Este artículo se publicó hace 5 años.
Netflix'Élite' mete en su coctelera incesto, drogas, culpa… y después la agita con fuerza
Netflix estrena este viernes la segunda temporada de ‘Élite’, un fenómeno a nivel mundial que suma tres caras nuevas a su reparto para inyectarle frescura y tramas.
María José Arias
Madrid-
En Élite, como en las redes sociales, hay mucho de aparentar. Sin embargo, la que estrena este viernes Netflix es una serie en la que al rascar esa superficie de cliché, de arquetipo trillado, queda en evidencia que es eso, sí, y también algo más. Ya pasaba en la primera temporada y se mantiene, como seña de identidad, en la segunda. Y ahí es donde reside ese paralelismo tan presente entre la ficción creada por Carlos Montero y Dario Madrona y el bullir de Instagram, Twitter o Facebook que, como reconoce un parte importante del reparto, no dejan de ser herramientas de trabajo que han de ser manejadas con cuidado.
Quienes mejor lo explican son Omar Ayuso y Miguel Bernardeau. El primero de ellos deja claro en su conversación con Público que, desde su punto de vista, “todo el mundo vive de las apariencias”. Algo que, añade, ocurre tanto en Instagram como tomando cañas en un bar, que las personas tienden a enseñar solo lo que quieren que se vea, una parte. “Al final, es lo mismo [Internet o un bar], pero de otra forma. Yo creo que todo el mundo vive de alguna manera de la apariencia que da. Puede ser más orgánica o menos orgánica, más pretenciosa o menos pretenciosa…”. Y como ocurre con la vida real, “al final los personajes, como las personas, tienen la capa que muestran y luego la capa real”. En descubrirla es donde se reside parte del atractivo de Élite.
Omar Ayuso: "todo el mundo vive de las apariencias"
Para su compañero de rodaje y de entrevista, Aron Piper, las redes sociales no dejan de ser “una herramienta de trabajo de la hostia” que, como señala Bernardeau en otra conversación con un grupo de periodistas españoles, hay que saber manejar. Ese es el verdadero problema de hoy en día, no dejar que “te controlen”. Guzmán en la ficción advierte, en especial a los jóvenes, de su peligrosidad. “No puedes pensar que todo está ahí. Al final eso crea mucho borreguismo y te radicaliza porque está demostrado que a través de algoritmos te regalan lo que quieres oír. Creo que es muy importante que las uses conscientemente y sabiendo específicamente lo que son y que tu mundo está fuera del móvil. O dentro, pero con una búsqueda inteligente”.
Si las redes son un tema recurrente cuando se habla con el reparto de Élite no es solo por el paralelismo entre la vida virtual y la de sus personajes, sino porque su fama (la de los actores) y el impacto de esta serie se puede medir en cierta manera por cómo el número de seguidores de sus perfiles se disparó con el estreno de la primera temporada. Fue la propia compañía de streaming estadounidense quien, en enero de este año, los recogía en un cuadro elaborado para un informe.
Más allá del ruido generado en línea por unos y otros, lo más divertido de Élite es pelar todas esas capas que hay detrás del estereotipo que posibilitan dar cabida a tal cantidad de temas que muestran la auténtica locura que es esta serie. Cada personaje no responde a un solo cliché, sino que aglutina varios haciendo que sea imposible encajarlo dentro de una única etiqueta. Todo cabe, todo se mete. En esa misma línea es en la que se mantienen los tres nuevos personajes, elegidos por sus creadores específicamente para dinamitar su obra e inyectarle cierta frescura en contraposición con el drama en el que viven inmersos los ‘veteranos’ tras la muerte de Marina (María Pedraza). En los dos primeros capítulos del regreso de Élite (los vistos antes del estreno), saltan a la palestra Valerio, Rebeca y Cayetana. El hermano drogadicto y fiestero, la nueva que no es quien aparenta ser y la chica de barrio venida a más. Así se les presenta y así, en un primer momento, es como los vieron Jorge López, Claudia Salas y Georgina Amorós cuando recibieron esas separatas del guion para hacer las pruebas. Después vino lo de pelar el personaje y descubrir qué eran algo más.
Gracias a ellos se introducen nuevos temas conflictivos con la intención de abrir un debate ya de por sí bastante amplio. Sin desvelar demasiado, en sus tramas se cuelan el incesto, el querer pertenecer a una clase social, las drogas, la fortuna conseguida de una manera poco limpia, el abandono parental, el complejo de inferioridad, la necesidad continua de agradar… Y eso solo en los dos primeros capítulos. Los implicados prometen que a medida que avanza la trama central de la desaparición (¿de quién?) y de la búsqueda del verdadero asesino de Marina van aflorando muchas más historias y problemáticas.
