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"Jesús Gil fue un promotor indirecto de las 'raves'": un documental recupera la historia del breakbeat andaluz

La película documental 'Break Nation, la electrónica que bailó Andalucía' está disponible en Movistar. Su director, David Pareja asegura en esta entrevista con 'Público': "En los 90 todo era nuevo. Lo que estaba pasando, pasaba por primera vez".

David Pareja, director de 'Break Nation'
David Pareja, director de 'Break Nation'. Cedida / Público

Hay respeto y amor por la música en el documental Break Nation, la electrónica que bailó Andalucía, disponible en Movistar. El trabajo para abordar en una hora y media minutos este asunto, que ocupó a buena parte de la juventud andaluza de los años 90, ha sido ingente. Hay, afirma su director, David Pareja, recogidas más de 100 entrevistas.

Se escucha en la película la voz y, sobre todo, la música de sus protagonistas, que van narrando su historia, hasta que esta termina abruptamente una fiesta en el Martín Carpena (Málaga), en la que murieron dos jóvenes. Entonces, el breakbeat y su cultura –es el momento en que nace la idea cani– fueron marginados por el poder, empujados a los márgenes.

Sin embargo, los sonidos se instalaron en el subconsciente colectivo andaluz y se fusionaron con otras músicas. Y hoy, 20 años después, existe en Andalucía un revival del género. Pareja atiende a Público, agua con gas de por medio, en esta entrevista.

Es un documental muy trabajado. ¿Cuántas horas de tarea hay en esta película? ¿Cómo fue la producción?

No había nada escrito sobre el breakbeat, casi ni un artículo. Era una historia muy coral y oral. Entonces, lo primero fue entrevistar. Tardamos un año en encontrar a todos los protagonistas y entrevistarlos. Ahí vimos cuál era la versión de todo el mundo, y a partir de ahí, pudimos hacer nosotros nuestra propia versión. Eso llevó bastante tiempo. A raíz de ahí ya buscamos la producción, armamos el presupuesto de la película y ya con un guion escrito, empezamos a grabar. Todo eso fue un proceso de cuatro años.

Y luego también hubo un proceso bastante arduo de documentación, de ver quién había grabado, quién tenía grabaciones. Sobre todo eran salas. Los formatos estaban hechos una mierda. La gente no salía con cámaras antes. Había fotos, había flyers y había alguna productora, que sí tenía documentación del vídeo. Entonces eso fue otro trabajo también bastante intenso. Canal Sur no nos dio nada. No nos apoyó en esto. Nos dieron una subvención, pero no nos dieron documentación ni audio de radio ni ningún tipo de grabación. Es curioso. Martín Carpena es uno de los puntos calientes de la película y allí Canal Sur estuvo imputado.

¿Y eso?

Yo pensaba que una vez que han pasado ya más de 25 años y sobre todo que el documental no tiene una versión amarilla para nada, pues... Lo que hicimos fue contar la evolución musical de un género, el breakbeat, que ha sido trascendental.

Volveremos al momento Martín Carpena más adelante en esta entrevista, pero antes veamos cómo es el proceso hasta llegar hasta ahí. En el documental hay mucho amor a la música. Es su base. ¿Cómo define el breakbeat?

Es una música que surge del hardcore, que es prácticamente el primer género electrónico que surgió en Europa como tal. Y empezó a tener derivaciones, una de ellas fue el breakbeat, otra puede ser el drum and bass, el jungle, el two step. Hay un montón de derivaciones. Es verdad que el breakbeat y sobre todo una vertiente más americana, que está más mezclado con ritmos más lentos, digamos, más funky, incluso con algo de música hip hop, fue la que aquí en Andalucía cuajó mucho.

Gente como DJ Icey de repente conectó con la forma de bailar y sobre todo con la forma de vivir la fiesta que tenemos en Andalucía. La idea de la fiesta para mí era muy importante en el documental. Esa forma de vivir la fiesta de puertas para afuera, más dinámica, ese baile. Aquí en Sevilla todas las discotecas que había a finales de los 80 eran funky. Ese tipo de cadencia aquí triunfa mucho. No somos de meternos en un sitio industrial, poner música a 150 BPM y mirar para abajo. No necesitamos evasión. Estamos en la calle. O sea, este otro tipo de fiesta lo tenemos aquí. Y esa forma de festejar creo que fue muy importante para el desarrollo aquí del breakbeat como algo único en el mundo.

