre Ebüzziya, Ece Yüksel y Helin Kandemir interpretan a estas hermanas. Cada una de ellas ha vivido en una de estas familias en la ciudad y cada una de ellas ha tenido que volver a la casa de su padre en la aldea de Anatolia por diferentes circunstancias. Y ahí están de nuevo, atrapadas en la miseria, esperando probablemente una boda concertada, como la hermana mayor, o que surja de nuevo el interés de algún hombre rico por una de ellas. En el pueblo o en la ciudad, en realidad, la única opción de estas mujeres es una boda. Sea como sea, están condenadas a ese purgatorio de la pobreza.
Un clasismo salvaje, unas costumbres que parecen perpetuar la esclavitud –las condiciones de trabajo de estos niños muchas veces son penosas–, y el abuso constante a las mujeres –se sugieren en la película abusos sexuales en estas familias– componen el retrato de vida de estas hermanas que, a pesar de todo, siguen intentando acceder a ese denigrante estatus de 'hija de acogida'.
Escapar y progresar
"La película no solo examina la desigualdad social, la búsqueda de salidas, las esperanzas y expectativas vinculadas a nuevos entornos, sino también la desesperanza y la falta de oportunidades que las personas pobres, en particular, experimentan", escribe el cineasta en las notas de producción de la película, donde aclara que su objetivo es "hablar sobre estas emociones a través de la historia de tres hermanas en un pueblo turco".
La intención de Emin Alper es, sin embargo, universal. "Esta no es una historia específica que tiene lugar en una localidad limitada, sino una historia universal, en la que las personas constantemente se encuentran en situaciones y emociones similares en diversas regiones geográficas y contextos diferentes. Al contar esta historia, quiero hablar sobre la abrumadora pobreza, así como los deseos y esperanzas de escapar y progresar".
"Son supervivientes"
Un cuento de tres hermanas, donde esas escenas chejovianas a veces se tiñen del color de la fábula, el folclore y los cuentos de hadas, no dibuja un paisaje conformista. A pesar de la realidad de estas mujeres, la película presenta un animoso sentido del humor y, muy especialmente, a tres personajes femeninos absolutamente conscientes y dueños de su destino, dispuestos a pelear por la mejor opción, y que se mueven con libertad y naturalidad entre sus emociones.
Reyhan, Nurhan y Havva son honestas entre ellas. No hay tabúes cuando hablan de sexualidad, del futuro, de la familia, la vida o la muerte. Son fuertes, se aman, aunque a veces, se irritan unas a otras o se afean sus conductas. "Estas chicas son supervivientes", dijo el cineasta durante la presentación de la película en el Festival de Berlín.
Formado como historiador –Emin Alper enseña Historia Moderna en el Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Técnica de Estambul–, este cineasta ha rebajado el contenido político en esta película respecto de las anteriores, Beyond the Hill y Frenesí, donde, además la violencia y el mundo masculino eran los ejes sobre los que giraban. Su propia infancia, en la que fue criado por una de estas 'hijas de acogida', ha sido determinante en el desarrollo de la película.
"Fui criado por una mujer así, en mi ciudad había muchos de esos 'beslemes', era una especie de símbolo de estatus. Las familias ricas también lo sienten como bondad porque están acogiendo a una niña pobre –dijo Alper a la revista alemana Ooom en Berlín–. Siempre me dejaba perplejo esa situación, porque su posición era muy contradictoria. Esos niños y niñas sufrieron por ello".
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