Este artículo se publicó hace 8 años.
“Una pesadilla llena de oscuridad, de viento y de gritos”
En ‘Un monstruo viene a verme’, Juan Antonio Bayona hace una demostración de su habilidad como manipulador de emociones al tiempo que exhibe su talento para combinar realidad y ficción. Además, se apunta un buen tanto con su protagonista, el joven Lewis MacDougall.
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MADRID.- A la mayoría le gusta ir al cine sin saber mucho, o mejor, sabiendo lo menos posible de la película que va a ver. Pero todos también agradecemos que nos adviertan de que “las siguientes imágenes pueden herir su sensibilidad”, si existe tal riesgo. Así, antes de decir nada sobre la nueva película de Juan Antonio Bayona, Un monstruo viene a verme, tengo que hacer una aclaración: a no ser que usted sea absolutamente insensible o especialmente avispado para pillar al vuelo algunos trucos muy afinados del cine, esta película le hará sufrir como un condenado. Al fin y al cabo, el propio director la ha calificado como “una pesadilla llena de oscuridad, de viento y de gritos”.
Otro aviso: este párrafo va a desvelar algo más de la historia de lo que, tal vez, usted quiera saber, aunque no va a descubrir ni la mitad de la mitad. El espectador padecerá, llorará, se angustiará igual que Conor, el protagonista de esta historia, un niño de trece años que ve día a día cómo el cáncer consume a su madre, mientras él recibe palizas de una pandilla del colegio.
Y ese padecimiento no tendrá tregua, será constante, muy persistente. El nivel de congoja solo se reducirá en algunos momentos, y no en todos, en que un monstruo va a ver al joven y le cuenta sus historias (animaciones en stop motion o con acuarelas).
Con muchísimas y grandes virtudes –entre otras, la presencia de ese niño prodigio Lewis MacDougall-, la película, que es la adaptación de la novela de Patrick Ness, se ha lanzado a las salas cargada con todas las teclas que el cine americano ha pulsado y perfeccionado a lo largo de más de un siglo. Las herramientas de la manipulación emocional, las que hay que tocar para conseguir que el espectador, ría, llore, se conmueva, sienta ira o se embelese en el momento exacto en que el director quiere.
Bayona, un director joven, talentoso y brillante, ha aprendido a utilizar ese mecanismo con mucho tino (ya se veía en su anterior Lo imposible) y lo utiliza ahora para el dolor.
Bienintencionado, ha asegurado que sólo puede decir lo que a él le interesa como espectador, “me gustan las películas que me remueven por dentro, que me emocionan, que me hacen salir de mi zona de confort y reflexionar sobre quién soy”.
También ha utilizado, en una entrevista concedida a la Academia de Cine, el adverbio ‘absolutamente’ para contestar a la pregunta de si Un monstruo viene a verme es una película para niños. Y en esa misma respuesta ha añadido: “El acoso escolar, el divorcio de los padres, el sentimiento de culpa, la pérdida o la rabia son conceptos que forman parte del mundo en el que viven hoy los chicos. En algunos casos ver la película puede hasta llegar a ser terapéutica”. Tal vez, pero tal vez todo el sufrimiento de Conor se digiera mal a ciertas edades.
La habilidad que demuestra el director para manipular sentimientos va pareja con el talento que tiene para combinar realidad y ficción y convertir los momentos del chico protagonista con el monstruo, un tejo gigante que ve desde su ventana, en escenas fantásticas que, estas sí, permiten cierta libertad al espectador. La imponente voz de Liam Neeson más la genuina interpretación de MacDougall logran instantes mágicos en la película. Ahí Bayona juega con la idea de los contadores de historias, con la necesidad de la ficción, con el aprendizaje que se obtiene de ésta, del arte en general…
Felicity Jones, en el papel de madre, y Sigourney Weaver, como la abuela, son las mujeres que rodean a Conor mientras éste vive esta “pesadilla llena de oscuridad, de viento y de gritos”, hasta que consigue enfrentarse a la verdad. “De eso va esta historia. De tener el coraje suficiente para contar la verdad. Conor, el joven protagonista de Un monstruo viene a verme, vive atormentado por la suya y sólo podrá aliviar su tormento expresándola”, asegura Bayona.
“El cáncer y el abuso escolar eran dos temas tan grandes que podían apoderarse de la película, por eso teníamos que conseguir que convivieran en un término discreto, sin llevarse por delante el verdadero asunto de la historia”, añade el cineasta, que de nuevo, como hizo en su película anterior, Lo imposible, muestra en el cine la aventura de un joven que se ve obligado a hacerse mayor de golpe. Así, según su creador, Un monstruo viene a verme no es una película sobre la enfermedad, sino “sobre cómo lidiamos con la pérdida”.
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