Darío Adanti: "La gran hipocresía de Ayuso y el PP es negar el cambio climático por populismo electoral"
El viñetista reflexiona sobre los peligros del calentamiento global en el cómic 'El meteorito somos nosotros' (Astiberri).
Madrid-Actualizado a
Darío Adanti (Buenos Aires, 1971) se pone serio. Su nuevo cómic, El meteorito somos nosotros (Astiberri), es un ensayo gráfico donde advierte de las consecuencias de la emergencia climática. Sin perder el sentido del humor, se retrotrae al principio de los tiempos para explicar cómo hemos llegado hasta aquí y reflexionar sobre el freno —y la marcha atrás— antes de que sea demasiado tarde.
"No solo es el mayor reto de nuestro tiempo, sino también de la historia de la humanidad", advierte el viñetista, inspirado en lecturas como Colapso (Debate), de Jared Diamond, La amenaza del cambio climático (Taurus), de Tim Flaneery, y La sexta extinción (Crítica), de Elizabeth Kolbert. Quizás su libro ayude a que el lector de a pie contribuya al cuidado del planeta, consciente de que el gran cambio depende de la industria y los Estados.
"Tengo una mala noticia para usted, pero voy a dársela con humor".
El humor es la mejor manera de dar malas noticias, porque ayuda a admitirlas y a la vez genera endorfinas para afrontarlas.
Uno no se ve como meteorito, como si el mal lo provocasen otros y la solución les correspondiese a ellos.
Y, además, situamos el problema en el futuro, como si lo tuviesen que resolver las próximas generaciones. Sin embargo, es un error, porque el problema lo tenemos ahora y lo que hagamos hoy afectará a nuestros descendientes.
Entiende que combatir el cambio climático es el mayor reto de nuestro tiempo, aunque por el camino siempre surgen excusas en forma de crisis económicas, pandemias, guerras…
No solo es el mayor reto de nuestro tiempo, sino también de la historia de la humanidad. Nunca había habido un cambio global tan bestia como este, que afecta a las estaciones, a los recursos, a los alimentos... Porque un clima imprevisible nos aboca a una situación de caos muy peligrosa para la sociedad. De hecho, en España ya tenemos problemas de falta de agua…
Si el nivel de vida que hemos conseguido en los países de la OCDE se basa en los combustibles fósiles, pero al tiempo estos nos hipotecan de cara al futuro, hay que ver cómo lo gestionamos para no perder cierto bienestar. Aunque eso implicaría renunciar a un afán consumista que es insostenible.
El consumo de un porcentaje muy pequeño de la población está afectando a toda la humanidad. La contaminación, además, está relacionada con la desigualdad: el 1% más rico contamina tres veces más que el 50% más pobre, incluso dentro de los propios países de la OCDE.
Los países más ricos deberían hacer un esfuerzo mayor que los países no desarrollados o en vías de desarrollo. Y, dentro de los primeros, a las personas más ricas también les correspondería un esfuerzo mayor. Para eso, necesitamos un Estado que lo regule, porque voluntariamente dudo que lo vayan a hacer.
Ayuso llegó a calificar la emergencia climática como una "gran estafa" y atizó a la izquierda en la Asamblea de Madrid: "No pueden seguir contra la evidencia científica porque única y exclusivamente siempre tienen detrás, en su cabeza, el comunismo".
Es alucinante, porque lo primero que hay que hacer es lograr que todos los partidos admitan lo que dice la ciencia: el calentamiento se nos ha ido de las manos y estamos ante la sexta extinción masiva. Si no lo admiten y el calentamiento global entra en la guerra cultural, estamos perdidos, porque necesitamos a la otra mitad de los países industrializados para que pueda haber un cambio real. Y esto no afecta a la gente de izquierdas o de derechas, sino a todos los ciudadanos por igual, que se verán expuestos a más enfermedades, a la escasez de agua, a la falta de alimentos, etcétera.
Lo terrible de Ayuso es que no solo miente, porque hay evidencias científicas de que el calentamiento global es por causa humana, sino que también niega la conclusión del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático IPCC). Es decir, la gran hipocresía de Ayuso y el PP es que niegan el cambio climático por populismo electoral, cuando el Gobierno español ha ratificado en Naciones Unidas los informes del IPCC. Una mentira electoralista y absolutamente irresponsable, que hace que los pobres vivan peor, también en España. Negarlo es peligroso y criminal. Sin embargo, mentir abiertamente no acarrea ningún castigo político, como vimos con Donald Trump.
¿Ve a Ayuso como un meteorito?
Ayuso es más meteorito que otros [risas], porque no hay nada más peligroso que el negacionismo. No se espera menos de una formación minoritaria ultra, pero que lo diga parte de un partido en el Gobierno da mucho miedo, porque además España es muy sensible al cambio climático. Negarlo es reírse de la gente que está perdiendo su trabajo, su dinero, sus recursos y sus vidas.
¿Cuál es la mejor arma contra el negacionismo?
Es muy difícil luchar contra el negacionismo porque es un recurso psicológico contra algo que les da mucho miedo y que resulta demasiado grande y complejo para entenderlo. Más que pelear contra los negacionistas soft, hay que incentivarlos a que lean información científica y a que analicen algo fundamental: a los grandes poderes políticos y económicos les conviene negarlo, porque no se beneficiarían de un parón de la producción ni de un menor consumo.
¿La pequeña acción de un ciudadano puede ser grande?
Por un lado, no es solo una decisión de país, sino también de región, en la que tienen que intervenir los Estados y la industria. Por otro, hay algo ético en tu acción individual. La tuya concreta no produce un gran cambio, pero sí la de muchos millones de personas. Y también sirve para exigir un cambio en las políticas, para crear conciencia y para cambiar la mentalidad a escala planetaria.
De hecho, urgiría ese cambio de mentalidad y de perspectiva porque algunas medidas para atajar la emergencia climática podrían tener repercusiones económicas.
A partir del neoliberalismo, el capitalismo mutó de una concepción productiva a financiera. De pronto, le quitaron los límites a la libertad de mercado y eso incrementó el calentamiento global. Además, políticamente, se ha vinculado la palabra libertad exclusivamente a la libertad absoluta del mercado. Por ello, cualquier restricción para intentar mitigar el calentamiento global va a tener una incidencia en el consumo, aunque resulte fundamental reducir precisamente la producción y el consumo.
Obviamente va a haber una respuesta en forma de crisis económica. Sin embargo, debemos plantearnos por qué es una ortodoxia que el crecimiento económico se relacione con el bienestar de un país. Ante un decrecimiento de la producción y el consumo, habrá que adoptar otro tipo de valores para cuantificar ese bienestar.
Para ello, son necesarios los pactos de Estado, porque el PIB y otros indicadores no son más que convenciones. No todo el crecimiento es económico, pero debemos concienciarnos y cambiar el chip. En todo caso, desde una perspectiva económica, las pérdidas que ya está provocando la emergencia climática son altísimas y seguirán aumentando.
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