Laura Hojman rescata a María Lejárraga: "Un país que quiere ser progresista no puede excluir a las mujeres de la historia"
Lejárraga fue una maestra feminista que escribió las obras por las que su marido tuvo éxito. Tiempo después, fue elegida diputada y reclamó la autoría de las publicaciones. El documental 'A las mujeres de España. María Lejárraga' es el único que ha logrado este año una nominación a los tres grandes premios cinematográficos: Forqué, Feroz y Goya.
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Los tres documentales dirigidos hasta la fecha por la sevillana Laura Hojman comparten una raíz común: todos versan sobre escritores. Pero eso no los convierte en meras biografías, sino que, como ella misma explica, "son un vehículo para contar otras historias que los trascienden. El autor es la trama, pero luego está el tema". El primero de ellos, que parte de la figura de Rubén Darío —Tierras solares, 2018—, habla de "la necesidad de dar un lugar al arte en la sociedad". En 2020 llegó Antonio Machado. Los días azules, que obtuvo premios y reconocimiento —disponible en Filmin, Netflix y Amazon Prime—. La directora ve en su paisano "un símbolo de nuestra historia, el país que pudo ser, el proyecto frustrado".
Hojman afrontó su última película —A las mujeres de España. María Lejárraga—, estrenada en 2022, casi como una segunda parte del documental sobre Machado: "Si en ese hablaba de aquel país que conocemos poco, me faltaba contarlo desde el punto de vista de las mujeres, que ese ya no lo conocemos nada".
"Creo que el relato de esa España donde las mujeres eran el verdadero motor de cambio social se ocultó, y se ocultó conscientemente"
La cineasta argumenta su elección con un repaso de aquella época, principios del siglo XX, en clave femenina: "No sabemos que hubo un momento en el que España caminaba hacia la igualdad, hacia el feminismo, con clubes de mujeres y proyectos pioneros como la Cívica —asociación creada en 1932 que fomentaba la cultura y la responsabilidad ciudadana—. No sabemos que aquí pudimos votar diez años antes que en Francia, a la que siempre miramos como si hubiese estado a la cabeza en igualdad. No sabemos que hubo mujeres que pudieron sacar adelante leyes en el Congreso que estamos empezando a discutir ahora, como la ley de abolición de la prostitución o la despenalización del aborto. Creo que el relato de esa España donde las mujeres eran el verdadero motor de cambio social se ocultó, y se ocultó conscientemente —prosigue Hojman—. A través de la figura de María Lejárraga, que es un ejemplo muy claro de esa invisibilización, yo quería hablar de todo esto".
La pregunta, por tanto, es obligada: ¿quién fue María Lejárraga?
Riojana de nacimiento, creció en Madrid, donde se formó y se convirtió en maestra. En 1899, a los veinticinco años, publicó su primera obra. En 1900 se casó con Gregorio Martínez Sierra, quien desde entonces gozaría de fama y prestigio como autor, hasta el punto de recibir el premio a mejor obra teatral de 1911 por Canción de cuna —luego llevada varias veces al cine—. Sus estrenos conseguían, además, un tremendo éxito de público, y no solo en España, ya que giraban por Estados Unidos, Reino Unido o varios países latinoamericanos. Todo, claro, con una salvedad: el reputado Martínez Sierra, en realidad, no escribía nada. La autora era su mujer.
La historia de María Lejárraga
Lejárraga solicitó una excedencia como docente y se volcó en una copiosa producción literaria, traductora y editora que la llevó, por ejemplo, a labrar una profunda amistad con Juan Ramón Jiménez, además de escribir con Manuel de Falla el libreto de su Amor brujo —aunque aparecería firmado por Martínez Sierra—. Al principio, aceptó voluntariamente el acuerdo con su esposo: él figuraba y hacía de empresario teatral y relaciones públicas, mientras ella escribía y escribía, a veces obras en clave femenina que, de otra manera, no habrían sido tenidas en cuenta. Ambos salían ganando.
Pero las circunstancias cambiaron: el matrimonio se resquebrajó en 1922, después de que Martínez Sierra se enamorara de una actriz de su compañía, con quien tuvo una hija. Ya separados de facto, su colaboración continuó, en parte porque Lejárraga, por entonces mucho más comprometida social y políticamente, vio la oportunidad de sacar partido de la nueva situación y publicar su "propaganda feminista"—como ella misma la definió— bajo el paraguas del nombre de su marido. Ese feminismo también lo ejerció en el ámbito de los movimientos sociales y de la política, como prueba que en 1933 fuese elegida diputada por Granada a las Cortes republicanas.
