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Gemma Ruiz: "Las leyes que deroga la extrema derecha impactan en la autonomía de decisión sobre nuestros cuerpos"

Gemma Ruiz
La periodista Gemma Ruiz, durante la entrevista en el Palau Robert. Público

Gemma Ruiz Palà (Sabadell, 1975) es periodista y escritora. Actualmente ocupa el cargo de subjefa de contenidos editoriales en los servicios informativos de TV3, un trabajo que compagina con la escritura. Hasta ahora, Ruiz ha publicado tres novelas: Argelagues (2016), Ca la Wenling (2020) y Les nostres mares (2023), esta última galardonada con el 63º premio Sant Jordi. Conversamos con ella en uno de los despachos del Palau Robert, en el marco del ciclo de entrevistas "En català, molt per llegir, molt per escoltar, molt per gaudir", una iniciativa de Público realizada con la colaboración de la Generalitat de Catalunya.

¿Cómo has vivido ser la primera mujer en obtener el premio Sant Jordi desde el año 2003?

Con la obligación de agradecerlo y mostrar todo el honor que conlleva estar en esta larga lista de celebridades que han ganado premios Sant Jordi, pero también con la obligación de denunciarlo, es decir, de poner el foco en los sesgos de género que no solo pasan a la literatura, sino que pasan en la ciencia, en el mundo de la empresa o del periodismo.

Poner el foco en la falta de paridad y en la reincidencia al despreciar lo que sale de la creatividad y de las aportaciones de las mujeres, que muchas veces es a través de mecanismos sutiles que hacen que se generen muchas resistencias cuando lo denuncias, porque parece que nadie quiere asumir la culpabilidad de hacer una cosa conscientemente.

Son mecanismos muy sutiles. Son de la cultura que nos dice qué valoramos y qué no, qué relato se ha priorizado o prestigiado, qué otro se ha ninguneado. Qué experiencias de vida han tenido el honor de constar en las ficciones en la cronología de la historia cultural humana. Era un poco antipático de hacer, pero era mi obligación como persona que es periodista, que es escritora y que ha estudiado la perspectiva de género y la falta de perspectiva de género en muchos campos, sobre todo los artísticos. No me podía salir gratis ganar el premio. Teniendo todo este bagaje, hubiera sido para mí esconder una cosa que es muy importante de señalar. Sobre todo porque solo cuando se señala pueden empezar a aplicarse los mecanismos de corrección.

'Les nostres mares' acabó siendo uno de los libros de ficción más vendidos durante el día de Sant Jordi 2023. ¿Cómo lo viviste?

Que ganara el Sant Jordi ya era bastante impensable. Me presenté sin expectativas, porque durante 20 años el premio había comunicado que como escritora no era bienvenida. Fue como una broma con mi editor, pero en ninguna parte estaba escrito ni que ganara el Sant Jordi ni que tuviera conexión con tantas lectoras. Si yo tengo ganas de explicar cosas y después aquello no tiene incidencia (que la gente se lo regale, hacerlo leer a los hombres de la familia para que vean de qué cadena de mujeres poderosas vienen…), el libro queda muy corto en el recorrido que deseas. Pero cuando lo tiene, piensas que hay una piedrecita que ha dado en el blanco.

Eres periodista, pero has escrito tres novelas. ¿Cuándo te diste cuenta de que también eras escritora?

"Yo misma me he dado permiso para decir que soy escritora"

Me ha costado mucho aceptar este segundo oficio de pleno derecho. Siento una lealtad muy grande hacia mi redacción, que son los servicios informativos de TV3, donde ocupo el cargo de subjefa de contenidos editoriales. Tenemos la responsabilidad de marcar rigor periodístico y de constantemente formarnos para explicar las cosas con perspectiva de derechos humanos, de género, antirracista. Estamos trabajando también todo el tema de la extrema derecha y el antifascismo.

Como estoy en una posición muy bonita y comprometida, me cuesta darme permiso para decir que también tengo otra profesión, que es la de escritora. Es como el segundo oficio, lo escondo un poquito, pero con el tercer libro ha sido imposible de esconder. Yo misma me he dado permiso para decir que soy escritora.

