BARCELONA
Actualizado:Son casi las once de la noche y termina la actuación de Alt-J en el escenario principal del festival Mad Cool en La Caja Mágica. Solo a unos metros, Green Day se prepara para continuar un show que promete tanta celebración como ingresos a la promotora que lleva el mismo nombre. Es el 7 de julio de 2017 y el acróbata Pedro Aunión acaba de caer desde una altura de 30 metros mientras realizaba una actuación aérea en el intermedio del espectáculo, falleciendo minutos después.
Desde el primer momento, la organización y la familia del artista anunciaron que no harían declaraciones sobre las causas del accidente, pues debían "ser valoradas exclusivamente por las autoridades judiciales". Sin embargo, algunos de los trabajadores consultados por Público han declarado que la gran tormenta previa a la actuación, fue determinante para la organización del festival. "En el montaje había compañeros diciendo que no podían asegurar la seguridad por lluvia y luego lo que hubo fue un fallo de seguridad", explica Irene, trabajadora del Mad Cool entre los años 2016 y 2017.
Cinco años después -el pasado 10 de junio-, el escenario principal del festival O Son do Camiño se desplomaba en Santiago de Compostela, dejando a seis personas heridas, aunque su celebración continuó en pie. Una situación similar a lo sucedido en el O Marisquiño de Vigo en 2019, cuando una de las pasarelas que sostenía al público acabó hundiéndose por falta de mantenimiento. Además, este mismo mes y tras una gran oleada de críticas, el Primavera Sound tuvo que disculparse públicamente por los problemas en los servicios ofrecidos.
Este tipo de acontecimientos vuelven a poner el foco sobre la organización interna de los macrofestivales y siempre abren el mismo debate: ¿son realmente sostenibles? En este reportaje hablamos con trabajadores, sindicatos y promotores de España sobre las condiciones laborales en este tipo de eventos y los cambios tras la reforma laboral. Detrás de la punta del iceberg de la inseguridad y las prisas organizativas, los trabajadores denuncian una realidad atravesada por la explotación y un limbo legal agravado por la pandemia.
Jornadas interminables, desprotección: el día a día en un macrofestival
"Las condiciones laborales en estos macrofestivales son básicamente ninguna", sentencia Juan José Castillo, representante de la Coordinadora Sindical de Trabajadores Músicos (CSTM). En este sentido, cabe destacar que los trabajadores entrevistados por este medio denuncian que no han tenido una jornada cuyo número de horas se encuentre dentro de la legalidad en los festivales señalados.
Juan José Castillo: "Las condiciones laborales en estos macrofestivales son básicamente ninguna"
Pablo es técnico de sonido y conoce de primera mano la precariedad del sector artístico, pues ha llegado a trabajar en salas y eventos más de cuarenta horas semanales con un contrato de cuatro. También ha sido técnico de montaje y cajero en festivales como A Summer Story y Mad Cool desde 2017 hasta el presente. En este último evento, cuenta haber realizado varias jornadas de 12 horas sin descanso. "Hice turnos de seis de la tarde a seis de la mañana de pie, no me dieron ni de comer ni de cenar. No me dieron ni agua. Ni un descanso para mear, ni nada. Si luego venía una inspección laboral te decían que dijeras que habías entrado y salido a equis hora para que cumplieras con las ocho horas", denuncia, explicando que la única comida que recibía era la que le daban sus compañeros. El mismo año del accidente de Pedro Aunión, Pablo explica que tuvieron que esperar horas bajo una tormenta torrencial -con su puesto de trabajo encharcado- a que la organización del Mad Cool les llevara algo con lo que cubrirse.
Situaciones similares describen Irene y Nuria Jiménez, camareras de barra en el mismo festival. "Hacía 40 grados y la peña estaba desmayada, los turnos tú no decides cuantas horas son, puedes currar hasta 12 horas seguidas, en las que tienes un descanso de 10 minutos para comer, el resto estás de pie, puedes ir al baño alguna vez, pero corriendo para que te cubra alguien, y cuando acabas te escoltan a la puerta, no sea que te quedes a ver gratis un grupo que te gusta tras currar 12 horas", cuenta Nuria, que ha trabajado en el evento desde 2018 hasta el presente.
"Yo he hecho turnos de 16 horas hasta tres o cuatro días seguidos y se te revienta el cuerpo", denuncia Irene, incidiendo en que esta misma situación deriva en otros accidentes laborales: "Te dan bajadas de todo tipo porque se te revienta todo y ves desmayos, esguinces, resbalones, vahídos... Compañeros que iban al Samur a por suero y después seguían trabajando. Ni siquiera teníamos agua ni comida en muchísimas ocasiones, es muy difícil que si te pasa algo tengas algún tipo de garantía. La barra nuestra estaba al lado de paneles eléctricos del festival y cualquiera que haya trabajado en barra sabe que se acaba encharcando y es muy peligroso". De la misma forma que el resto de trabajadores entrevistados, a pesar de que algunos trabajan en cocinas y barras con fuego o electricidad, aseguran que no recibían ningún tipo de formación sobre prevención de riesgos laborales.
