Este artículo se publicó hace 4 años.
Elvira Lindo 8MElvira Lindo, sobre el 8M: "No puede haber un catecismo"
Hablamos con Elvira Lindo de su nuevo libro, 'A corazón abierto', y aprovechamos para preguntarle por este 8M.
Madrid-
Elvira Lindo ha escrito "una cosa", como dice ella, y esa indefinición se define como un objeto literario no identificado (OLNI) a medio camino entre las memorias, la autoficción y la novela. "Mira, que cada uno lo llame como quiera", me dice, pero "es literatura", sentencia.
Este OLNI se titula A corazón abierto y es, de entrada, un homenaje a la generación que vivió la posguerra; a aquellos que, "sin queja ni lamento, se concentraron en sobrevivir", a través del relato de la historia de sus padres.
Para hablar de su nuevo libro ha juntado a un puñado de periodistas en una biblioteca pública de Madrid, dentro del Retiro. Mientras habla, enfundada en su traje de escritora librepensadora, al otro lado de los cristales llueve en el jardín de Madrid, poniendo el clima perfecto a este texto que es, por encima de todas las cosas, una reflexión brutal sobre la finitud de todas y cada una de las vidas, un inmenso ejercicio de amor filial a unos padres que ya no están y un trabajo descarnado de búsqueda de verdad.
"Es muy fácil decir que mi padre era machista, como todos los hombres de la época, y mi madre demasiado dócil, pero yo quería comprender más", cuenta a modo de resumen. Al hilo, no rehúye el charco que sabe susceptible de titular: "No me gustaría ver esto en negrita, pero prefiero un machista de la época de mi padre que un machista de ahora. Esta agresividad es algo nuevo". "Hoy vivimos imbuidos de psicología", cuenta, "sabemos mucho más", entonces solo tenían "el orgullo o la culpa", justifica.
"El reto ha sido ponerles a ellos con sus defectos y sus virtudes, pero también a mí. Eso es valentía"; y lo último lo dice flojito, como diciéndoselo a ella misma.
Y es que Elvira Lindo siempre parece segura e insegura al mismo tiempo, en ese equilibrio casi imposible entre poner toda la carne personal en el asador y no salir quemada.
"Mis padres ya no están, pero mis hermanos sí, y son buenos lectores y están contentos", cuenta, y confiesa que para ella eso es más importante que el éxito del libro.
Su objetivo es hablar de una generación, pero no para de hablar de los suyos. Dice que los ha investigado como a personajes históricos, pero no para de contar cosas en la frontera entre lo personal y lo íntimo. Su madre murió cuando era una adolescente y nos revela que lleva hablando con ella desde entonces y que eso a veces: "Uf. Es que tengo que salir de ahí; son monólogos, al fin y al cabo". Y para ahí el relato, como si se arrepintiera de haberlo contado. Pero sigue y dice no poder evitar preguntarse si su madre sería como esas señoras mayores que van al 8 de marzo.
Al final, se confiesa cansada, después de muchos años amamantando este libro, para el que dice llevar toda la vida preparándose. Tiene un coste emocional incalculable. "No quería soltar al bebé", declara. "Fue la editora la que me obligó", relata. "Ahora me siento con el agotamiento de después de una buena carrera" , describe como sensación gráfica.
Al acabar el encuentro, la atraco unos minutos para Público, a solas, y le pregunto si va a ir a la manifestación del 8 de Marzo y me contesta que claro que va a ir, como siempre, que no ha pensado en el coronavirus ni un poco, pero que le "entristece" que este año llegue con el feminismo más dividido que nunca. "Yo creo que las personas que lideran este asunto deberían ser un poco más cuidadosas. Yo voy a la manifestación como una señora que va, no llevo pancarta. Soy feminista de siempre y admito la presencia de quien quiera ir y asumo que cada uno tiene sus ideas diferentes sobre lo que es el feminismo. Creo que no puede haber un catecismo. Es un movimiento demasiado importante y demasiado transversal como para que todas estemos de acuerdo. No se puede estrechar: esto sí, esto no. Creo que tiene que ser un movimiento por la igualdad y que tenemos ideas muy diferentes y lo que eso supone. Yo, por ejemplo, creo que sobre todo tiene que tener un componente social ahora mismo, en un mundo en el que la clase trabajadora, e incluso la clase media, está tan castigada. Yo creo que el feminismo ha logrado sacar a la gente a la calle y las mujeres vulnerables son las que sufren más. Para mí el componente social es irrenunciable de aquello por lo que salimos. Y Patricia Botín, claro que puede ser feminista, pero, cuando te hablo de un componente social, es que yo no tengo en la cabeza diferentes casillas, donde tengo aquí mi parte feminista, aquí mi parte social. Está todo junto y entiendo que las mujeres con pocos recursos son las más vulnerables, así que creo que es ahí donde tenemos que poner el acento. No solamente llegar al poder, sino también en todas esas mujeres que a lo mejor no quieren llegar al poder sino que quieren poder trabajar, tener hijos, una vida digna, poder interrumpir un embarazo; todas esas cosas. Para mí, sobre todo un movimiento para las más vulnerables, pero no excluyo a nadie y entiendo que entre todas nosotras habrá mujeres que tengan el poder. Yo, por ejemplo, el poder que quiero es el de hacer mi vida lo más libremente posible. Ese es el único poder que me interesa", concluye.
Se despide con prisas y justificándose porque cree que esto habría que explicarlo más despacio y nos emplazamos para más adelante.
Ella seguirá con su promoción todo el día, yo me vuelvo al transporte público a llorar con su libro en brazos.
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