Este artículo se publicó hace 2 años.
Escribir una novela bajo los efectos de los psicodélicos: Aixa de la Cruz convierte la ficción en ritual chamánico
Se ha hablado mucho del realismo mágico latinoamericano y de su más renombrado representante, Gabriel García Márquez. Pues ha llegado el momento de hablar de un realismo mágico diferente, escrito por mujeres: Aixa de la Cruz es una de ellas.
Sofia Chiabolotti
Actualizado a
¿Quién dijo que la utopía es solo sueño y fantasía? La producción literaria de las últimas décadas nos ha acostumbrado a que es más fácil identificarnos con la desesperanza de la sociedad distópica que, al contrario de la utopía, refleja un mundo totalitario, violento y amenazante. Afortunadamente, Aixa de la Cruz con su última novela, Las herederas, nos demuestra todo lo contrario. Más allá del sistema regido por las férreas ideologías hay un mundo libre e incluso posible.
Erica, Olivia, Nora y Lis, las cuatro protagonistas de la novela, llegan a la antigua casa de la abuela en una aldea perdida, entre los cerros amarillos de la España vaciada. La abuela se ha suicidado y las cuatro primas indagan entre los recuerdos de una vida, los muebles de madera maciza, las alfombras polvorientas y la tubería goteante. "Están escapando de algo" nos cuenta la autora, "pero no saben hacia dónde escapar. No sé si encuentran una verdadera alternativa, no sé si lo que se plantea al final es una alternativa al sistema o es quedarse a los márgenes para que no te haga mucho daño. Pero intenté trazar con ellas un proceso de búsqueda".
Fue después del confinamiento cuando Aixa y su familia se mudaron a una humilde aldea del norte de Burgos, en una casa espaciosa con amplio jardín. Y fue el contacto con la naturaleza y las plantas medicinales lo que impulsó la redacción de este libro, como nos comenta. "Periódicamente la naturaleza te va trayendo diferentes tipos de analgésicos, antibióticos; incluso estaba rodeada de hipérico que se toma como una suerte de Prozac de hierbas. Fue para mí muy intensa la sensación de estar rodeada de fármacos naturales, y al mismo tiempo dentro de esta farmacopea que tuvieran mucha presencia las plantas alucinógenas".
"Para escribir esta novela tuve experiencias con el LSD. Era la primera vez en mi vida que utilizaba drogas de forma ritual, no en contexto de fiesta", añade. "Mi pregunta era: por qué la tierra juzga que es tan importante que las plantas medicinales y los psicodélicos estén a nuestro alcance. Siempre decimos que no somos capaces de imaginar alternativas al capitalismo, porque es muy difícil salir. Pues, estas drogas te permiten salir, salir de tu imaginario, de tu sistema de creencia. La naturaleza tiene una suerte de estrategia para permitirnos imaginar alternativas al sistema vigente".
Nuevo realismo mágico
Suicidio, enfermedad mental, ciega ideología política, violación y aborto: cada uno de los males de nuestro tiempo se ven reflejados en las cuatro protagonistas desde una perspectiva anticonformista e irónica. Porque si es verdad que las drogas psicodélicas desencadenan los sucesos y dan al relato un giro inesperado, es cierto también que la pluma de Aixa de la Cruz va tejiendo un entramado narrativo sobrecogedor, con el que restituye a la ficción su derecho a existir. Ficción no en el sentido académico del término, sino más bien como ritual mágico o chamánico de autodescubrimiento y superación.
"En la novela lo que sucede", nos comenta la autora, "es que todas acaban curándose no por las injerencias externas farmacológicas, sino por generar un marco discursivo en el que sus experiencias no son consideradas como lo otro, como lo aberrante". "A medida que la magia va entrando en la novela, la idea de los discursos biomédicos sobre la enfermedad mental van saliendo. Y me parece que al final dejar que entren el rito, las drogas de poder y la magia permite que todo eso salga".
"Acarreamos muchas décadas de condicionamiento con la teoría de la serotonina en la depresión, que le daba una forma científica a una condición que es más esotérica e incluso bíblica. Porque creo que el miedo que todos tenemos es que las familias sean sistemas cerrados en los que heredamos roles", añade.
Las mujeres de Aixa nos liberan de nuestras propias cadenas, y lo hacen poniendo entre nosotros y el suceso traumático una distancia irónica, la misma con la que Cervantes forjó a sus personajes. E inesperadamente descubrimos al final que Olivia, Erica, Lis y Nora son de carne y hueso, al igual que los personajes más emblemáticos de la literatura universal. Las herederas somos nosotras, con nuestros traumas, nuestros errores y aspiraciones frustradas. Somos la víctima de violación que no quiere denunciar, el trabajador explotado o el enfermo mental marginalizado. Observamos la vida de reojo sin darnos cuenta de que aunque el rock and roll haya terminado la danza continúa.
La magia que poco a poco va apoderándose de la obra tiene la pretensión generosa de abrirnos hacia otros recovecos de la experiencia humana. Se ha hablado mucho del realismo mágico latinoamericano y de su más renombrado representante, Gabriel García Márquez. Pues ha llegado el momento de hablar de un realismo mágico diferente, escrito por mujeres: Aixa de la Cruz es una de ellas.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.