Estos testimonios ilustran el día a día de festivales de renombre en todo el país. Por ejemplo, Clara Martín (pseudónimo para proteger el anonimato) ha trabajado de cajera, camarera y personal de control de acceso en diferentes eventos como el Sonar desde 2017 y en el Primavera Sound de Barcelona y el Polar Sound de Baqueira Beret en 2022. Indica que su jornada habitual está marcada por la superación de las 8 horas y descansos inexistentes, cortos o muy tardíos "porque no hay personal para cubrirnos o no hay nadie encargado de gestionar nuestros descansos".
Alfonso Martínez Casco, camarero y pinche en el Arenal Sound y en el Festival Internacional de Benicassim (FIB) en Castellón entre 2017 y 2018, explica que trabajaba "a piñón fijo y sin descanso" todos los días de 14 a 17 horas diarias. "En el FIB igual atendía a 50 personas cada cinco minutos y éramos cuatro o cinco personas en barra", cuenta. En su caso, el ritmo frenético del Arenal Sound le llevó a tener un accidente laboral en 2018: "Sacando las pizzas del horno íbamos muy rápido y uno de los trapos que cogí estaba seco. Se me pegaron los dedos a la plancha de metal y se me despegó la piel. Llegué a marearme del dolor pero paré un rato, el Samur me puso un esparadrapo y seguí trabajando", recuerda.
Irene: "Yo he hecho turnos de 16 horas hasta tres o cuatro días seguidos y se te revienta el cuerpo"
A todo lo anterior se le suma una situación generalizada de impagos y retrasos en la remuneración de los salarios, según denuncian los trabajadores consultados. "Tardan más de un mes en pagar, no entiendo por qué, y después siempre cobro menos de lo que había calculado y muchas veces no me entregan la nómina para comprobar cuánto es mi sueldo neto", cuenta Clara, en referencia al Primavera Sound, al Sónar y al Polar Sound. "Como el Arenal Sound fue una mierda y no hubo muchos ingresos, yo sabía que me iban a pagar poco, estuve sin cobrar dos o tres semanas. La remuneración, cuando ves la realidad de trabajar tantas horas, te parece poco", explica Alfonso. En el caso del Mad Cool, Irene indica que siempre ha habido atrasos en los pagos, que se llegaban a demorar hasta tres meses. Además, tras las protestas y los piquetes informativos por el accidente laboral de Aunión, denuncia que muchos de los trabajadores fueron amenazados por sus empleadores con no cobrar, algo que finalmente sucedió, según cuenta.
Además, en el caso de las trabajadoras, estas tienen que confrontar además situaciones de acoso sexual por parte de asistentes al festival durante el desarrollo de su jornada. "Se habla muy poco de la violencia sexual en un entorno en el que hay mucho alcohol y la gente va muy sobrepasada, ahora mismo que la mujer trabaje en barra se prioriza bastante y no existe ningún tipo de protocolo interno ni externo para evitar estos casos o algún mecanismo al que puedas acudir si ya estás en riesgo o te ha pasado algo. Es un infierno", explica Irene, con referencia al Mad Cool. "Un tío me llegó a soltar que me esperaba al terminar el turno. Se lo dije a uno de la empresa, llamaron a seguridad y ya no lo volví a ver. En realidad, no hay información clara sobre lo que hacer, es un poco lo que cada una considere. En situaciones anteriores también me incomodaron pero no dije nada", explica Nuria.
Público se ha puesto en contacto con todos los festivales mencionados y solo ha obtenido respuesta a todas las cuestiones por parte del Sónar y del Primavera Sound. La organización del primero indica que el festival "cumple escrupulosamente todas las obligaciones laborales que impone la normativa vigente", así como la normativa relativa a los riesgos laborales, "tanto en la prevención como en la coordinación con otras empresas relacionadas con la organización del evento".
En la misma línea, desde el Primavera Sound señalan que se lleva a cabo "un estudio pormenorizado de su montaje para establecer procesos seguros de trabajo y cumple con su obligación de informar a todas las contratas y subcontratas, pero también a los terceros en la relación laboral" (o sea, prensa, invitados, concesionarios, entre otros). En este sentido, señala que las empresas contratadas y subcontratadas en el festival han de cumplir todos los requisitos legales para ello, -incluyendo seguros de responsabilidad corporativa certificados de revisiones médicas o renuncia a las mismas, cursos de riesgos laborales, altas en la seguridad social y recibos de autónomos-. "Sin toda esa documentación, los trabajadores no pueden ser acreditados y por tanto no pueden acceder a trabajar al festival. De esta manera se cumple la bilateralidad en la relación de prevención: Primavera Sound informa y se asegura de que los trabajadores son aptos, y las empresas proveedoras reciben la información para adecuar sus procesos y cumplen con formar adecuadamente y equipar a sus trabajadores". Además, en ambos festivales señalan que cuentan con el protocolo No Callem del Ayuntamiento de Barcelona para actuar ante casos de acoso sexual. El resto de organizadores, como el Mad Cool, la promotora The Music Republic -organizadora del FIB y el Arenal Sound-, así como el Polar Sound, no han contestado a las preguntas de este medio.
