Entrevista a El Hematocrítico"Me gustaría que en el año 2500 la gente hable de Juan Carlos el Campechano, aunque quizás le pegaría más el Bribón"
El Hematocrítico publica ¿Dónde está L-Mérito? junto a la ilustradora Laura Árbol.
Madrid--Actualizado a
Miguel López (A Coruña, 1976) es El Hematocrítico, aunque ha firmado su última publicación con el seudónimo L-Matocrítico. Un juego de palabras que cobra sentido con el título ¿Dónde está L-Mérito? Una historia de ficción basada en hechos reales (Libros del Zorro Rojo), ilustrado por Laura Árbol.
El escritor, guionista, podcaster y hasta hace poco maestro de infantil y primaria se ha inspirado en Wally para plantear un juego real: ¿dónde está Juan Carlos? Pues en Botsuana, Baqueira, Sanxenxo o Dubai, ¿pero en qué lugar concreto? Y, sobre todo, ¿haciendo qué cosa?
Buscar al rey emérito, aunque también a otros personajes famosos, es la excusa perfecta para hacer un irónico repaso a la reciente historia de España. Como colofón, unos satíricos juegos de mesa que pondrán a prueba los conocimientos regios de los lectores.
Estaría bien hacerle una entrevista campechana, pero me temo que procede que sea real.
Me gustaría que en el año 2500 la gente hable de Juan Carlos el Campechano, aunque quizás le pegaría más el Bribón. Curioso nombre para un barco, y eso que el rey depararía muchas sorpresas…
¿Y de su hijo como el Preparado?
El Preparado o el Profesional. Juan Carlos pertenece a una época en la que se valoraba que la gente se alcoholizara en las reuniones o que se acostara con quien pudiera en los viajes de negocios. Un desmadre de conductas que ahora resultan completamente inapropiadas.
En cambio, parece que Felipe no está siguiendo la tradición dinástica y que es más de nuestro tiempo: el rey Borbón de la época políticamente correcta. Da la impresión de que el gen borbón se saltó una generación y ha caído en Los Nuevos Mutantes, con figuras tan prometedoras como Victoria Federica y Froilán.
¿Y a usted que lo llena de orgullo y satisfacción?
Que Libros del Zorro Rojo cuente conmigo para un proyecto como este, porque adoro sus libros infantiles. Sin embargo, querían al Hematocrítico cachondo y bromista de Los Hermanos Podcast o El Hematocrítico de Arte. Como tenía ganas de publicar un libro de humor para adultos, este era el campo de juego perfecto.
A ver cómo se lo toman los padres monárquicos de los niños que leen sus cuentos infantiles…
Con alegría, porque ahora podrán comprar uno infantil para sus hijos y ¿Dónde está L-Mérito? para ellos. Sean monárquicos o republicanos, encontrarán cosas interesantes, porque la figura del emérito trascendió la idea de monarca para convertirse en un icono pop. Es como el tío abuelo que todos tenemos en la aldea, inflándose a carajillos y metiéndole mano a las camareras: "Bueno, son sus costumbres, hay que quererlo...".
Al que se le perdonaba todo.
Se le perdona, porque "¡al tío abuelo no vamos a cambiarlo a estas alturas!".
Aunque ya no está para ciertos trotes.
Le han hecho diecisiete operaciones quirúrgicas, lo que me hizo pensar si habría otro rey por ahí, como el barco de Teseo, reconstruido pieza a pieza. No obstante, está más para trotes que todas las personas de su edad, porque en Emiratos Árabes Unidos tiene un equipo médico increíble. Si un elefante no pudo derribarlo…
En el libro, L-Mérito sale en sus hábitats naturales: Botsuana, Baqueira, Sanxenxo, Dubai... ¿Qué ecosistema le pega más?
Es el nuevo Wally, porque ha estado navegando, esquiando, cazando, debatiendo o nadando por todo el mundo. En todo caso, diría que en Sanxenxo es más feliz. Resulta curioso que esa localidad se convirtiese de repente en un sinónimo de Juan Carlos: zona royal.
De la turistificación a la monarquización.
Es un nuevo concepto: ¿qué haces cuando un rey emérito se muda a tu pueblo? Como también es frecuentado por el presidente emérito, en Sanxenxo se pueden echar las mejores partidas de dominó de la historia. Aunque de paseo no creo que le siga el ritmo a Mariano Rajoy con su power walking: ¡plum, plum, plum, plum!
