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Actualizado:El periodista y escritor Aníbal Malvar se adentra en la figura de Lorca a través de Lucero (Akal). Una mirada gamberra e íntima al poeta granadino, un "cantar de gesta" que atiende a ese mundo lorquiano fraguado entre jaranas y navajas. Tiempos turbulentos y estrepitosos fracasos que marcan de forma profunda la producción del poeta y condicionan un periplo vital que la muerte convirtió en mito. Lucero es, en ese sentido, "una pregunta impertinente", el retrato de un país y una época que silenciaron, de forma irremediable, la voz lúcida del poeta.
La obra y la vida de ciertos poetas, cuando pasan al terreno de la leyenda, pierden aristas, se aplanan y convierten en mero reclamo. ¿Era su objetivo con 'Lucero' devolverle a Lorca esas aristas?
Lucero, o Lorca, es una persona sobre la que caen todos los rayos y truenos de España. Es como si hubiera nacido para que toda la historia de su país se derramara sobre él. Se le puede aplicar el lema de Picasso: yo no busco, encuentro. A Lorca le pasaban todas las cosas. Tantas cosas le pasaron que hasta lo fusilaron. Tantas cosas le siguen pasando que, aun hoy, no sabemos dónde está. A lo mejor está vivo, y comparte casa con Elvis en algún pequeño pueblo de Montana. Yo no cuento tanto la vida de Lorca como todas las vidas de los que lo mataron. No es una biografía. Es un romance sobre España. Un cantar de gesta. Una historia cambiante e inexacta. Una pregunta impertinente.
Hay grandes poetas con biografías pequeñas o anodinas y al revés… ¿dónde sitúa a Lorca?
Lo único anodino que hay en Lorca es su muerte. Cuando lo investigas un poco, te das cuenta de que era un ser nacido para morir así. Se le quería tanto que, tarde o temprano, alguien lo tenía que matar.
Y luego está la Vega granadina, un lugar especialmente turbulento en aquella época, para nada un remanso de paz… Lo digo porque siempre se ha dicho, incluso se ha representado a Lorca, como un señorito que vivía entre oropeles…
Eso lo cuento y lo canto en las presentaciones. Salvador Dalí y Luis Buñuel, en la Residencia de Estudiantes, se burlaban de la poesía de Lorca por tópica, gitanera y de terruño. Eran niños burgueses, ricos de ciudad. Lucero era rico de campo, hijo de un contrabandista, gamberro, guitarrrero y divertido que, en casa, metía más alpargateros y gitanos que señoritos. Lucero creció en un mundo de navajas, de conflicto social, de jaleo. Los gitanos y las navajas lorquianos son autobiográficos. Hay una canción que marcó toda la novela, que me inspiró de principio a fin. La cantaba mucho Lorca, que también era músico, un muy buen pianista. Dice la canción: ya se acabó el alboroto y vamos al tiroteo. Es un resumen perfecto de la historia de aquella España. Es un epitafio perfecto para Lorca.
Dura época para un poeta, como dice en la contraportada, 'Lucero' es "el correcto manual de instrucciones para asesinar a un poeta"...
A los poetas, en España, siempre se los ha matado mucho y muy bien. A Lorca lo mataron así porque era un icono de la libertad, y el fascismo, la derecha –no existe derecha no fascista– lo consideró como un trofeo.
¿Cree que los políticos deberían lavarse la boca antes de citar a Lorca?
Me lo preguntan a menudo. El problema no es con Lorca. Es con todas las citas. Nuestros políticos, a Albert Rivera y Pablo Casado les pasa mucho, cuando quieren parecer cultos mandan a un propio a que busque una cita en Wikipedia. Cuánto daño está haciendo Wikipedia a la información y la cultura. Se les nota que miran Wikipedia porque nunca conocen el contexto de las citas. Casado llegó a decir que uno de sus inspiradores era un marxista: Nelson Mandela. Casado hubiera metido a Mandela en la cárcel. Si no dieran miedo nuestras derechas, nos darían mucha risa.
¿Cómo vivió Lorca su homosexualidad? Por momentos parece que se avergüenza, que agacha la cabeza, que lo oculta...
Pues no lo sé. Me da igual la sexualidad de Lorca. Es una cosa íntima y de escaso valor literario la sexualidad. La literatura sobre sexo no sirve nada más que a los reprimidos y a los que no quieren saber follar, como los y las machistas. Sí trato la sexualidad de Lorca desde el otro lado. Desde el represivo. Como cuando estrenaba una obra le pintaban la palabra maricón sobre los carteles. Cómo lo insultaban en revistas fascistas y en mítines de la derecha cristiana. De esa sexualidad, la represora, sí se habla mucho en la novela. El resto son las cosas íntimas de Lucerito, y yo soy un caballero.
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