Presuntas irregularidades en la contratación
Las presuntas irregularidades, denunciadas por empleados, en los procesos de contratación impiden que en el momento en el que el trabajador tiene algún problema pueda reclamar el cumplimiento de sus derechos básicos. De acuerdo con los entrevistados, en la mayor parte de los casos no existe ningún tipo de contrato, sino que participan de manera informal o son obligados a darse de alta como autónomos. "La mayor parte de los contratos que siguen extendiendo las empresas privadas y públicas son contratos de prestación de servicios. Esto es ilegal, porque esos contratos se pueden extender a una empresa, una S. L., pero no a un trabajador, entonces se convierten en relaciones mercantiles y los derechos laborales desaparecen automáticamente", explica Castillo, de la CSTM, quien destaca que esta situación es "absolutamente generalizada" en todo el Estado.
Alfonso: "Sacando las pizzas del horno íbamos muy rápido. Se me pegaron los dedos a la plancha de metal y se me despegó la piel. Llegué a marearme del dolor pero paré un rato, el Samur me puso un esparadrapo y seguí trabajando"
Los entrevistados también señalan que la temporalidad y el modelo externalizador de negocio de los festivales obstaculizan el señalamiento de responsabilidades. Una gran parte de ellos -según aseguran- son contratados a través de empresas externas, por lo que después no pueden exigir responsabilidades al festival, aunque su trabajo se desarrolle en el marco de este. Además, el extendido modelo de patrocinio público-privado también difumina las responsabilidades políticas cuando ocurre un contratiempo en el marco de los mismos. Por ejemplo, en el caso de los incidentes en O Son do Camiño y O Marisquiño, a pesar de que la Xunta de Galicia forma parte del patrocinio de los mismos, señalan a Público que no poseen "ninguna responsabilidad o potestad como organizadores, promotores o colaboradores". Aún así, el gobierno regional activó el protocolo de actuación inmediata enviando al recinto funcionarios del Instituto de Seguridad y Salud Laboral de Galicia, aunque señala que es la Inspección de Trabajo y Seguridad Social quien debe actuar en estos casos.
Algunas de las subcontratas activas y señaladas por los trabajadores, como Wok on Fire Japanese Street Food en el FIB; el Restaurante Ronda de Burriana en el Arenal Sound; MyWorkUp en el caso del Primavera Sound, el Sónar y el Polar Sound; así como Pepe y Lola Crew y ABC Personal en el caso del Mad Cool, han sido consultadas por Público sin responder a las preguntas planteadas. Este medio también se ha puesto en contacto con la Asociación de Promotores Musicales, que ha alegado "no estar disponible" debido al "elevado volumen de trabajo" en esta época de festivales.
En este sentido, desde el Ministerio de Trabajo señalan a Público que a través de las nuevas medidas derivadas de la nueva reforma laboral se mejoran las condiciones laborales del sector, ya que se aborda la temporalidad y "permite encajar a estos trabajadores en los parámetros de estabilidad". Además, en el caso de los trabajadores del sector artístico -incluyendo a técnicos y auxiliares-, en su relación laboral se previene el encadenamiento prolongado de contratos y se contemplan mejoras indemnizatorias. Sin embargo, las mejoras formales aún no se materializan en cambios generales, pues, de acuerdo con la CSTM, los empleadores siguen llevando a cabo prácticas de contratación ilegal. Además, los trabajadores señalan que tanto la estacionalidad y la rotación de empleados como la informalidad y las exigencias del sector, conforman los grandes obstáculos para la organización sindical. "La normativa laboral se incumple sistemáticamente y, como parte de las políticas laborales de los festivales, tú no sacas adelante estos eventos si no te pasas por el forro el Estatuto de los Trabajadores", señala Irene.
"Ahora con la covid parece que están apareciendo sindicatos, plataformas de técnicos para sindicalizarse y demás, pero es bastante nulo. Es un gremio muy difícil de regular. Un bolo o un evento es un evento, tú no puedes hacer ocho horas en un bolo de 15 y luego irte, pero estaría bien que pagaran al menos las horas extra", lamenta Pablo. "No hay cultura sindical y la Administración sabe todo lo que pasa en los festivales. Lo que hay es un colaboracionismo puro y duro, la única inspección que tuvimos duró cinco minutos y fue de risa", explica Alfonso. En este plano, la CSTM indica que, aunque la negociación colectiva es la única solución, la inacción de las empresas es determinante. "La patronal de las salas de conciertos y festivales se niega a sentarse a negociar un convenio colectivo, no quieren en absoluto incorporar las relaciones laborales a sus negocios por razones evidentes. Hay una cosa que se llama leyes y las incumplen todas", señala la CSTM.
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