En el documental de Hojman se dibuja perfectamente esa evolución vital: "Yo quería mostrar ese proceso de toma de conciencia. Parece que a las mujeres se nos exige tomar siempre la decisión correcta en el momento preciso y tener una conducta intachable. Y eso no es así. No nacemos con una consciencia feminista, nos tienen que pasar cosas en la vida para hacer una reflexión, y a María también le pasó". La directora sevillana cree que la decisión inicial de no firmar sus obras responde a una compleja mezcla de factores, y que "le funcionó al principio, pero hay una evolución en ella". "Creo que después se da cuenta de que ha sido un error", añade.
Así, la película puede dividirse en dos partes: "En la primera, ella está rodeada de hombres, porque eran quienes manejaban el mundillo literario y cultural, y en la segunda se rodea de grandes mujeres, forma parte de algo, y es cuando decide sacar su nombre. Creo que no lo hace por ella —asegura la cineasta—, sino porque cree que así puede ayudar a las demás". Además, ya en el exilio, Lejárraga tuvo que reclamar su autoría porque, al morir Martínez Sierra, los derechos de autor pasaron a la hija de Gregorio. Al levantar la mano y decir que las obras habían sido escritas por ella, recibió críticas en la prensa.
"No nacemos con una consciencia feminista, nos tienen que pasar cosas en la vida para hacer una reflexión, y a María también le pasó"
La propia Laura Hojman también vivió su particular evolución como autora. Aunque se confiesa muy cinéfila desde pequeña, nunca pensó dedicarse al cine —"como niña crecida en los ochenta, tampoco tenía muchos referentes de mujeres directoras"—. Estudió Historia del Arte, trabajó en el departamento de prensa del Festival de Cine de Sevilla y de ahí pasó a documentalista, primero, luego guionista y, finalmente, probó la dirección.
Recuerda que en su primer rodaje se sentía "completamente insegura, con un síndrome de la impostora tremendo, y lloraba a diario —hoy ríe al contarlo—". "Tuve que pasar por ese aprendizaje complicado". Hojman quiere rebatir algunos clichés, que considera muy masculinos, según los cuales el director debe ser una persona dura, no mostrar nunca vulnerabilidad ni dudas. "Yo tuve que aprender a liderar equipos siendo yo, sin transformarme en otra cosa, y es algo que siempre repito cuando me invitan a dar cursos. Es muy bonito que muchas chicas jóvenes te digan que creían que la dirección no era para ellas, pero que se alegran al ver que hay otro camino".
Aunque ahora sea una experta en su figura, hasta hace poco Hojman formaba parte de la inmensa mayoría de españoles que desconocen a María Lejárraga. Ella la descubrió a través de una biografía escrita por la granadina Antonina Rodrigo —a quien reivindica con ahínco por "su trabajo de recuperación de la memoria histórica de las mujeres"—, y desde entonces se documentó con un intenso trabajo de inmersión en toda la bibliografía existente, que no era mucha; nada que ver, por ejemplo, con el vasto material disponible para sus dos películas anteriores —Darío y Machado—. Si el documental sobre una mujer que estuvo en la sombra ha podido ver la luz, explica, es gracias a la inestimable ayuda de la familia Lejárraga, que le dio acceso a su archivo personal.
Ese documental ha permanecido siete meses de manera ininterrumpida en las salas de cine —un registro extraordinario para este género–, donde ahora regresa pese a estar disponible en Filmin y haberse estrenado en TVE. En el apartado de galardones, ya ha recibido varios, y es el único documental que ha logrado el triplete de nominaciones a los Forqué, Feroz y Goya.
La película ha superado cualquier expectativa imaginable. "Me va a costar tiempo digerirlo todo", confiesa. Y eso que al principio no las tenía todas consigo: "Yo sé que estas cosas no las debo contar, pero me da igual: cuando terminé, pensé que me había quedado fatal. Había montado tal drama que hasta mi padre tenía preparado un discurso —Laura, no pasa nada, hay obras que salen mejor y otras peor, etc.—, pero al final el resultado es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida, no solo profesional, también personal".
"Yo me quedé fascinada con la historia de María —afirma Hojman—, pero al mismo tiempo cabreada, porque me preguntaba cómo es posible que una de las mujeres más influyentes de nuestra historia contemporánea sea una desconocida. Me pregunté qué estábamos haciendo mal como país. Y ahí fue un clic casi inmediato para contarlo en un documental".
