Millán-Astray: del vampiro legionario al siniestro 'ecce homo' fascista
El fundador de la Legión protagoniza el cómic '¡Muera la inteligencia!', de Jorge García y Gustavo Rico.
Madrid--Actualizado a
Cuando el ilustrador Gustavo Rico repasó las imágenes del fundador de la Legión, se le ocurrió "una idea muy peregrina", llamó al guionista Jorge García y le propuso hacer un cómic fantástico protagonizado por un Millán-Astray vampiro. "Me llamó la atención su porte terrorífico y su físico demacrado", recuerda Rico, cuyo socio descartó la propuesta y la encauzó hacia una novela gráfica biográfica e histórica. Le interesaba su figura como un bisturí, explica García, que le permitiese diseccionar el estamento militar en una época determinada a partir del personaje.
"Ojo, en ciertas viñetas parece un vampiro, sobre todo en su madurez y vejez, cuando está más decrépito debido a todos los percances que sufrió", matiza ahora el ilustrador, ya con ¡Muera la inteligencia! (Norma) en las estanterías de las librerías. Su reto era retratar el "salvajismo" de José Millán-Astray, pero también el de la guerra de Marruecos, para lo que se valió del uso de los colores y de la rotura del trazo. Rojo sangre combinado con negro y gris. "El primero tiene muchas connotaciones semánticas, entre ellas los sentimientos y las pasiones. Mezclado con los otros, se ensalza la violencia", añade.
Sin embargo, el guionista no las tenía todas consigo. Había recibido advertencias y amenazas de simpatizantes del fundador de la Legión, por lo que se propuso documentar con detalle cada pasaje de su vida para evitar una querella. Así, aunque pretendía mantener el pulso narrativo propio de una obra del género, apuntaló el relato con fuentes profusas, desde el historiador crítico Paul Preston a los apologetas Carlos de Silva o Luis Togores, sin olvidarse de su hagiógrafo Diego San José. Por si acaso…
"En tanto que fundador de la Legión, Millán Astray es un objeto de culto casi religioso que apenas admite réplica, ni siquiera histórica", asegura Jorge García en el prólogo. Meses después de escribir esas líneas, se explica con más detalle: "Es un cuerpo de choque muy sensible, más que a su historia, a su leyenda, por lo que no tolera ataques a su fundador. Una figura monolítica, porque fue un militar que demostró su valor y que tuvo un proceso de glorificación". También, deja claro, un ser humano con sus defectos, aunque prefirió eludir algunas anécdotas escabrosas y disparatadas para no caer en el cliché. Él es historiador de carrera y consideraba que con plasmar los hechos era suficiente, incluido el episodio con Unamuno que da título al cómic.
"En realidad, me interesaba hablar de los militares que participaron en la guerra de África y que, de una forma más o menos directa, fueron los responsables del golpe de Estado de 1936", confiesa el guionista, quien a lo largo del libro detalla la relevancia que adquirieron en la batalla, el distanciamiento con los políticos de su tiempo, la radicalización de su postura tras la reforma militar de Azaña y su ascenso posterior en el escalafón del franquismo. "Es un tebeo forense", insiste García, quien describe cómo se gestó el golpe y la guerra, con militares nostálgicos del imperio y necesitados de hazañas bélicas.
"Millán-Astray combatió en Filipinas, Marruecos y España, aunque en la guerra civil tuvo un papel menor. Me sirvió para contar una parte de la historia de nuestro país, cuando se pasó de un Ejército que durante el siglo XIX había sido considerado liberal, siempre apoyando las reformas, al baluarte de la extrema derecha y de la irracionalidad", afirma el guionista. "En Marruecos los militares corrían un riesgo mucho más elevado de morir, pero también tenían una posibilidad mucho mayor de ascenso. De hecho, si Franco no hubiera participado en las campañas de África, su puesto en el escalafón habría sido muy inferior".
¡Muera la inteligencia! narra cómo se forjó la Legión ante la "inoperancia" del Ejército español, nutrida por combatientes extranjeros que habían luchado en la Segunda Guerra Mundial. "Había de todo, incluidas personas con problemas mentales y con antecedentes criminales", enumera García, quien señala que "los legionarios protagonizaron escenas de un salvajismo aterrador" y que "se sirvieron de esa fama y de esa leyenda para infundir pavor en el enemigo". Para plasmar esa crudeza, Gustavo Rico recurre al pincel seco, a la huella del trazo del lápiz y a las fotografías deformadas.
"Técnicas cuya finalidad buscan representar el horror de la guerra y el terror del personaje, que en algunas imágenes da miedo. Dibujarlo es agradecido, porque además de haber mucha documentación gráfica, lo veo como el militar africanista más peculiar: por su físico, porque se ponía en la primera línea de fuego y porque era el más oscuro y extremo", afirma Rico. Un ecce homo fascista, respetado y venerado por los suyos, "arrogante, colérico y con fama de valeroso", según García, quien constata que "no fue una figura clave durante la guerra y la dictadura".
"Su papel al frente de la propaganda es discutible, por la escasez de medios con los que contaba y porque fue destituido muy pronto. Sus discursos alarmaban a la gente y, además, eran deshilvanados. Podía ser un buen orador ante la tropa, una masa humana predispuesta a recibir bien todo lo que dijera, pero no frente a un auditorio o por la radio", comenta Jorge García mientras recuerda cómo surgió la idea del cómic a propuesta de Gustavo Rico. "Me interesa dibujar a Millán Astray porque me parece un personaje visualmente muy siniestro y que gráficamente da mucho juego", le dijo. "El brazo amputado, la pierna herida, el monóculo tras perder un ojo… Parece un vampiro, ¿no?".
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