Este artículo se publicó hace 14 años.
"El fetichismo tecnológico lleva a la estupidez"
Román Gubern. Escritor y catedrático emérito de Comunicación Audiovisual
Román Gubern lleva años dándole vueltas al futuro del libro, entre otras cosas. Y la conclusión a la que llega a sus 75 años es que se siente más cerca del libro de papel, que del e-book... pero que utiliza Internet y escribe con ordenador. En el libro Metamorfosis de la lectura (Anagrama), ha reunido sus opiniones sobre el paradigma electrónico. Alerta: Gubern coincide con el autor Umberto Eco en considerar que "Internet es una librería desordenada".
¿Por qué augura una larga coexistencia entre el libro de papel y el electrónico?
La primera generación de todas las nuevas tecnologías está condenada a la obsolencia. El libro electrónico todavía es residual. Es como cuando Edison inventó el gramófono y la gente no dejó de asistir a los conciertos en directo.
¿Con qué puede terminar el e-book?
Con el libro dedicado. Creo que el fetichismo tecnológico lleva a la estupidez. Yo no soy un aborigen digital y está claro que mi vinculación estética y emocional está con el libro códice. La lectura de un libro es un placer sensorial.
¿Quiénes son los aborígenes digitales?
Los jóvenes que han creado una cultura del dormitorio. Con un ordenador, una televisión y un teléfono móvil viven su mundo. Pienso que las redes sociales son un patio de vecindad universal que fomentan el narcisismo y el ciberadulterio.
¿Destacaría alguna virtud de los libros digitales?
Que en su interior permiten reunir una biblioteca entera. Son soportes duros como las tabletas de Mesopotamia y tienen la virtud de los palimpsestos medievales que se renovaban constantemente. Pero si se caen, se rompen.
¿Ha utilizado alguno?
Nunca he utilizado un libro electrónico, pero soy parte interesada: ¡Yo soy adicto a los libros y me declino por el papel! Aunque no rechazo Internet, lo que ocurre es que en la Red la jerarquización de la información no existe. Y también está el tema de los derechos de autor...
¿Algún remedio contra la piratería?
España es un país de listillos y los jueces deben arreglar la maraña judicial de los derechos de autor. Las industrias culturales no quieren invertir en algo que no sea rentable. En el último viaje a Nueva York me llamó la atención el cierre de cines y tiendas que vendían películas.
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