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Haneke retrata la dignidad frente al abismo de la muerte

El director austriaco regresa a la Sección Oficial de Cannes con 'Amour' después de que se llevase el máximo galardón del festival en 2009 con 'La cinta blanca'

PÚBLICO.ES/EFE

El veterano cineasta Michael Haneke ha conmovido en la Sección Oficial de la 65 edición del Festival de Cannes con Amour, una película sobre la vejez. Sobre el amor entre una pareja que comienza a vivir su última etapa, sin dejar que nadie del exterior entorpezca el camino que les queda por recorrer.

Con sus personajes, interpretados por Jean Louis Trintignant, de 81 años, y Emmanuelle Riva, de 85, que apuntan a los premios de interpretación con una historia nada complaciente, Haneke regresa al certamen francés después de que en el 2009 se llevara la Palma de Oro, el máximo premio, con La cinta blanca.

El filme, según explica el director, no pretende crear debate social, sino reflejar un proceso natural al que se enfrentan muchas familias. También la suya. 'Nunca hago una película para demostrar algo. Si llegamos a cierta edad estamos confrontados obligatoriamente con el sufrimiento, el de los padres, los abuelos, otros familiares'. Una película dura en la que la ternura y la dignidad de los personajes, que no se dejan llevar por el giro final de sus vidas cuando ella sufre una parálisis, reflejan el drama de la vida sin eufemismos.

Haneke explica que para los actores y el director es mucho más difícil ver el filme, verse en la pantalla, que hacer el trabajo. 'No tenemos piedad de los personajes' durante el rodaje, el que sufre es el espectador al ver el resultado. 'Nosotros estamos ahí para crearlos de la forma más eficaz. Es un poco romántica la idea de que al hacer un filme trágico y triste, nosotros estamos tristes', zanja.

Y esa forma más eficaz pasa, para Haneken, principalmente por el sonido. El director trabaja más con los oídos que con los ojos, porque, según analiza, le resulta más fácil saber si algo suena falso simplemente escuchando al actor.

Para Trintignant, que ya ganó el premio a la mejor interpretación masculina en Cannes en 1969 por Z, de Costa Gavras, es la primera vez que se siente satisfecho con su trabajo. 'Muy doloroso', 'muy, muy difícil de hacer', pero que ha aportado al actor una 'gran felicidad'. 'Michael es uno de los mejores directores del mundo. Tuve la oportunidad de trabajar con él y me dije que quizás no habría otra', confiesa el artista.

Por su parte, Riva, cuenta que al principio pensaba que no podría meterse en la piel de Anne. Pero que poco a poco entró en el personaje 'de forma natural y con una pasión muy fuerte'. Tanto que no quería dejar de ser Anne cuando se terminaba la toma ('le llevaba media hora recuperarse cada vez', recuerda Trintignant) e incluso dormía junto al lugar de rodaje para estar 'en contacto permanente con él, pero sin ninguna tristeza', no estaba 'destrozada' en la vida real.

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