Este artículo se publicó hace 15 años.
Brüno, la sátira contra todos
El cómico Sacha Baron Cohen regresa con un nuevo falso documental que sacará los colores a los biempensantes del planeta
Brüno ha claudicado ante Michael Jackson. Una de las mejores secuencias de la nueva película del cómico Sacha Baron Cohen -cuando el reportero gay austriaco al que interpreta entrevista a La Toya Jackson, sentada encima de un inmigrante mexicano- ha sido eliminada de la versión que se estrenará el viernes "por respeto a la familia Jackson" (y no al mexicano, desde luego).
La decisión de última hora resulta chocante y desproporcionada viniendo del que se vende como adalid de la incorrección política y pesadilla de toda convención social. Un detalle que -nimio para unos, publicitario para otros-, podría desacreditar la nueva arma de sátira masiva del humorista británico que creó Borat.
Ahora bien, no exageremos. Sacha Baron Cohen -junto al director Larry Charles, curtido en la standup comedy americana- ha vuelto a hacerlo. Cargado del humor escatológico y grosero que ya desplegó sin miramientos en Borat, tirando nuevamente del esquema del falso documental y caracterizado como la loca más insoportable, caprichosa, descerebrada e inconsciente aparecida en la gran pantalla, reaparece para reírse de todo y de todos, con la bala apuntando a la homofobia y a los absurdos de la sociedad del espectáculo.
Descerebrados sin fronterasEn ese mundillo, para ser famoso no hay límites. Al menos no para Brüno, y como descubriremos en el filme, tampoco para buena parte de los que quieren formar parte del negocio del espectáculo. El reportero estrella del programa austriaco Funkyzeist -un personaje que Cohen creó, como Ali G o Borat, en un programa satírico de la televisión británica- es capaz de irrumpir en un desfile de Ágatha Ruiz de la Prada en la Semana de la Moda de Milán armado de un traje de velcro.
También de mediar entre palestinos e israelíes en Oriente Medio, intentar que lo secuestre un grupo terrorista palestino o adoptar a un niño en Malawi a cambio de un ipod.
Prácticas que llevaron al equipo de la película a llevar a cabo, como en Borat, un rodaje extremo, que suma encarcelamientos, denuncias y huidas in extremis. Humor suicida, lo llaman, y Sacha Baron Cohen siempre está dispuesto a que le metan una buena tunda.
Brüno, que por momentos recuerda al genial Zoolander de Ben Stiller, quiere ser el austriaco más famoso desde Hitler, una irreverencia de altura viniendo de Sacha Baron Cohen, judío, nieto de supervivientes del Holocausto y doctorado en Historia en Cambridge.
Si Borat -el segundo reportero más famoso de Kazajistán- ya desató la ira por su antisemitismo y su misoginia, al tiempo que escandalizó al gobierno kazajo por la imagen denigrante que daba del país, Brüno ya ha puesto en su contra a colectivos gays de EEUU, que creen que la parodia puede acarrearles más problemas que beneficios.
"Es el tema de siempre: la censura que se enfrenta al humor y la parodia y la risa como antídoto contra determinados discursos", dice Fernando de Felipe, profesor de Historia del Cine de la Universidad Ramón Llull de Barcelona y estudioso del género del falso documental.
Precisamente, el juego de Sacha Baron Cohen es el de la desacralización, el del ataque paródico indiscriminado sin reparar en lo que los códigos sociales marcan como lo risible y lo respetable. Lo hace desde el género desacralizador por definición: el falso documental, ese hijo bastardo de un tipo de cine que supuestamente dice la verdad y nada más que la verdad.
Borat tuvo el mérito de ser el primer falso documental cómico (o mockumentary en su término inglés) de la cultura de masas. La película de Cohen se convirtió en el primer blockbuster derivado de ese territorio marginado de las taquillas llamado documental.
El negocio no fue pequeño. Borat costó tan sólo 18 millones de dólares y la recaudación, sólo en taquilla, ascendió a 260 millones.
Brüno llega dispuesto a repetir la jugada con una fórmula parecida: un reportero de un lugar remotamente conocido para el americano medio llega a EEUU para poner en evidencia las contradicciones e hipocresías de la sociedad occidental.
Para Fernando de Felipe, "Borat es un buen documental de la cultura norteamericana a través de una ficción que imita la forma de un documental". Brüno juega la misma baza.
El encanto del fracasadoAmbos filmes funcionan, según De Felipe, como el reverso del dogmatismo y personalismo de gente como Michael Moore. Del documentalista o reportero estrella. Como Moore o como Morgan Spurlock (Super size me), Cohen explora la figura del klutz, un fracasado que comete errores y que no acaba de dominar la comunicación.
Cohen, sea en la piel de Borat o de Brüno, se asume inepto para poner en evidencia lo absurdo de los códigos moralesde los demás.
En ambos filmes, el actor toma el documental en primera persona y el reportaje etnográfico y los hace trizas, retomando la tradición de un género burlón y autoparódico (el falso documental mencionado) que se remonta a aquel primer falso noticiero radiofónico que conmocionó a Estados Unidos en 1938: La guerra de los mundos, de Orson Welles.
¿Y en España? ¿Empezamos a ver también signos de la explosión del falso documental cómico? "Aquí no ha calado la tradición del documental, por lo tanto es dificil que surja una respuesta cómica", responde De Felipe. Lo más parecido a un falso reportaje de éxito (aunque no de humor, sino de terror) es Rec de Balagueró y Plaza, cuya segunda parte abrirá el Festival de Sitges.
Por el momento lo más similar a un mockumentary producido aquí está en la televisión o en Internet, los dos territorios donde hoy día se experimenta sin decoro y con buen humor. De hecho, por la red circula un falso reportaje que recuerda a la nueva criatura de Cohen: Claudia, del colectivo Venga monjas, parodia de una actriz publicitaria -interpretada por Miguel Noguera-, que se burla de la sociedad de consumo. Los de Venga monjas admiten: "Tenemos ganas de ver Brüno, nos encanta el humor suicida de Cohen. ¡Además Claudia y Brüno llevan la misma peluca!".
Las pieles de SachaAli G
Esta caricatura de un rapero blanco nació en el Canal 4 de la BBC en 2000 como un show de entrevistas disparatadas. Desembocó en un filme, previo traslado del programa a la americana HBO. Aquí Cohen no echa mano del falso documental.
Jean Girard
En ‘Pasados de vueltas’ (2006), Cohen se mete en la piel de un campeón francés de Fórmula 1 al que le vuelven loco los crepes suzette. Se enfrentará a Will Ferrel con gracia, aunque sin llegar a marcarse uno de sus personajes memorables.
Adolfo Pirelli
Una aparición breve pero antológica. Sacha Baron Cohen emula la facha de un torero para caracterizarse como Adolfo Pirelli, el peluquero estafador de ‘Sweeny Todd’ (Tim Burton, 2007), que acabará bajo la navaja de l barbero de la calle Fleet, Johnnie Depp.
Borat
El más peligroso de los personajes de Cohen es Borat Sagdiyev, el segundo mejor reportero de Kazajistán, que recorrerá EEUU en una visita antropológica que desembocará en enamoramiento e intento de secuestro de Pamela Anderson.
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