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Iván Ferreiro (Vigo, 1970) ha querido echar la vista atrás. Cena recalentada, su último trabajo discográfico en el que rinde tributo a los seminales Golpes Bajos, es también un regreso a ese "verano de la iluminación" en el que el cuarteto vigués le voló la cabeza al adolescente que era y, de paso, le abrió la puerta a mundos cercanos como The Smiths o The Cure. Tras aquella revelación estival llegarían Los Piratas, la necesidad de crear y de cobrar por ello, también las dudas y los volantazos de un artista que antepone la palabra "movimiento" al de "libertad". Una trayectoria vital, creativa (y pecuniaria) que repasa en esta entrevista.
¿Cuándo enfermó de Golpes Bajos?
Tendría 14 o 15 años. Su música me aplastó, me obsesioné con ellos. Escucharles por primera vez tuvo algo de identitario, se trataba de una música que no había heredado de mis padres, algo generacional, un nuevo sentir. Recuerdo que en Vigo, por aquella época, había un rollo como de modernidad, se estaban haciendo cosas muy interesantes y Golpes llegaron en ese verano de la iluminación. Empecé a escuchar sus discos todos los días antes de dormir. Tenía un radiocasete y lo ponía de almohada porque no tenía auriculares. Todavía recuerdo el disgusto absurdo que me pillé cuando se separaron.
¿Dónde radica lo punk en Golpes Bajos?
"Tocar es maravilloso, pero cobrar por tocar es mucho más maravilloso"
Creo que Golpes, incluso teniendo unas letras si quieres más intelectuales que algunas bandas coetáneas, tenían un mensaje punk muy potente. En su universo hay muy poca esperanza, todo es oscuridad, destrucción... Por otro lado, cuando tocas y cantas el repertorio, te das cuenta de que en sus canciones hay una energía realmente salvaje, es algo muy bestia que está en la esencia de Golpes y que reside no sólo en las letras o en los acordes, sino en la forma de ser tocada.
¿Y cómo es volver a ellos desde la madurez?, ¿cómo se gestiona ese discurso tan claustrofóbico con 48 años?
Tocar este repertorio me ha dado claves para entender mi música. Por ejemplo, la parte trágica que tiene mi propia música, el contraste de escribir melodías hermosas con textos realmente tristes o melancólicos. El día que me tocó grabar las voces lo gocé a muerte, entré en el adolescente que fui, cuando imitaba a Coppini a grito pelado en la playa.
¿Por qué 'Cena recalentada' da título al disco?
Es que en realidad lo que hemos hecho con este disco es recalentar la cena de alguna forma. No estamos revisando algo para cambiarlo, sino que estamos cogiendo lo mismo que ya había y lo estamos introduciendo en nuestro horno particular no sin antes aderezarlo con unas rodajas de algo propio. Por otra parte, Cena recalentada era mi tema favorito de ellos; habla de un chaval que se siente incomprendido y con querer ser un atormentado. Creo que hay una parte de la música que tiene que ver con una sublimación de tus propias inquietudes de adolescente.
¿En qué piensa un músico cuando se sube a un escenario y ha de cantar algo que compuso hace décadas?, ¿en el foco que le apunta?, ¿en la ropa que se dejó tendida?
Yo elijo las canciones que me siguen emocionando. Quizá por ello hay un momento de mi vida en el que empiezo a escribir canciones que van encriptadas, como si escribiera un diario personal que al encriptarlo se convirtiera en el diario de cualquiera. Trato de no escribir en una sola dirección, de hecho hay ciertos temas de mi época en Los Piratas que no puedo cantar porque no existo en la canción.
¿Como cuál?
Me pasó con Años 80 y tuve que dejar de tocarla. Me la podían pedir 1.000 veces si querían que no la iba a tocar. Luego me reconcilié pero hubo un tiempo en el que la detestaba, tardé mucho en volver a entenderme en ella.
¿Se expone mucho en sus canciones?
Creo que a veces se le da demasiada importancia a las canciones, para mí es solo un ejercicio en el que creas algo y puedes disfrutarlo después, algo que es nada y en un momento determinado lo es todo. Es muy importante darse cuenta de que las canciones no son tan importantes, y creo que si eso no lo entiendes como músico puedes terminar perdiendo el rumbo; la vida no son las canciones, son las canciones las que nos hablan de la vida.
¿Es terapéutico para usted componer?
Creo que el arte nos ayuda a escaparnos de la vida y a poder masticarla. Es como si nos permitiese ver la vida desde fuera, por eso yo no escribo canciones cuando estoy hundido en la miseria, sino cuando estoy contento. Cuando estoy muy jodido la canción nunca es buena, quizá porque tiene esa parte de mentira para que la puedan disfrutar otros. Si la canción tiene demasiada verdad, si la emoción es demasiado pura, puede servir para ti, pero no para la gente. Las canciones tristes están para sentirse bien, no escuchamos canciones tristes para deprimirnos.
¿Son su especialidad?
Mi verdadero don es saber acabar las canciones. A veces tardas 10 minutos y a veces 10 años, pero siempre sé cuando algo está acabado y se puede tocar de una manera u otra. Creo que es lo único bueno que tengo; sé cuando la canción está acabada. El resto lo delego, yo no soy un tipo que toque bien casi nada, hago un poco mal todo.
¿Le preocupa dejar de gustar?
