Este artículo se publicó hace 8 años.
“Niña, esto es un trabajo de hombres”
La película ‘Joana Biarnés, una entre todos’, de Òscar Moreno y Jordi Rovira, recupera la memoria de la primera fotoperiodista española, injustamente olvidada. Su propio testimonio y sus fotografías dan prueba de un trabajo excepcional silenciado por los prejuicios machistas.
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MADRID.- “Sí, yo quiero ser fotógrafa de prensa”. “Niña, esto es un trabajo de hombres, ¿eh?” No hace tanto tiempo, en los años sesenta, no existía en España ninguna mujer dedicada a la fotografía de prensa. Joana Biarnés fue la primera y, de nuevo como tantas veces antes con otras pioneras, esta sociedad machista hizo caer el silencio y el olvido sobre ella. Ahora, merecidamente, se recupera su memoria gracias a la película Joana Biarnés, una entre todos. Una exposición y un libro apoyarán la película (el Documental del Mes).
Habrá quien piense que otros profesionales como ella también han sido olvidados y nadie pone el grito en el cielo ni alude a razones de género. Para ellos, unas cuantas informaciones reveladoras: Joana Biarnés fue la única que consiguió estar a solas con los Beatles (tres horas en la habitación de su hotel) cuando visitaron España en 1965, desveló al mundo entero la tragedia de las inundaciones del Vallés en 1962, fue la fotógrafa de Raphael, consiguió exclusivas con Polanski, Dalí y Nureyev… Y todo ello a pesar de que ella en realidad lo que hubiera querido era ser telefonista.
“Yo nunca fui aficionada a la fotografía. Todo fue por la necesidad de que mi padre estuviera orgulloso de mí”, dice la propia Biarnés en la película, cuando ya ha cumplido ochenta años y reconoce que nunca se creyó que su trabajo tuviera especial valor. Tanto es así, que un día compró una máquina trituradora y comenzó a machacar originales. Afortunadamente, ya había quiénes estaban tras la pista de sus fotografías y detuvieron ese proceso destructor.
“Yo nunca fui aficionada a la fotografía. Todo fue por la necesidad de que mi padre estuviera orgulloso de mí”
Con ese interés por su obra se ha conseguido algo absolutamente esencial, que Joana Biarnés retorne a la pasión por la fotografía. “Ahora que tengo solo un 30% de visión (sufre degeneración macular) se confirma lo que siempre he dicho, los fotógrafos disparamos con el corazón”. Una serie de exposiciones con su obra que viajarán por diferentes ciudades de España y un libro sobre su vida profesional darán a conocer por fin a esta fotógrafa imprescindible en la historia del periodismo español.
“Hacía fotografías de fútbol, reportajes, moda, excelentes retratos… Se metía en todos los fregados, era una lanzada”, recuerdan algunos periodistas admiradores de su trabajo. Una labor que la obligó a enfrentarse a lo más rancio y carca del periodismo español. Así, por ejemplo, el día que Joana Biarnés fue a cubrir su primer partido de fútbol, en sus propias palabras, “fue un desastre”. Salió al campo con su cámara y el público empezó a silbarla. “Vete a fregar platos”, “búscate un novio”… Acreditada por la federación, los responsables del campo no tuvieron más remedio que permitir que se quedara haciendo su trabajo. “No me derrumbaba, pero pensaba: ‘Ostras, ¿dónde me he metido?’”
Colita, que recuerda que “ella iba siempre bien vestida, monísima”, Gervasio Sánchez, Ramón Masats, de quien aprendió fotografía artística –“tenía mucha sensibilidad, era moderna y tenía un punto de ironía que la hacía destacar”-, Raúl del Pozo, César Lucas, Joan Manuel Serrat, Josep María Pou, Carmen Rigalt, Natalia Figueroa, Raphael… son algunos de los personajes que dan testimonio en esta película del buen trabajo de Joana Biarnés.
Pasó por la Escuela de Periodismo de Barcelona donde Del Arco, tras saber que ella no soportaba los toros ni la sangre, le encargó como trabajo de prácticas un reportaje en un gran matadero de carne. Aquella misión y la tragedia de las inundaciones del Vallés en 1962 (“Haciendo las fotos se me caían las lágrimas”) le dieron la seguridad que necesitaba para seguir adelante en su trabajo.
Por paradójico que resulte, fue uno de los periodistas más próximos al régimen de Franco, Emilio Romero, quien le dio su primer trabajo en un periódico, el diario Pueblo, en 1963. Fue la única mujer allí hasta 1967. Cuando en este diario no le publicaron la gran exclusiva que tenía con los Beatles, se marchó, pero inmediatamente la llamó Luis María Ansón y la fichó para ABC. De allí salió para crear con otros compañeros la agencia de prensa Sincro Press.
Joana Barnés fotografió a Orson Welles, Jackie Kennedy, Alfredo Landa, Peret, Marisol, Sara Montiel, la Duquesa de Alba, Sammy Davis Jr. con Palomo Linares, Lola Flores, Audrey Hepburn, Yul Brinner, Tom Jones, el Cordobés, Massiel, Serrat (“ha salvado cualquier distancia hacia otra persona con su risa”), Dalí, Polanski (con otro colega, se hizo pasar por matrimonio para llevárselo a su casa), Nureyev (gracias a la complicidad con Antonio el Bailarín que la permitió hacerse pasar por su secretaria)… Pero se quedó paralizada y muda ante un jovencísimo y guapísimo Clint Eastwood y éste, como ella no reaccionaba, le dio un beso en los labios.
Un día, Joana Barnés quiso vender un reportaje al que había dedicado bastante tiempo sobre un hombre que había superado un cáncer. “Eso no vende, nena”. A cambio le mostraron fotografías de Lola Flores disfrazándose de rey negro para ilustrar lo que sí ‘vendía’. Fue el punto final a una brillantísima carrera. “Si esto es así, yo no quiero dedicarme más a este oficio”.
Joana Biarnés y su marido se compraron entonces una casa de payeses en Ibiza y abrieron un reaturante, Cana Joana (1985), que han mantenido hasta su jubilación. Ahora, ya jubilados se han instalado en Viladecavalls, donde Joana Biarnés ha recibido feliz este justo reconocimiento a su carrera.
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