Este artículo se publicó hace 13 años.
Cine negro para la basura blanca
El director de 'El exorcista' triunfa con una tragicomedia criminal
Dice William Friedkin que Killer Joe, que compite por el León de Oro, es un "cuento de hadas tipo Cenicienta". Una afirmación que crisparía a los hermanos Grimm, dado el argumento del filme: Chris Smith (Emile Hirsch), un camello amenazado de muerte por unos matones, decide contratar a un asesino a sueldo (Matthew McConaughey) para matar a su madre y cobrar el seguro. Todo con la complicidad de su padre. Y el pequeño detalle de que padre e hijo prostituyen a su hija/hermana como pago provisional al asesino. Vamos, lo del zapatito de Cenicienta de toda la vida.
"Mi Cenicienta quiere escapar de su familia y la única solución viable es enamorarse del príncipe... que resulta ser un asesino a sueldo. Bien pensado, no es raro: la mayoría de las mujeres buscan un príncipe azul... y acaban conviviendo con un psicópata en potencia. Yo lo sé bien, que me he casado cuatro veces", espetó un desmelenado Friedkin, director de El exorcista (1973), en la rueda de prensa. Retranca practicada también por Emile Hirsch: "Mi personaje es un chico sin brújula moral, pero en el fondo no tiene malicia, aparte de matar a su madre, prostituir a su hermana y vender drogas a su padre, claro".
La película es un delirante paseo por la América white trash'
Bienvenidos pues al territorio de la tragicomedia negra. Killer Joe está basada en una obra de Tracy Letts, ganador del Pulitzer, que reconoció que el texto "funciona" porque "quiere a sus personajes pese a las cosas terribles que hacen". "Las obras de Letts no te hacen reír cómo lo hacen Abbott y Costello o Roberto Benigni. Es un humor oscurísimo. A veces me río cuando oigo el discurso de un político hablando de lo mucho que va a hacer por nosotros. Me resulta hilarante. Los personajes de Killer Joe no son necesariamente honestos, pero al menos sabes quienes son porque los ves venir", razonó Friedkin.
La película, que transcurre en su mayor parte en una caravana aparcada en algún lugar de Texas, es un delirante paseo por la América white trash. Aquella en la que tugurios de strip-tease ejercen la función de centros culturales y triunfa la versión gringa de la dieta mediterránea: cerveza y grasa a tutiplén (con sabor a alitas de pollo).
"Mi Cenicienta quiere escapar... y se enamora de un asesino a sueldo", dice Friedkin
Killer Joe es una versión lisérgica de la clásica trama negra de los hermanos Coen protagonizada por un paleto perdedor con ínfulas de genio del crimen. Al rol de Emile Hirsch, que sólo intenta salvar el pellejo para poder seguir viviendo en lo más bajo de la escala social, le pasa lo mismo que le ocurriría a Homer Simpson si tratara de matar a alguien: que todo le sale mal y el mecanismo homicida acaba volviéndose en su contra. Killer Joe, con su perfecto equilibrio entre comedia grotesca y drama criminal, hace pasar un muy buen rato al espectador. Aunque no necesario leérselo por las noches a los retoños.
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