Este artículo se publicó hace 5 años.
EntrevistaLuis Pastor: "Agradezco a Almeida y su gente que me haya dado un altavoz más grande"
"La cultura está por encima de quién manda en las administraciones", asegura el cantante a 'Público' sobre la polémica por el veto del Ayuntamiento de Madrid a un concierto que celebraba junto a su hijo Pedro Pastor.
Manuel Tapia Zamorano
Madrid-
A Luis Pastor (Berzocana, Cáceres, 1952) no se le pasaba por la cabeza que 44 años después del final de la dictadura franquista el Ayuntamiento de Madrid, gobernado en coalición por el PP y Ciudadanos, decidiera cancelar, por razones ideológicas, un concierto programado hace meses en las fiestas de Aravaca, en el que iba a participar junto a su hijo Pedro.
La polémica desatada, lejos de perjudicarle, le ha devuelto al primer plano de la escena musical y le ha servido para que le lluevan los contratos y para que el público que no le conocía se interese por su legado musical y busque afanosamente en Internet sus canciones más populares.
El “cantautor rojo y obrero”, que hizo del barrio madrileño de Vallecas su refugio personal y sentimental, no entiende la torpeza política de un ayuntamiento que, sin quererlo, le ha proporcionado un enorme altavoz mediático para rebelarse contra lo que considera injusto.
El próximo domingo, los Pastor, arropados por otros músicos, artistas e intelectuales, cantarán en Aravaca, a pesar de la prohibición inicial. Y lo harán en un barrio que en su día acogió las Marchas de la Dignidad y a los mineros asturianos, y que fue calificado por el que fuera alcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano como la “mancha roja” de Aravaca. ¿Qué fue de los cantautores?, la respuesta estará en el escenario de la urbanización Rosa Luxemburgo.
¿Se imaginaba que 44 años después del fin de la dictadura franquista prohibieran un concierto suyo por razones ideológicas?
En estos últimos años ha habido una escalada verbal y de tensión en los tertulianos apologistas de derechas en las televisiones, en la que hemos vuelto a situaciones que creíamos superadas. Hace tres años canté en Fuengirola, ante unas 2.000 personas, en un homenaje que hacíamos a Carlos Cano, y en el que fui contratado por el PP de la localidad. Yo recité la composición Qué fue de los cantautores y advertí al auditorio de que algunas personas no compartirían mis palabras. Cuando iba por la segunda estrofa, unas cincuenta personas empezaron a llamarme “rojo de mierda” y a decirme que aquello no era un mitin. Eso no me ocurría desde el año 1979, cuando yo me retiré. Desde el episodio de “los titiriteros”, y continuando por la “ley mordaza”, ya intuía que podía pasar esto.
Def con Dos, C. Tangana, Luis y Pedro Pastor… ¿Tiene sentido esta cruzada contra los músicos? ¿Qué consiguen con ella sus promotores?
Desde la “ley mordaza” tienen en su mano una carta represiva, de censura, para judicializar todo aquello que no les gusta. Es absurdo judicializar la cultura porque deteriora la convivencia ciudadana. La música, la poesía, la palabra y la cultura están por encima de quién manda en las administraciones.
¿A quién atribuye usted la decisión de prohibir el concierto de las fiestas de Aravaca?
Creo que es alguien que tiene poder en el Ayuntamiento de Madrid y que me ha señalado con el dedo, aunque es absurdo que en el siglo XXI exista este revanchismo político.
¿Cómo fue su reunión con la concejal de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Madrid, Andrea Levy?
Me pidió personalmente que fuera a hablar con ella, pero salí de la reunión sin saber quién dio la orden directa de prohibir la actuación. Ellos echan balones fuera y culpan a la presidenta de la Junta de Moncloa-Aravaca, pero la decisión no viene de esa señora porque me lo dicen así los vecinos que la conocen. Evidentemente, Andrea Levy se ha disculpado y me ha dicho que no comparte esta decisión, aunque como concejala de Cultura se hace responsable de ella y asume el error.
Es verdad que Levy me pareció una persona cercana, que te mira a los ojos, y supongo que representará a ala democrática del PP, que es lo que tendría que ser todo el conjunto del partido, y no los cachorros de Aznar, que campan a sus anchas.
Creo que a ella le disgusta este problema (la polémica por la prohibición del concierto), pero, evidentemente, como responsable política del área, debe señalar o descabezar a quien dio la orden de cancelación. Le dije que quien había tomado la decisión no tenía ni idea de política y era un torpe que merecía que le echaran de su puesto.
¿Qué opinión le merece la coalición PP-Ciudadanos que gobierna el Ayuntamiento de Madrid con el apoyo de Vox?
Decisiones como la de cancelar el concierto de Aravaca pueden ser la tónica del funcionamiento del tripartito allá donde gobiernen. En el fondo, la derecha escora hacia la extrema derecha. Hay realmente unos compromisos para poder gobernar que pasan por acatar de alguna manera el programa de Vox, que significan volver a las cavernas, quitar las autonomías y prohibir todo aquello que no tenga que ver con su ideario del nacional-catolicismo heredero del franquismo.
¿Se actuó de la forma adecuada en la gestión del contrato para su actuación y la de su hijo en Aravaca?
El contrato fue hecho desde la legalidad más absoluta, es claro y está firmado desde hace cinco meses con la empresa que ganó el concurso para la programación de las fiestas. Al día siguiente de la firma del contrato la empresa abonó en mi cuenta bancaria la mitad del caché para cubrirse las espaldas. No voy a emprender ninguna acción legal contra ella porque está formada por profesionales como nosotros. Lo que de verdad importa es la respuesta solidaria de mis compañeros y de gente de la cultura, así como la del ciudadano de a pie que se va a desplazar el domingo a Aravaca, y en concreto a la urbanización Rosa Luxemburgo, que va a estar desbordada de público que vendrá de toda España.