"Nunca lo he petado y lo cierto es que no es algo de lo que me sienta orgulloso"
Creo que mis seguidores me premian precisamente por hacer lo que me da la gana. No quiero hacer el mismo disco, y en el momento que me pidan algo así estoy jodido. Pero no se trata de una evolución, prefiero hablar de movimiento. Creo mucho en la libertad del artista, creo que el arte es el único espacio en el que tenemos libertad para ser hijos de puta, cursis, asesinos o astronautas. Si estoy en una fase anarquista de mi vida, tendré que escribir canciones anarquistas, pero eso no significa que tenga razón; hacer canciones no te da la razón, una canción no tiene que ser razonable. Yo defiendo el derecho a no tener razón y a cambiar de opinión en cada momento.
En todo caso, nosotros somos igual que los demás, ni somos más listos, ni somos más inteligentes, ni más cultos, ni más nada... Lo único que hacemos es escribir canciones, y conforme vas escribiéndolas aprendes a hacerlas mejor.
¿Como un panadero?
Sí, por ejemplo. Solo que esto tiene unas implicaciones emocionales y va de reflejarse en el otro, pero a fin de cuentas es un oficio. Mi única responsabilidad con el oyente es hacer un buen concierto, cuando alguien me dice que no me paré a hacerme una foto o que no toqué la canción que me pidieron, yo lo que pienso es que el público tiene derecho a comprar mi disco o decidir no hacerlo, a comprar una entrada para verme en directo o no hacerlo, pero no tiene derecho a nada más. Es importante hacer balance y ver cuáles son las obligaciones que uno tiene que asumir, y lo cierto es que yo no gobierno ni cambio leyes, yo sólo escribo canciones.
¿Teme dejar de sentirse identificado con sus seguidores?
Uno no elige su público y está bien así. A veces cambia y es un riesgo de mi trabajo que consiste en que en cada disco estás siendo juzgado. No hay que comerse el tarro en exceso. Por otro lado, me hace gracia cuando doy una opinión política en Twitter y alguien me dice que va a dejar de escuchar mi música. Me resulta increíble que algunos no sepan de qué lado político estoy, hasta cuando escribo una canción de amor es evidente en qué lado estoy.
¿En qué lado está?
Me considero apartidista, que no apolítico. Mi posición política es estar en contra de los políticos. Tengo muchos oyentes de izquierda y de derechas, hay gente que me sigue que no tiene nada que ver conmigo y lo cierto es que ése es mi orgullo; mi canción no tiene por qué elegir a quién va dirigida. Mi labor es cuestionarme y si no lo hiciera no tendría canciones. Creo que la gente le da demasiada importancia a lo que opinamos los músicos y, si te soy sincero, escucho declaraciones mucho más incendiarias de taxistas y porteros.
Quizá es porque el indie español ha estado tradicionalmente ensimismado...
"Tocar es maravilloso, pero cobrar por tocar es mucho más maravilloso"
Es que uno tiene que cantar lo que le apetezca, yo no estoy obligado a hacer música política ni a escribir canciones de amor, mi única obligación es escribir canciones que me apetezca cantar. He escrito discos que no tienen nada que ver con la realidad porque no estoy conectado con la realidad o no deseo estar conectado con la realidad. Te diré más; cuando uno es joven tiene el derecho a ser un gilipollas, un engreído y creer que su grupo es el mejor. Parece que ahora todos tenemos que ser la hostia y con 20 años tener un posicionamiento político perfectamente estructurado y ya ves a dónde nos llevan esos que dicen tener las cosas muy claras, a los putos extremos de mierda que están destrozando todo.
¿Cree que un músico debe hacer público su caché?
Es muy sencillo; llama a la oficina y pregunta por él. Desde luego yo no le voy a cobrar a una sala en la que caben 600 personas lo que a un Ayuntamiento. En los años 90, después de una década –la de los 80– en la que se hizo mucha política con los conciertos gratuitos, nadie quería pagar una entrada. Prefiero tener a 600 que vienen a verme que a 6.000 curiosos, de modo que voy a tratar de cargar la cuenta del Ayuntamiento de turno todo lo que pueda. Por otra parte, no hay nada de malo en cobrar; recuerdo que la primera vez que nos pagaron por tocar, creo que fueron unas 100.000 pesetas por cabeza, actué todo el concierto con la pasta en el bolsillo, incluso la tocaba de vez en cuando. Tocar es maravilloso, pero cobrar por tocar es mucho más maravilloso.
Yo no soy una persona que haya visto mucho dinero. Este año me ha ido bien y será el primero en el que esté más tranquilo. Nunca lo he petado y lo cierto es que no es algo de lo que me sienta orgulloso, me gustaría decirte que mi casa está pagada y que tengo un puto millón de euros en el banco, creo que no hay nada de malo en ello.
Santiago Auserón ha publicado una nota en la que responde a unas declaraciones suyas en las que decía que Radio Futura eran "una puta mierda" en directo. Dice que hay "un extraño resentimiento" en sus palabras...
No, no hay ningún resentimiento. Hice unas declaraciones en las que quizá fui un poco vehemente a la hora de expresarme. Yo vi dos veces a Radio Futura y no sonaron ni tocaron bien. Pero al mismo tiempo te digo que Radio Futura es uno de los mejores grupos de la historia, un grupo que me ha inspirado como pocos. El día que vea a Santiago le diré que nunca pretendí ofenderle, pero lo que no voy a hacer es entrar a opinar en Twitter sobre esta historia porque creo que es un removedor de mierda.
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