Este artículo se publicó hace 12 años.
Los ciudadanos de Helsinki fuerzan al alcalde a descartar un museo Guggenheim
La mayor parte de los habitantes de la capital finlandesa considera que el proyecto sería demasiado caro para una ciudad altamente endeudada y podría tener un efecto negativo en los círculos artísticos del país
El órgano ejecutivo del consistorio de Helsinki rechazó hoy la propuesta del alcalde, Jussi Pajunen, de construir un nuevo museo Guggenheim en la capital finlandesa, lo que entierra definitivamente el proyecto. El gobierno de la ciudad rechazó la iniciativa por ocho votos contra siete, por lo que la propuesta ya no será tramitada y votada en el pleno municipal del consistorio, como estaba previsto.
El cambio de opinión de Los Verdes, la segunda fuerza política de Helsinki y hasta ahora aliados de los conservadores en el consistorio, fue decisivo para echar por tierra el proyecto del alcalde, ya que sólo un concejal ecologista votó a favor. Los otros tres ediles ecologistas presentes en el gobierno municipal votaron en contra, al igual que los tres concejales socialdemócratas y los dos representantes de la Alianza de Izquierdas y del partido ultranacionalista Verdaderos Finlandeses.
Los medios locales apuntan a que el cambio de postura de Los Verdes, favorables hasta hace poco al proyecto, se debe en parte a una venganza contra los conservadores de Pajunen, después de que estos votaran la semana pasada a la candidata socialdemócrata a la vicealcaldía, en lugar de elegir a la aspirante ecologista.
El proyecto del Guggenheim Helsinki contemplaba la construcción de un museo de 12.000 metros cuadrados en pleno centro de la capital nórdica, especializado en el diseño, la arquitectura y las nuevas tecnologías, con un coste estimado de 140 millones de euros (186 millones de dólares). El alcalde de Helsinki, su principal defensor, confiaba en que el museo de la prestigiosa marca neoyorquina daría una mayor proyección internacional a la ciudad, como sucedió en Bilbao, y atraería el turismo del norte de Europa, principalmente de Rusia y los países ribereños del mar Báltico.
El proyecto contaba con el beneplácito de las dos instituciones que podían vetarlo, la Fundación Solomon R. Guggenheim de Nueva York y el Museo Guggenheim Bilbao, por lo que sólo era necesario el visto bueno del consistorio de Helsinki, algo que parecía asegurado hasta hace pocos meses.
Las críticas de algunos sectores de la vida cultural finlandesa y el rechazo mayoritario de los habitantes de la ciudad llevaron al alcalde hace dos semanas a modificar el proceso de toma de decisiones, aplazando la votación decisiva del pleno municipal hasta otoño de 2013. La mayor parte de los ciudadanos opina que el nuevo Guggenheim sería demasiado caro para una ciudad altamente endeudada y podría tener un efecto negativo en los círculos artísticos del país.
Por ello, el alcalde modificó su propuesta y sugirió crear en primer lugar una fundación encargada de impulsar el proyecto, buscar financiación tanto del Estado como del sector privado y convocar un concurso arquitectónico en los próximos meses. Esta fase del proyecto, que no garantizaba la construcción final del museo, hubiera costado 4,8 millones de euros a las arcas municipales, incluyendo un primer pago a la fundación neoyorquina de 1,5 millones de euros en concepto de licencia y 1,2 millones para costear el concurso.
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