Buscando la leyenda de Los Planetas, Isaki Lacuesta se encuentra a sí mismo
El cineasta firma una especie de autorretrato en 'Segundo premio', aprovechando un momento en la historia del grupo granadino Los Planetas en los noventa. Protagonizada por músicos, la película fue la gran triunfadora en el Festival de Málaga.
Madrid-Actualizado a
Nada en el cine de Isaki Lacuesta es cien por cien real. Nada en el cine de Isaki Lacuesta es cien por cien ficción. Y no hay nada en el cine español que se parezca a los trabajos de Isaki Lacuesta. En su nueva película, Segundo premio, codirigida junto a Pol Rodríguez y coescrita con Fernando Navarro, el cineasta se retrata a sí mismo, revela los mecanismos de la creación colectiva y la reivindica, se pregunta por los límites de la amistad y la traición, y vuelve a jugar con el cine y la memoria.
"Esto (no) es una película sobre Los Planetas. Es una película sobre la leyenda". Buscando la leyenda, Isaki Lacuesta se ha encontrado un poco más a sí mismo. Tanto que una película que nació de la historia de la banda granadina Los Planetas ha terminado siendo una especie de autobiografía creativa. Un autorretrato que ha brotado del momento, en los años 90, en que el grupo se desmoronaba mientras componía el tercer y mejor álbum de su carrera, Una semana en el motor de un autobús.
Un grupo de músicos –Daniel Ibáñez, Cristalino, Stéphanie Magnin, Mafo, Chesco Ruiz y Edu Rejón– da vida a los personajes sin nombre de esta historia, dividida en capítulos, como si así Lacuesta hubiera compuesto su propio álbum, y en la que se muestra el escenario musical granadino de los noventa. Segundo premio, gran triunfadora en el Festival de Málaga (mejor película, dirección y montaje), es real, es musical, cuenta mentiras "verosímiles", es onírica y también se acerca al documental. Es la película española del año.
"Esto (no) es una película sobre Los Planetas. Es una película sobre la leyenda" es el lema…
Esto lo inventé yo.
Como reclamo es fantástico.
Espero que sí porque soy muy mal vendedor. Sería la primera vez que consigo vender algo bien. Es un lema para avisar al público de que esto no sigue una línea unívoca, objetiva y periodística.
Para empezar, por la memoria, porque cuando hablábamos con ellos (Jota, Florent, May Oliver), todos recuerdan la historia de forma distinta. Vas por Granada y el del bar, el camarero, el taxista… te cuentan cosas que no concuerdan. Al grupo yo les decía: voy a hacer la película con todo el amor y toda la admiración que os tengo.
Al final, ¿ha hecho más una película sobre usted mismo que sobre Los Planetas?
Sí, yo esto ya se lo decía a ellos, que esta película es una autobiografía. Lo que hice fue buscar una intersección entre lo que teníamos en común el cantante, el guitarrista y yo. Intento contar mi vida a través de ello, es una forma de ensancharme y de encontrar cosas mías a las que no hubiera llegado sin proyectarme en otras personas.
"Hay conversaciones en la película que soy yo discutiendo conmigo mismo"
También creo que hay que explicar a los espectadores que los personajes no son literalmente ellos, que son ellos imaginarios. Aquí tenemos la ocasión de contar mentiras y la responsabilidad pasa porque éstas sean verosímiles.
Da la sensación de que usted tiene más en común con el cantante, Jota, ¿es así?
Sí, yo estoy muy con el cantante. Hay conversaciones en la película que soy yo discutiendo conmigo mismo, y en realidad son frases que vienen de entrevistas, de conversaciones reales del comienzo de Los Planetas. El guitarrista también tiene mucha cosa mía, aunque más el cantante. Creo que Pol tiene más del guitarrista.
Una banda desmoronándose, la droga, el abandono de la bajista (May Oliver)... ¿sirven de excusa para hablar de la amistad, de la traición y la lealtad, del trabajo en equipo?
Para mí ambas cosas son lo mismo. Es una película sobre amistad y es una película sobre el trabajo artístico en equipo, el trabajo hecho con amistad. En el cine yo siempre he trabajado así con mis bandas. De hecho, mi banda, por distintos motivos, se disgregó también y me encontré trabajando con una banda nueva.
En los trabajos colectivos necesitas forzosamente del otro, y hay relaciones de dependencia, de amistad rayana en el amor, de frustración, de necesidad mutua. La película habla de esto.
También hay traiciones ¿no?
Completamente. Uno de los capítulos de la película está dedicado a la traición. En estos trabajos la relación de unos con otros es una bendición y una maldición a la vez. Eso es lo que les ha sucedido a Los Planetas, y lo siguen sufriendo tanto como lo gozan.
En mi caso, es parecido. Mis mejores amigos son y han sido mi equipo. Piensas que, si trabajaras con técnicos que no fueran amigos, te quitarías un peso de encima, sentimientos de culpa y sentimientos de deuda, porque con amigos nos debemos tantos favores mutuamente que… Pero en mi caso creo que es inevitable.