Un documental con triple nominación
Se refiere, entre otras cosas, al ambiente tan especial que se vive en las incontables proyecciones a las que ha asistido. La directora ya ha rebautizado a su obra como "el documental de los abrazos". Cree que muchas mujeres han adoptado a Lejárraga como un símbolo de identificación propia. "La palabra que más escucho al final es gracias. Gracias, gracias, gracias".
"El resultado es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida, no solo profesional, también personal"
Todo eso lo logra desde una productora pequeña, Summer Films, que integran solo dos personas, la propia Hojman y su socio, Guillermo Rojas. "Es cine independiente —defiende Laura—, sin una gran distribuidora detrás, porque eso también lo hacemos nosotros directamente. Salimos con muy poquitas copias, pateándonos todas las salas, acompañando al documental, haciendo coloquios. Es un trabajo y una apuesta por un modelo de producción y distribución que implica muchísimo esfuerzo, y es un camino que también está bien reivindicarlo".
El recorrido de la película ha propiciado iniciativas que, a juicio de su directora, suponen el verdadero triunfo. Movilizaciones populares para bautizar con el nombre de Lejárraga una calle, una biblioteca, o numerosas ilustradoras utilizándola para sus retratos. Quizás la mejor muestra del restablecimiento que experimenta su figura sea el éxito de ventas de Carta a las mujeres de España, publicado ahora, más de un siglo después, y por primera vez con el nombre de su autora en la portada. Ese libro, rescatado por la editorial Renacimiento, va por la cuarta edición en apenas unos meses.
Incorporar más referentes mujeres en la educación
Esa voluntad de restitución de Lejárraga también alcanza el plano educativo. "Me escriben muchísimos profesores —cuenta Hojman— que están elaborando fichas de trabajo para dar a conocer a sus alumnos a María y a otras mujeres que no aparecen en los libros de texto. Me parece precioso, pero creo que no debería depender de la voluntad y el tiempo libre de estos magníficos profesionales con una vocación increíble, debería venir de la oficialidad".
Ante la petición de una imagen que ejemplifique esa comunión, Hojman se queda con una que, asegura, se le ha grabado en la memoria: "En la primera fila había una señora mayor, y dos butacas más allá una chica muy joven, y al terminar las dos estaban llorando a moco tendido. Pues las dos se miraron y, sin conocerse de nada, se dieron la mano. El documental es esto. Dos mujeres de generaciones distintas se sienten unidas por una historia común".
Hojman defiende "la necesidad urgente de abrir un debate serio y profundo sobre incorporar a las mujeres a la historia oficial. Un país que quiere ser progresista, igualitario y justo no puede seguir permitiéndose excluir a las mujeres de los libros de texto y de los programas educativos". La directora cree que esta cuestión debe enfocarse desde el deber histórico: "Estamos dando a conocer una historia que no tiene rigor. No es verdad que las mujeres no hayan estado, sí estuvieron". Además, afirma, se está privando a las niñas de referentes, como fue su caso, a la vez que se transmite el mensaje de que "si las mujeres no participaron en la historia, las mujeres son prescindibles, y eso es terrible y es insano".
Que Hojman reivindique el reconocimiento oficial no significa que no valore los proyectos individuales en los centros escolares. "Me emociona muchísimo que se hayan llenado pasillos con murales, que se hayan hecho intervenciones en fachadas pintando retratos, frases y el nombre de María. Es un gesto increíble porque, aunque todavía no esté en los libros de texto, muchos niños ya van a saber quién es cada vez que entren al colegio".
"Un país que quiere ser progresista, igualitario y justo no puede seguir permitiéndose excluir a las mujeres de los libros de texto"
Por último, cuestionada por el público que asiste a las proyecciones de su película, Hojman explica que al principio era un 85% femenino, algo que, confiesa, le daba "un poquito de rabia. Parecía que, como era una historia de mujeres, a ellos no les interesaba, cuando nosotras sí que vamos a ver historias de hombres". Eso sí, asegura que "poco a poco es verdad que cada vez vienen más, supongo que todo requiere su tiempo".
Hojman sintetiza el daño por el ostracismo histórico de Lejárraga en una frase que defiende su legado: "María escribía tan bien, era tan buena, que eso nos lo hemos perdido todos, hombres y mujeres".
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