En el capítulo ¿Disculparme de qué? Ja, ja, ja, no queda claro si Rajoy está caminando o haciendo parkour.
En realidad, está caminando. Pero hay otro político gallego famoso por ahí…
En un yate, junto a Marcial Dorado.
¡Menuda pose de Feijóo junto a su colega de crucero! Más allá de los evidentes, en el libro hay algunos chistes sofisticados que no se pillan a la primera: busca, por ejemplo, a Carrero Blanco sentado en un árbol…
No siempre resulta fácil encontrar a L-Mérito.
A Wally lo identificas por el gorro y el jersey a rayas, pero para representar al rey Juan Carlos hemos elegido sus imágenes icónicas. Hay muchas sorpresas por descubrir, como aquel hijo bastardo de Alfonso XIII que reclamaba el tratamiento de alteza real.
¿Cuál es la sorpresa más loca?
Las hay de todo tipo. Incluso para cinéfilos (los personajes de La escopeta nacional salen cazando con el rey) o fans de la música (desde Raphael hasta las participantes en el Benidorm Fest, como Tanxugueiras o Chanel). Me gusta mucho que Laura Árbol convirtiese a Isabel Díaz Ayuso en Penélope Glamour. ¡Hasta salgo yo!
En el capítulo On The Road no sale la leyenda del rey motero oculto bajo su casco.
En realidad, sale cambiando la rueda pinchada del coche de una mujer. Hace años, había mil leyendas sobre el rey sobre ruedas. En A Coruña, una pintada decía: "El motorista del casco es el rey". Era un mito.
¿Cree que esas leyendas surgían de la nada o eran construcciones para blanquear su figura?
Quizás me inclinaría por la segunda opción. Ahora se ha abierto la veda con este hombre y en libros, pódcast, documentales y reportajes se cuentan anécdotas e intimidades estremecedoras, pero en los noventa no se podía hacerlo. La política era protegerlo, porque así se protegía la monarquía y, por extensión, el país. Hoy se reproducen hasta sus conversaciones con Bárbara Rey.
En la felicitación navideña de la familia real cada vez salen menos miembros.
Menuda papeleta para Felipe... Han tenido que extirpar un miembro gangrenado, porque hizo cosas terribles. Sin embargo, me sorprende que en su día nadie pestañeara cuando aparecían algunas noticias en la prensa. Por ejemplo, pagó una pasta para cazar en Polonia un bisonte en peligro de extinción. Y es un cachondeo que emborracharan a un oso en Rusia para que pudiera cazarlo, algo inaceptable. Sin duda, el elefante de Botsuana fue un punto de inflexión en su carrera: "Bueno, hasta aquí, te has pasado". Las historias de la Casa Real británica no llegan al nivel de asombro de la española. Corinna incluso cuenta que Juan Carlos tenía una quíntuple vida.
Vamos, que al final el rey no ha resultado ser tan simpático.
He llegado a la conclusión de que su personalidad encaja mucho con el signo de los tiempos: el malismo, que va de Ayuso o Almeida —diciendo cosas chungas de Almudena Grandes— al uso de avatares de malotes como Walter White, Tony Soprano o los Peaky Blinders. En plan: "Nosotros decimos las verdades que nadie se atreve". Del mismo modo que él, entre risas, respondió en Sanxenxo [cuando le preguntaron por el origen de su fortuna]: "¿Explicaciones de qué?". Juan Carlos es el monarca Ayuso o el monarca malote.
¿Cómo se lo imagina ahora mismo?
En Emiratos, recibiendo visitas de amigos y amigas que aparecen por allí. Aunque comentan que está aburrido en su cárcel de oro, porque quiere estar en la pomada. En realidad, se trata de una cuestión de edad: Juan Carlos es un viejo al que le gustaría volver a tener cincuenta años y ser un apex predator. Es decir, un superdepredador.
¿Pero haciendo concretamente qué?
Me lo imagino riéndose en un jacuzzi, como Jesús Gil, porque es un hombre disfrutón.
Cambiando de tercio, su producción de libros infantiles (Feliz Feroz, Agente Ricitos…) es ingente. ¿De dónde saca el tiempo?
Cuando ejercía de profesor, desarrollé el hábito de trabajar intensamente en los breves espacios de tiempo de los que disponía. Estoy acostumbrado a currar de una manera muy inmediata.
¿Ha viajado a Corea? Del Sur, me refiero.