Usted ya se había acercado antes a la realidad para convertir en leyenda a los personajes. ¿Va usted buscando la leyenda?
Aquí venía la leyenda ya. Es una mezcla. Creo que la memoria, el cine y esta película al completo funcionan un poco igual, en la mezcla de detalles híper precisos y cosas completamente inventadas. Esa mezcla también tiene mucho de intuitivo, de arbitrario, que creo que eso es el cine y la manera en que nuestra memoria funciona.
¿El mecanismo de la memoria es, entonces, lo que marca la convivencia de realismo con momentos oníricos que está en su cine?
"Hay momentos en los que una secuencia imaginaria está en clave realista"
Sí, y quizás en esta película es donde los dos polos están más extremados. Bueno, en Los pasos dobles… Aquí está lo más expresionista al lado de lo más realista, y a veces ocurre en la misma secuencia que hay algo en clave realista y lo que está ocurriendo es extremadamente imaginario. También hay momentos en los que una secuencia imaginaria está en clave realista. Simplemente he pensado mucho en los Beatles y cómo trabajaban las transiciones.
¿Quiere decir que The Beatles son una de las referencias para la narrativa de esta película?
Sí. En el The White Album de repente se corta de un tema al otro y pasas de estar en una canción country súper suave hasta el extremo contrario. Con Abbey Road es otra cosa, le ponen transiciones y te llevan de la de la mano con transiciones para llegar también al extremo contrario.
En esta película hay momentos en los que jugamos al corte brusco, que es como una bofetada, y momentos en los que hacemos este viaje con los personajes.
¿Usted es o era fan de Los Planetas?
Soy seguidor de Los Planetas. Lo era antes, pero no desde el principio, llegó bastante tarde. En esa época es cuando empecé a trabajar de periodista y escribía muchas crónicas de conciertos. Había escrito sobre El Inquilino Comunista, sobre Morente, Lagartija Nick, Omega… un poco de lo que se suele considerar la órbita del indie.
¿Qué tienen la música y las letras de Los Planetas que sea especial?
Hacían un tipo de música que en España no se hacía y, sobre todo, lo hacían en castellano. Es grotesco, pero el que cantaran en castellano fue polémico en su día. Una controversia absurda que hizo que se convirtieran seguramente en un grupo generacional, porque las letras llegaron con una fuerza distinta, porque eran en castellano y sobre todo por el talento literario de Jota, que es un músico que hace que sintamos que ha pasado de verdad lo que canta.
"Me identifico con Los Planetas y con Morente. Con esa tradición de seguir buscando"
Y era una banda que buscaba nuevas vías… ¿en eso se identifica con ellos?
Por eso están vivos. Y sí, en eso me identifico mucho con ellos. Con Morente y con esa tradición granadina de seguir buscando, porque esto es lo más placentero de todo. Aunque tardé en descubrir a Los Planetas, ahora escucho lo anterior suyo y me encanta, me identifico y es verdad, eso me permite trabajar con formas que no he utilizado antes.
¿Qué hay en 'Segundo premio' que no hubiera utilizado antes?
Para mí hay un cambio desde Un año, una noche, cuando empecé a contar las películas desde dentro de las cabezas de los personajes. La propera pell (La próxima piel) y Entre dos aguas eran un intento de hacer una mirada de lo más invisible posible, que no se notara el trabajo de cámara.
Aquí es intentar meternos en la cabeza de los personajes y contarlo desde ahí. Para mí ese tipo de decisiones, hacer que la cámara no esté a la altura de los ojos, sino picada, dejando aire por arriba, pues contribuye a estas sensaciones de forma muy subliminal. Todo el mundo onírico corresponde a eso también.
¿Por qué decidió que fueran músicos los intérpretes?
Esto venía de Jonás Trueba, que la película era suya al principio. Cuando me contó la idea de hacer la película con músicos, me pareció maravillosa y fue uno de los motivos que me llevaron a aceptarla.
El casting lo hicimos entre músicos granadinos que tuvieran la edad que correspondía a los personajes en la época y que pudieran actuar y tocar. Encontramos a todos menos al cantante y entonces me propusieron a Dani Ibáñez, que es actor, pero tiene su propia banda. Yo les he dirigido como actores. Ellos me enseñaron muchas cosas también de la música, claro, y yo estaba ahí escuchando, corrigiendo, cambiando páginas.
¿Cuál es el nuevo camino que va a recorrer ahora?
Ahora mismo estoy trabajando en una película de ficción que sería la primera que se basa en experiencias de mi vida en los años 80, la infancia y adolescencia. Esto sí que implica un cambio en la forma de trabajar.
He hecho con ello algún cortometraje, pero largometraje va a ser la primera vez. En realidad, es una película que arrastro desde hace cuatro años y se hace realidad ahora. Es un guion con Isa Campo y Fran Araújo, mi vida en Bañolas, el paso de Francia, la adolescencia… y con una pérdida.
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