Me imagino que en las últimas semanas habrá recibido un alud de llamadas y mensajes de solidaridad. ¿Cuál le ha llegado más, con cuál se queda?
Lo que más me llena es la solidaridad de aquel ciudadano que se rebela y está dispuesto a ir a Aravaca y a plantar cara a esta afrenta que nos incumbe a todos. Lo que hoy me pasa a mí mañana le va a pasar a otro. Si no salimos a la calle, si no protestamos, si no somos capaces de acabar con la “ley mordaza”, no sabremos defender los derechos que nos hemos dado en estos años de democracia. Hay un retroceso no solo de la libertad de expresión, sino un recorte de muchos de los derechos y conquistas de la ciudadanía y de la clase trabajadora.
Tomándole prestado el nombre de su poema 'Qué fue de los cantautores', yo le pregunto ¿qué va a ser a partir de ahora de los cantautores, después de los ataques políticos que están recibiendo?
Esos ataques no alterarán para nada el camino que muchos jóvenes han emprendido desde la apuesta por una canción y una música que entronca con la crítica, la poesía, la palabra, la cultura y el espejo donde somos capaces de reflejar nuestras emociones y sentimientos. Los cantantes tienen el camino abierto para ser ciudadanos críticos y seguir expresando sus ideas. Hoy en día el cantautor no tiene por qué ser el abanderado y el líder de las causas, como ocurría en los años setenta cuando no había libertad. Cualquier ciudadano puede ser hoy líder y abanderado desde su altavoz porque todos, aunque no sean cantautores, tienen un pequeño altavoz a través de las redes.
Los cantantes tienen el camino abierto para ser ciudadanos críticos
Todo esto acerca también a los jóvenes cantautores a hacer que su música y su poesía incidan sobre la realidad y no sean algo onanista que solo gira en torno al yo, al amor y al desamor. Los cantautores, como movimiento que englobó a la Península Ibérica en los años setenta, no volverán. Hoy somos individuos que, cada uno en su trinchera, hace de la poesía nuestro pan de cada día, somos pequeños francotiradores de versos, de emociones, de sentimientos, de espejos donde reflejar el alma y el espíritu. Y también podemos ser ciudadanos que se rebelan contra aquello que creemos injusto.
Supongo que la actuación del próximo domingo en la urbanización Rosa Luxemburgo tendrá una simbología especial para usted al tratarse de un barrio de trabajadores al que en su día el alcalde José María Álvarez del Manzano definió como la “mancha roja” de Aravaca.
Para mí y para mi hijo Pedro es como tocar en casa porque llevamos años colaborando gratis cuando acogieron las Marchas de la Dignidad o a los mineros asturianos. Nosotros estuvimos allí con nuestras guitarras y nuestras canciones para recibirlos en el mismo escenario donde se celebrará la fiesta del domingo.
Ese día se van a cerrar las casetas del recinto ferial de las asociaciones de vecinos, las del PSOE y Podemos, y quedarán abiertas las de Ciudadanos y PP. Más allá de las prohibiciones, de la censura y del atropello que supone prohibirnos y robarnos el trabajo a mi hijo y a mí, es de agradecer la respuesta de los propios colectivos vecinales, que fueron quienes nos propusieron para ser contratados. Vamos a dar el cante en toda su extensión, haremos un hueco especial a Los Fesser, el grupo que nos iba a sustituir y que declinó hacerlo, y también vendrán muchos poetas, actores, músicos y cantantes.
¿Recuerda algún episodio de censura del que fue víctima en los años setenta y que pueda ser comparable al de ahora?
El primero, y gordo, me ocurrió a los veintiún años, cuando un chico de barrio y un obrero como yo cantó por primera vez en el colegio mayor Chaminade, atestado de universitarios. A las tres de la madrugada, los agentes de la Brigada Político-Social vinieron a buscarme a casa de mis padres y tuve suerte de no estar allí porque, de lo contrario, habría dormido en los calabozos de la Dirección General de Seguridad de la puerta del Sol. También viví la censura en el primer disco que grabé en Barcelona en 1972, en el que tuve que cambiar los títulos de las canciones. Tanto yo como la generación de cantautores estamos acostumbrados a ser señalados con el dedo y a ser perseguidos y prohibidos. Cuando me retiré en 1979, arrastraba el título de ser el cantante obrero de barrio y el más señalado políticamente, por eso esto de ahora ni me quita el sueño ni me pilla de nuevas.
¿Se siente ahora con más fuerza y más ánimos para continuar su carrera como compositor?
Tengo que dar las gracias al señor Almeida y a su gente porque mi altavoz era mediano, pero en este último mes me han dado uno mucho más grande. Había mucha gente que no se acercaba a escucharme y ahora lo hace o se va a Internet a escuchar mis canciones. Ahora también me están contratando más y esta polémica de Aravaca pone en valor nuestro trabajo, que es una obra de años y años, y una obra coherente.
A mis 67 años, tengo mucha fuerza, ilusión y ánimo, y por eso sigo cantando. Gracias a los nuevos conciertos que me han salido podré grabar varios discos este invierno. Junto a mi hijo, he compuesto también un disco de Juan Valderrama dedicado a mujeres poetas y no paro de hacer cosas porque me siento con la fuerza y energía suficientes. Tengo también la seguridad que te da tu trabajo, la madurez que te dan los años y la seguridad con la que subo a los escenarios.
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