También te llevas la perspectiva feminista, antirracista y antifascista a tus libros. ¿Qué trasladas del periodismo a la literatura?

Es mi pilar fundamental de formación. El pilar desde donde mirar el mundo de una manera constructiva, detectando lo que no me gusta, lo que hacemos mal y lo que está sesgado; y con los mecanismos de la escritura, tanto periodísticamente como literariamente, señalarlo y contribuir, como mínimo, a empezar un camino para cambiarlo.

Del periodismo me lo llevo todo, es mi base. El entrenamiento con la lengua, los deadlines y la empatía humana, el interés por lo que pasa a los otros. Mis maestros no solo son los libros de las autoras y los autores que he leído, también son mis compañeros de TV3 y de la sección de Cultura. Carolina Tubau, Toni Puntí, Maria Gorgues, Maria Josep Soler, Josep Rovira… son los maestros que me enseñan el oficio, el rigor y la manera de encarar las piezas.

¿Por qué escribes en catalán, Gemma?

"Tengo un catalán de payés familiar muy interiorizado que activa todo mi pensamiento"

¿Por qué respiro el aire de Barcelona cuando vivo en Barcelona? Es una pregunta que no me he hecho nunca, está naturalizada en mi manera de mirar el mundo. Montserrat Roig decía: "escribo en catalán por una serie de razones". La última, decía, "porque me da la gana". Yo me aplicaría su respuesta. Nuestra posición está determinada por el contexto cultural en que nacemos, y desde que he nacido me he mirado el mundo primero desde Sabadell y después desde Barcelona.

Yo me enriquezco con el mundo, pero con lo que más puedo enriquecerlo es con lo que a mí me hace genuina. Tengo un catalán de payés familiar muy interiorizado que activa todo mi pensamiento. No puedo concebir pensar sin toda esta sabiduría de payés que he heredado de las que me han educado. ¿Por qué escribo en catalán? Porque es la manera en cómo pienso, no hay otra.

¿Cómo valorarías la escena literaria en Catalunya ahora mismo?

Estamos en un momento fantástico. Solo hay que ir a las librerías y ver el séquito de escritoras que nos rodean, nos animan y nos dan orgullo. Viví el tramo final de si le daban el premio Booker a Eva Baltasar por Boulder y sentí más emoción que con cualquier Champions. Las traducciones de Irene Solà y de Tina Vallès… estamos viviendo cosas extraordinarias. En pocos meses podemos leer cosas importantes que se están haciendo en todo el mundo.

Decías que llevas tu lengua y tu forma de ver el mundo a las novelas. ¿Crees que esto se pierde a la hora de traducirlas?

Se puede perder algo, pero se ganan otras cosas. Eva Baltasar y su traductora, Julia Sanches, decían que Boulder era una coautoría. Al Booker Prize la mitad de la dotación económica es para la traductora y la otra mitad para la autora. Hay cosas que se pierden, lógicamente, pero hay cosas que se enriquecen. Cuándo he leído Ca la Wenling en inglés, he encontrado cosas que la lengua inglesa tiene que el catalán no y que son soluciones perfectas. En francés, Argelagues tiene una sonoridad más dulce y no tan cortante, que es la que yo usaba. Les nostres mares saldrá el año que viene en castellano y me ha gustado muchísimo escucharme en otra lengua.

Precisamente con 'Les nostres mares' haces un homenaje a las mujeres que sufrieron represión durante el franquismo. ¿Qué es lo que más te interesaba mostrar de aquella generación?

Me interesaba que a todo el mundo le pasara lo que a mí me ha pasado: descubrir que había rechazado o invisibilizado el referente que ha sido mi madre para mí. Somos muchas las que nos hemos referenciado en el padre porque ocupaba un rol social durante el franquismo y la transición, cuando se quiso borrar cualquier huella de los triunfos que habían conseguido las mujeres de la República. Aquella "nueva mujer" que volvía a casa y con una función únicamente reproductiva. Esta era la mentalidad que se aplicaba sobre nuestras madres. Nosotras hemos crecido pensando que no queremos pertenecer a este grupo y que no las reconocemos como referentes.

