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El gabinete de las crónicas maravillosas de Wes Anderson
El cineasta rinde homenaje a 'The New Yorker', a los escritores que publicaron en la legendaria revista, a Francia y al cine francés en ‘La crónica francesa’, un ‘gabinete de las maravillas’ tan virtuoso que puede ser extenuante. La película se estrenó en Cannes y estuvo en San Sebastián.
Madrid-Actualizado a
"Arthur Howitzer, Jr., el reverenciado fundador y editor de The French Dispatch of the Liberty, Kansas Evening Sun, fue hallado muerto, aparentemente de un ataque cardíaco, en sus oficinas ubicadas en Printer's District, Ennui-sur- Blasé, Francia". Los trabajadores de la revista se reúnen para escribir su obituario. Y el recuento de recuerdos que hacen los periodistas, el dibujante, el asesor legal, la correctora de pruebas… se convierte en manos del cineasta Wes Anderson en un precioso ‘gabinete de las maravillas’.
‘La crónica francesa’ –el título original es ‘The French Dispatch’- es una declaración de amor y gratitud a The New Yorker, a su fundador, Harold Ross, y al sucesor de éste, William Shawn, en la que Anderson se deja ver más que nunca, exhibiendo tan manifiestamente su virtuosismo y su exquisito gusto y dominio visual que puede llegar a resultar extenuante o lo contrario, todo depende de la admiración hacia su cine de los ojos que estén mirando.
"El bendito arte del periodismo independiente"
Más o menos fatigosa, la contemplación de la nueva obra de orfebrería que ha hecho el cineasta texano contagia de nostalgia y emoción, sentimientos conveniente compensados con sentido del humor y voluntad estética, y adornados con una galería casi interminable de nombres populares del cine. Bill Murray es, por supuesto, el ‘reverenciado’ editor. Y por la revista desfilan Owen Wilson, Frances McDormand, Jeffrey Wright, Tilda Swinton… rememorando historias de personajes a los que dan vida Benicio del Toro, Léa Seydoux, Timothée Chalamet, Adrien Brody, Mathieu Amalric, Christoph Waltz, Edward Norton, Anjelica Huston…
"Esta es la carta de amor francesa de Wes Anderson al internacionalismo, la cultura y el bendito arte del periodismo independiente", ha dicho la actriz Tilda Swinton, que abre el primer relato de este juego de tesoros periodísticos, de historias dentro de historias, de carteles, imágenes y crónicas, y de referencias de literatura y cine. "Estábamos robando cosas muy abiertamente", reconoce el cineasta.
"El tipo del escritor famoso por publicar"
Ambientada en una ciudad francesa inventada –se rodó en Angulema- y en distintos momentos –entre los años sesenta y finales de los setenta-, por la película se suceden las memorias de tres historias clave en la vida de The French Dispatch of the Liberty, Kansas Evening Sun, en las que se entrevé la presencia de autores reales, como los periodistas Genet, Rosamond Bernier, A.J. Liebling, los esritores Mavis Gallant, James Baldwin o Joseph Mitchell.
"Siempre quise hacer una colección de historias cortas, una película inspirada en The New Yorker y el tipo de escritor que es famoso por publicar, y he pasado mucho tiempo en Francia a lo largo de los años y siempre quise hacer una película francesa y una película relacionada con el cine francés", ha escrito el director en las notas de producción de la película.
Ejercicio de nostalgia
Una crítica de arte (Swinton) da una conferencia en la que cuenta el caso de un pintor excepcional y al mismo tiempo maníaco homicida, en manos de Benicio del Toro, que encontró a su musa y amante en la guardia de la prisión (Léa Seydoux). Ante ellos aparece la codicia en forma de marchante de arte (Adrien Brodi): "todos los artistas venden su arte. Eso es lo que los convierte en artistas".
En blanco y negro, en color, con distintos formatos de pantalla, con la aparición de subtítulos en cualquier rincón de ésta, pasando del drama, por el lirismo hasta la comedia, Wes Anderson abandona a su artista psicópata para encontrarse con los estudiantes radicales de los años sesenta en París en la siguiente historia y, finalmente, recalar en un relato policiaco-gastronómico, donde el actor Jeffrey Wright interpreta a un chef especialista en ‘cenas de policía’ que, en realidad, es un reflejo del real James Baldwin. Al fin y al cabo, el activista y escritor negro también escapó del racismo estadounidense y vivió unos años en Francia.
País al que el cineasta rinde homenaje, lo mismo que a su cine, del que recoge infinidad de referencias para esta película. ‘La crónica francesa’, además, es una reflexión sobre la realidad de vivir lejos de casa, encarnada en estos escritores y periodistas norteamericanos afincados ahora en Ennui-sur- Blasé. Pero la película es sobre todo un ejercicio de nostalgia por algo que sentimos que está despareciendo. "En esta película, la relación con la palabra escrita ocurre en muchos niveles diferentes. Está lo que estás viendo en la pantalla, están los subtítulos, está la textura de la revista y está el valor de la relación con los escritores y con un tipo de escritura que la gente siente que se está perdiendo ahora. El héroe de cada historia es un escritor".
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