Durante el confinamiento, me invitaron a la Feria Internacional del Libro de Seúl a través de una charla virtual, pero no participé. Ahora se va a publicar allí la recopilación El Bosque de los Cuentos (Anaya) y siento curiosidad, porque en una reseña de Rapunzel con piojos me describieron así: "El Hematocrítico, muy querido por todos los niños coreanos" [risas]. Me pareció maravilloso y, al tiempo, un puteo, porque tiene pinta de una gran broma que no me creeré hasta que lo vea.
Una Rapunzel con piojos o un lobito nada feroz… ¿El secreto de su éxito ha sido esa dosis de locura en sus cuentos infantiles? ¿Acaso subvertir la tradición?
Además, en Rapunzel con piojos, el flautista de Hamelín es un perroflauta [risas]. La clave del éxito de mis libros infantiles es el humor. Me cuesta encontrar suficientes comedias para niños pequeños, porque tienden a dirigirse a ellos con una mirada de adulto, ejemplificadora y con moraleja. O, directamente, los tienen entre algodones.
Infantilizándolos.
Claro, cuando hay que mirarlos a los ojos. Después de haber trabajado veinte años con niños, entiendo un poco su lenguaje y tengo la capacidad de comunicarme con ellos hablándoles directamente. Entonces, cuando leen mis libros no sienten que un adulto los está mirando por encima del hombro, sino que un tío intenta hacerlos reír. Yo me lo pasé muy bien leyendo el Súper Humor, Don Miki, El pequeño Nicolás, Astérix...
¿Se aprende más leyendo que haciendo los deberes?
Sin duda. En mi ensayo ¡Escúchalos! Por una crianza con empatía (Paidós), comento que me parece una falta de respeto colonizar el tiempo libre de los niños y las niñas. Ya pasan suficientes horas en el aula como para ocupar las que tienen libres con deberes. Así los estás matando, porque ese es el periodo en el que forman su personalidad.
Y habría que sumar las actividades extraescolares.
Si del colegio van a una extraescolar, luego hacen los deberes en casa y después se acuestan, estamos asesinando a ese chaval, en el sentido de que uno configura su personalidad a partir de lo que le gusta. Yo soy quien soy porque leía, dibujaba, escribía, veía la tele y también me aburría.
¿Aburrirse es bueno? ¿Estimula la imaginación?
Aburrirse es imprescindible, porque hace que te busques la vida. Los niños están demasiado acostumbrados a que los lleven a sitios y les digan lo que tienen que hacer. Cuando no es así, dicen que se aburren, porque les hemos quitado su autonomía. El tiempo libre es suyo, pero nuestra sociedad lo considera una vagancia y desprecia a quien está en su casa sin hacer nada.
O sin producir.
Tenemos que estar todo el tiempo produciendo o comprando. El resto está mal visto.
Los críos no deben ser superhéroes. Para eso ya están los cuentos, ¿no?
Efectivamente. Tienen que sentirse seguros, escuchados, queridos y felices.
Cuando daba clase a niños de infantil, por ejemplo, ya intuía cómo iban a ser de mayores.
He observado que los adultos se parecen más a sus versiones de niños, desde los cuatro hasta los ocho años, que de adolescentes. Creo que la adolescencia es un paréntesis en el desarrollo de la personalidad de los individuos. En el fondo, seguimos siendo ese crío de cinco años. Yo tengo el síndrome del impostor del mundo adulto.
¿Los niños son una fuente de inspiración y una de las canteras de su humor?
Absolutamente. Una de mis ventajas respecto a otros escritores era que yo siempre tenía acceso al último modelo de niño. Porque uno de 2004 tiene un sentido del humor y unos gustos diferentes a otro de 2020.
De hecho, usted ensayó en sus clases el Cuadernito de escritura divertida (Blackie Books).
Hasta el punto de que el Cuadernito es la versión impresa de unas actividades que hacía en el aula.
Un profesor chiflado: ¡entreviste a un espagueti!
Quería que los niños se soltaran mientras escribían para que pudiesen desarrollar su creatividad y sus habilidades narrativas. Y me di cuenta de que las actividades que proponían los libros de textos eran las mismas que ya había hecho yo, nacido en 1976: "¿Cómo ha sido tu verano?", "¿qué quieres ser de mayor?", etcétera.
Entonces descubrí que, si en vez de eso, les preguntaba qué no les gustaría ser de mayor, surgía un brillo en sus ojos. Acostumbrados al sota, caballo y rey, de repente me contaban historias muy interesantes: ¿por qué un niño no quiere ser político?
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