Ese 'break the beat', ese romper el beat, el ritmo. ¿Es clave para el éxito del género en Andalucía? ¿Hay una conexión también tal vez con la cultura musical que hay aquí?

Hace poco escuché que el tango es el género más importante de Latinoamérica, y cuando lo adaptaron los flamencos lo que hicieron fue romperlo. O sea, complicarlo, darle una variación rítmica más sofisticada por decirlo de alguna manera. Esa forma de romper los ritmos es muy nuestra. Nosotros tenemos un 4x4. Ese tipo de ritmos ancestrales son muy importantes aquí. La idea del romper el ritmo es algo que va en nuestro ADN y entronca muchísimo con la forma de vivir la fiesta que tenemos aquí.

El momento Jesús Gil echando a la gente del Banana Beach en Marbella es espectacular. ¿Cómo fue ese episodio y qué influencia tuvo?

Esto surgió durante la investigación y a mí me pareció algo increíble. O sea, Jesús Gil es un promotor involuntario de las raves. Todo este fenómeno musical en Andalucía empieza en la Costa del Sol, porque en aquella época pasó como con las bases americanas en los 70, que entraba la música por allí. Pues el hardcore y toda la música, digamos, de estirpe inglesa entraba por la Costa del Sol porque todos los ingleses iban en verano a pinchar allí.

Claro, era un momento en que no había ni P2P ni ninguna forma de viajar tan asiduamente como hoy para ir a Londres. Pues toda esa música estaba entrando por allí. ¿Qué pasa? Que llega Jesús Gil y prohíbe los bares más importantes de desarrollo musical que hay en la Costa del Sol, sobre todo en Marbella y en Fuengirola, donde estaba el Pink, uno de los enclaves más relevantes relativos a la música electrónica en Andalucía, donde empieza todo.

Entonces, ¿qué pasa? Que la gente se va a la sierra y surgen las primeras raves. Y empiezan a surgir las promotoras también. Al final, el hecho de prohibir ese tipo de desarrollo musical hace que la gente se busque una manera para ampliarlo. Él fue un promotor totalmente indirecto de lo que es el fenómeno rave en Andalucía. De hecho, creo que fueron las primeras raves de España.

El documental narra cómo prácticamente de un núcleo de unos cuantos que se buscan la vida con los vinilos acaba en un fenómeno de masas. Fue clave por ejemplo el episodio de la contratación de The Prodigy.

Ahí están los pioneros. Están por Fuengirola, Marbella. Dos chavales, los creadores de Satisfaxion, Jason y Nico. Empezaron muy jóvenes a los 18, 19 años. No tenían ningún tipo de recurso. En esa época había que llamar por teléfono, había que mandar un burofax y había que hablar inglés.

Al tipo de Prodigy lo llamaron tres o cuatro veces, después de enganchar el teléfono. Y creo que llegó una cuenta de 6.000 euros de la época, que serían, no sé, 600.000 pesetas. Esa fue la primera vez que vino Prodigy a España y vino a un chiringuito en Marbella, que era el Banana Beach, que había creado Jesús Gil precisamente para llevarse a toda la gente del centro hacia las afueras. Es decir, que al final Jesús Gil fue como un flautista de Hamelín y acabó propiciando una escena muy potente de música electrónica.

Hay reflexiones potentes en el documental sobre la manera de vivir la fiesta en Andalucía. Se dice que a las 'raves' y a los clubes se iba con la misma actitud con la que se va al Rocío. Se narra cómo esta música se expande por toda Andalucía y cómo las romerías acaban en fiestas breakbeat.

Tengamos en cuenta que el modelo de rave inglés son fiestas organizadas, pero como había ese horario tan estricto en Inglaterra tenían que irse al exterior. Igual que un club, pero con otro tipo de horarios. Eso es lo que llevamos haciendo en España un montón de tiempo, o sea, es una romería, es lo mismo.

La gente va a Rocío por fe y a ponerse ciega, y lo hacen de una manera muy sofisticada. Van y aguantan tres días, con sus cosas, nadie está en plan borracho ni la gente se tira por los suelos. Pues esto era igual. Eran fiestas de dos días de rave, de fiesta en el exterior. Y, además, con fe. Fe en que lo ibas a pasar bien. Y había también una especie de tótem, que era la figura del DJ, que empezó a hacerse fuerte.