"Muchas nos hemos referenciado en el padre porque ocupaba un rol social durante el franquismo"

El libro pretende que se vean sus vidas con todos los talentos y subterfugios que cogían con inteligencia para romper el mandato social. Quería ponerlas en valor y que dijéramos que somos del equipo de nuestras madres, que no quisimos formar parte, pero que ahora estamos orgullosas.

En el libro hablas de aborto o de inmigración, temas que continúan vigentes hoy en día. ¿Elegiste explícitamente estas temáticas?

Cuando estudié los 70, estos temas impactaban de una forma crucial: si podían abortar, de qué manera utilizaban anticonceptivos, las maternidades no elegidas, el trabajo… Las leyes tienen un impacto directo en la vida de las personas y las tienes que reflejar si quieres explicar quién eran. A veces hablamos de leyes, sobre todo ahora con el auge de la extrema derecha, que están metiendo baza en muchas instituciones. Ahora se verá la incidencia. Las leyes que cambian y derogan impactan en la autonomía de decisión sobre nuestros cuerpos. Poca broma con lo que el fascismo legisla porque va directo contra ti.

¿Cómo te documentaste sobre los años 70?

He leído mucho y muchas tesis doctorales. Las quiero reivindicar porque están en abierto en Internet. Buscaba los movimientos de liberación sexual y los movimientos de lesbianas en los años 70, la clandestinidad… Aparte de documentales y libros, también tesis doctorales, que hay por cada campo temático que busques.

Todos los personajes son ficticios. Imagino que debió ser un reto para ti.

Sí, porque eran 10. Eran muchos y nunca había hecho una obra tan compleja. Tuve que hacer una Biblia, como aquello que hacen los guionistas de televisión antes de empezar una serie para que todo el mundo sepa qué le pasará al personaje y como interactuará con los otros.

¿Cuál fue tu inspiración para crearlos?

Me fue muy bien el libro de Bernardine Evaristo Mujer, niña, otras. Ella también expone las protagonistas separadamente y algunas las entrelaza. La autora británica fue mi faro.

También conversaste con las amigas de tu madre.

Llegó un momento en que pensé que era periodista, que tenía una fuente primaria y no la podía desaprovechar. Hice unas cuantas cenas que fueron muy bonitas. Ellas estaban pletóricas, tenían ganas de explicarse y yo iba contrastando. Algunas anécdotas reales me han ido bien. Les pedí permiso y la novela está salpicada con algunas historias que me explicaron.

¿Has encontrado mujeres que se hayan visto reflejadas?

Me dicen que se encuentran en trocitos de muchas y que la han regalado tres veces porque la empiezan a leer y piensan que su amiga también lo tiene que hacer. También otras que no se han sentido identificadas porque ven que fueron unas privilegiadas. Hay una minoría de mujeres nacidas a los 50 que pudieron hacer una carrera o elegir qué maternidad querían ejercer. La mayoría, sobre todo de clases populares, tuvieron que cumplir el mandato social de casarse y tener hijos.

¿Qué rol jugaban los hombres?

Los hombres eran espectadores de la lucha obrera y antifranquista, sin ningún tipo de conciencia de la opresión que estaban sufriendo sus compañeras. Luchadoras antifranquistas dicen en documentales que mientras ellos hacían política, ellas tenían que servir el café. Ni los más izquierdosos, ni los más trotskistas, ni los más banderas rojas priorizaron la lucha de las mujeres, que es la mitad de la población mundial y que tiene la potestad de dar vida.

A pesar de los pasos hacia adelante, las mujeres todavía tenemos que renunciar a sueños y propósitos vitales por la maternidad. ¿Eres positiva en este sentido?

Como mínimo hay la conciencia de que los cuidados se tienen que socializar, porque si no penalizan a las mujeres en su carrera profesional. A la práctica, en el día a día, tengo muchas amigas de 40 años que se llevan la carga mental y que hacen doble y triple jornada.

¿Tienes algún proyecto en mente?

Veo en el horizonte una cuarta novela, pero como estudio cosas muy raras y variadas, no puedo decir nada porque no quiero que el lector huya.

¿Seguirá la dinámica reivindicativa y feminista?

Es imposible separarlo de mi posición en el mundo, pero creo que me voy de época. Será un reto, un viaje en el tiempo.

*Aquí pots llegir l'entrevista a Gemma Ruiz en català.

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