Este artículo se publicó hace 13 años.
Edwards defiende la vigencia del humanismo de Montaigne
El premio Cervantes novela los años finales del pensador francés
El filósofo francés Michel de Montaigne, autor de los famosos Ensayos, fue considerado güelfo por los gibelinos y gibelino por los güelfos. Nunca encajó en ningún movimiento ni se adscribió a un dogma concreto. También dijo: "Yo me abstengo", cuando expresó sus dudas ante alguna de las ideas que se manejaban en su época, a finales del siglo XVI.
El escritor Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931), premio Cervantes en 1999, dice sentirse plenamente identificado con la postura del francés. "Los de derechas me consideran de izquierdas y al contrario. Pero es inevitable", reconoce quien sufrió numerosas críticas por atacar el régimen de Fidel Castro en su biografía Persona non grata (1973). Por eso acaba de publicar la novela La muerte de Montaigne (Tusquets), un repaso sobre los últimos años del filósofo lleno de humor y escrito con una prosa chispeante.
"El peor de los fanatismos es el religioso unido al nacionalismo"
La pasión que a Edwards le despierta el francés se asienta en que lo considera "un filósofo muy actual y muy moderno, ya que no toma partido de forma rígida. Él es partidario de una reflexión abierta y no dogmática. Su pensamiento es humanista. Y antes que a Jesucristo, sigue a Sócrates", señala. De ahí que mientras que para el siglo XX Montaigne "estaba desactualizado, ya que fue el siglo de las guerras y las torturas, en el XXI significa todo lo contrario".
Fanatismo ecológicoA pesar de su fe antidogmática, Edwards es consciente de la pervivencia de fanatismos como el "ecológico, que nos puede llevar a la época de las cavernas, a vivir con velas", apunta. Aunque para él los más peligrosos son "el religioso y el nacionalista, ya que juntos dan lugar a organizaciones como Al Qaeda", reflexiona.
"El veto a Mario Vargas Llosa en Buenos Aires fue una estupidez"
Precisamente, sobre los movimientos en los países árabes, el escritor apostilla que no se trata de una revolución basada en el fanatismo islámico. "Es un movimiento de jóvenes que quieren libertad, de mujeres que no quieren llevar velo", sostiene antes de mostrar sus dudas sobre el bombardeo de los países occidentales sobre Libia: "Occidente ha sido cómplice de cosas muy feas y tenían que haber entendido antes que Gadafi era un tirano".
En relación a otras posiciones dogmáticas, más obtusa le parece la que tomó Horacio González, director de la Biblioteca Nacional de Argentina, cuando intentó vetar a Mario Vargas Llosa en la Feria del Libro de Buenos Aires. "Eso fue una estupidez. Quienes le vetaron son pseudo-escritores. Ningún escritor verdadero dijo que Mario no podía ir", opina Edwards, para quien "las ideas no empañan la figura de un escritor".
Tras Montaigne, el próximo trabajo del chileno serán sus memorias. Ya tiene terminado el primer tomo, sobre su infancia. "Y no será tan feliz. También es una etapa dura", culmina.
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