Hay sustancias que te ayudaban y que en ese momento tenían muchísima calidad, pero creo que en la romería y en esa forma de festejar hay algo que facilitó muchísimo una expansión tan rápida como la que hubo en los 90 en Andalucía de este tipo de fiesta. De hecho, lo dice también el documental, ese tipo de fiestas se hacían también en las festividades de aquí. Es decir, en Semana Santa, el Corpus. El Jueves Santo había unas raves de la hostia. Siempre se han hecho aprovechando también las festividades más católicas.

¿El tema de las drogas fue decisivo para la expansión de esta manera de expresarse?

Todo fenómeno musical tiene su droga. O sea, eso está claro. Desde el punk, el rock, el blues, el jazz. Y sí es verdad que la música electrónica encontró en el éxtasis un gran aliado, sobre todo para esa forma de conectar con esos ritmos, con esa estructura.

Pero había sobre todo una idea que a mí me parece muy importante y que solo se ha dado en los 90. En los 90 todo era nuevo. Después de los 90, en los 2000 hay un efecto de nostalgia, retro. Han vuelto un montón de estilos, pero en los 90 lo que estaba pasando, pasaba por primera vez. O sea, era la primera vez que la gente le daba al break, al techno, al house, ese fenómeno que había nacido a finales de los 80 en Norteamérica. Era música totalmente nueva. Venía del funk, del soul, vale, pero era novedoso.

Y la forma de vestir era completamente nueva y lo que tú estabas haciendo, ni tu hermano, ni tu padre sabían de qué iba. No tenían ni idea de lo que era una fiesta Satisfaxion en un pueblo de Córdoba de dos días. Se pensaban que estabas en un camping. Eso yo creo que generó muchísimo como comunidad y creo que no ha vuelto a pasar.

Hay una frase en el documental en la que se dice que los 90 eran los 60, en cuanto a la explosión de creatividad. Y después, además de recibir la música de fuera, luego también se hace aquí, se crea aquí, ¿no?

En los 90 aquí no había productores. Siempre hemos sido muy consumidores, la música era de fuera. PostCarpena sí se empieza ya a producir muchísimo más, porque evidentemente el material es mucho más barato.

Antes había que invertir una pasta para tener un estudio. No era lo mismo que tener un laptop. Eran solo unos pocos los que estaban ganando mucho dinero. Había una forma de acceder a la producción musical muchísimo más complicada que la posterior.

Pero bueno, me gusta sacarlo también, porque llegamos a ese momento de éxito ya en el que el breakbeat empieza a comerse a sí mismo. Y empieza a mezclarse con sevillanas, con Michael Jackson, con otro tipo de músicas, con trance y llega ya a otro a otro estadio. Pero bueno, sí es verdad que ahí lo que hacía Karpin, por ejemplo, era en un Atari, algo totalmente precario.

¿Tiene algo que ver esta conexión de los ritmos quebrados con este cierto éxito que tuvo también en Andalucía el hip hop después y ahora Califato 3/4? ¿Todo eso es una línea que continúa?

El hip hop tiene que ver mucho con una identidad local y aquí la hay. El hip hop al final se convierte en algo como muy local, igual que el Califato. Hay un nuevo andalucismo, por decirlo de alguna manera. O sea el tema andaluz ahora mismo está muy presente, la identidad es algo que te define y que además se ha puesto de moda. Y creo que el breakbeat ha entrado ahí de lleno. En los últimos 30 años no ha habido un fenómeno musical con más trascendencia social que el breakbeat.

Creo que en los 70 pudo ser el rock underground más psicodélico, de donde salió Smash, salió Triana, dónde después fue Veneno. Ahí hubo una serie de grupos, incluso Lole y Manuel, que estaban ahí metidos en esa escena de los 70 que fue muy potente, de rock andaluz. Y desde entonces no ha habido un género musical con ese calado y que haya entroncado tanto con la identidad andaluza.

Hoy en día, cualquier grupo, como decía en el documental, pone una guitarra y pone breakbeat, y ya ese soniquete se identifica como parte de la identidad andaluza, sobre todo en gente ya casi de 50 para abajo. Creo que eso es el gran fenómeno, que algo haya trascendido de tal manera como para que llegue a formar parte de la identidad de una comunidad.

¿Fue un fenómeno fundamentalmente masculino?