Generar debate, ¿el sentido de 'Élite'?
López tiene claro que uno de los valores de esta serie es que “genera debate. Si bien es un producto de diversión, va mucho más allá con el tema que está tocando, con lo que te invita a hacer reflexionar. En mi caso tengo tres misiones con las que me pongo la camiseta: el tema del consumo de drogas, el incesto y la cosa extravagante desde la diversión y los excesos. Desde ese lugar me gusta hacer pensar, que entendamos por qué alguien hace algo como consumir drogas”.
Y si a él le toca todo eso, Ayuso se niega a reducir la trama de Omar “a que es homosexual porque hay mucho más. No es una bandera, pero supongo que el lugar que ocupa mi personaje es el aprender a ser egoísta en el sentido de que tu crecimiento personal está por encima del disgustar o no disgustar a la gente que está a tu alrededor y a la que quieres”. Mientras que para Aron, si “en la primera temporada era la exigencia pura y dura. De esta temporada lo que hay que aprender de Ander es que uno solo no puede cargar con todo”.
Con todo esto lo que se busca es, explica Salas, aprovechar el hecho de que “una serie de ficción y adolescente es una herramienta muy potente” para hacer pensar a la gente. Eso sí, sin decir a nadie qué pensar y sin lecciones de moralidad. No es la inención, aclaran desde el reparto. “Élite es lo que es, lo bueno es que va a crear debate de una forma u otra y eso es lo interesante. Necesito que la vea tanto gente joven como gente adulta, porque el debate real se hace en casa, con tus padres, informándote…”, puntualiza Mina El Hammani, quien cree que, como actores, no pueden acudir al set de rodaje con la presión o responsabilidad de cómo será recibida la serie porque eso haría que su trabajo no fuese “orgánico”.
Claudia Salas: "Una serie de ficción y adolescente es una herramienta muy potente"
Élite la protagonizan un grupo de adolescentes, pero ni su target es exclusivamente ese, ni como han explicado varias veces sus creadores, han intentando hablar nunca su lenguaje. Cosa que sí han hecho otras series teen. Para Bernardeau, “Élite no tiene la necesidad de representar a la juventud. Es muy consciente de lo que es. Crea unas situaciones muy dinámicas, dentro de un grupo de que dentro del primer mundo es elitista del más alto nivel que he visto en mi vida. Es consciente de que es eso. No intenta ser moralista, ni intenta, digamos, darle un sentido de aprendizaje a todo, didáctico. Intentamos ser todo lo sinceros que podemos dentro de esa perspectiva de este grupo de gente tan curioso y tan extremo”.
¿Qué esperar de la nueva temporada?
Tras el impacto y el éxito que supuso la primer entrega, tremendamente adictiva, la segunda partía con un reto difícil de superar. Aún así, todo apunta, visto el arranque, que tiene herramientas para conseguirlo. Además de todos esos nuevos temas que se han incluido y subtramas, están los nuevos alumnos. Para Omar, “la joya es Cayetana”. Para Aron, “Valerio”. Lo que tenían claro los creadores es que debían ayudar a levantar el ánimo en Las Encinas. Y a eso han venido. Valerio dinamitará la relación entre Lucrecia y Guzmán; Cayetana promete estar entre medias de ellos tres y Rebeca ha venido para ponerles las pilas a Samuel y Nadia.
En cuanto a lo que se puede esperar de esa trama central con el caso del verdadero asesino de Marina a resolver para liberar a Nano (Jaime Llorente), poco se puede decir. Si algo tuvo la primera entrega es que al final el culpable resultó ser el menos esperado, el que la mayoría había tachado de sus quinielas casi en primer lugar. “Aquí no hay un misterio tan claro por resolver”, avanza sin dar muchos más detalles Ayuso. Pero “es sorprendente igual”, apunta Piper.
Y sobrevolando a muchos de ellos, la culpa. La del asesino que, como reconoce Álvaro Rico, cuenta con “una mente que es para estudiarla” y que “según avanza la serie cree que puede salir de esta y se va haciendo más fuerte”, pero también la de quienes le encubrieron y de quien señaló a otro. Este es el caso de Samuel. “La culpa es uno de los motores principales que mueven a mi personaje en la segunda temporada. La culpa de que ha metido a su hermano en la cárcel. A raíz de eso se ha creado la necesidad de encontrar al que realmente ha hecho todo esto para sacarle y limpiar su conciencia”, analiza Itzan.
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