Fue bastante más masculino. Las mujeres que solían pinchar las he sacado en el documental, pero sí es verdad que eran un tanto por ciento menor. En esa época era un tema todavía muy masculino. Pero bueno sí hubo. De hecho, Anushka ahí sigue. Ylia está haciendo un trabajo impresionante, colaborando con artistas flamencos y haciendo cosas más de vanguardia y Lady Packa tuvo una evolución muy potente. Son artistas que siguieron y siguen con muy buena salud musical. Esto que empezó como un fenómeno underground después acaba trágicamente en el Martín Carpena.

¿Cómo se llega hasta allí?

A ver, pasa una cosa. En el documental hacemos una cronología de cómo empieza y de la evolución de la fiesta. Y las fiestas cada vez son de más gente. Esto empieza a tener una trascendencia y de repente hay una persona que no es de ese mundo, que se da cuenta de que hay ahí negocio y hace un programa de radio para promover ese sonido. Y está genial. En ese momento, la radio era importantísima y al final acaba por surgir un fenómeno. Otra cosa es si era mejor o peor musicalmente. Bueno, ahí está la música para que la gente la valore.

Pero yo sí creo que debería haber ido por otro sitio. El problema es que lo que antes era gente que más o menos se interesaba por la música, ahora se expande y la gente se interesa ya no solo por la música, sino por el fenómeno, por el programa de radio, uno de los mas escuchados de la historia de la radio pública andaluza, y hay gente que acude a la fiesta porque hay un programa de radio que se hace popular, con una serie de DJ y con otro tipo de música.

Hay una expansión pero también una disminución de calidad bajo mi punto de vista. Y no fue equitativo el reparto de ese horario, sobre todo en una radio pública. Se le dio espacio a un grupo de chavales y no a quienes lo merecían, como creadores.

¿Con el Martín Carpena se cayó el fenómeno, o al menos, la promoción desde lo público?

Hubo más de 18.000 personas en un aforo de 13.000. Murieron chavales, hubo intoxicaciones, hubo venta de droga, se cortaron grifos, una serie de historias. Esa masa de público no estaba preparada para un locutor de radio. Hacía falta una empresa profesional que sepa bien gestionar ese tipo de público.

¿Qué pasa? Esta es la primera vez que pasa en España. Es el primer Madrid Arena y está la RTVA de algún modo implicada. O sea, de repente todo lo que suena con breakbeat, que era algo que estaba sucediendo en todas las ferias de pueblo, todos los ayuntamientos promocionaban el breakbeat, todo eso se cortó. Así le pasó, por ejemplo, tres semanas después a la promotora Rave Art: se plantó la Policía y lo cerró.

Entonces un DJ como, no sé, Jordi Slate, que pinchaba tres veces por noche, un viernes o un sábado, de repente no tiene ni un bolo. Y pasa a cero. De repente, explotó. Se derritieron las alas. Y ahí fue cuando realmente la gente pensó que era música de droga, que mueren chavales y ya no se apoyaba desde lo publico y desde lo local.

También se cuenta en el documental el origen de la palabra y de la idea cani.

Sí. A ver. Está el kinki de los 70 y esto es una derivación noventera, que surge aquí y que creo que marca la estética radicalmente de todo lo que viene a ser hoy Rosalía o C. Tangana. Todo lo que es el trap bebe de la estética cani que nació aquí y del fenómeno breakbeat, el chandal blanco, la cresta, la motillo, anillos por todos lados, los cordones...

Toda esa estética, que marca ahora mismo el presente, es hija directa del breakbeat. Ahora mismo hay un revival del breakbeat entre la gente de 18 y 19 años muy potente. Las principales salas de Granada de Málaga lo están poniendo. ¿Por qué? Porque ya la gente lo valora como algo realmente identitario, como algo nuestro, como algo que realmente hay que defender y que nos diferencia del resto.

Es curiosa esa conexión, de cómo una música entra y como otra música no entra, cómo se conecta eso. Andalucía es una tierra capaz de absorber y de crear a partir de la fusión, tal vez. ¿Cómo ve estos debates recurrentes sobre el purismo?

No hay nada más fusionado y mezclado que Andalucía, incluso que España. La idea de lo español se contradice a sí misma. Entonces, el flamenco viene de un montón de micro raíces, que nadie sabe de dónde provienen prácticamente los ritmos. Y es una música que ha evolucionado a pasos agigantados en los últimos 50 años. Escuchas guitarras de los años 30 y son guitarras de palo con ritmos básicos. El flamenco de los años 30 era algo muy básico. Creo que es algo que realmente se ha profesionalizado a través de grandes músicos prácticamente a partir de los años 60, o sea que tampoco creo que el purismo se haya creado en 40 años.

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