Este artículo se publicó hace 4 años.
Avío, petricor o jabardillo: palabras que agonizan en la 'España vacía'
Con la despoblación perdemos también un mundo de palabras. Términos que en otro tiempo aunaron territorio, personas y animales. El libro 'Almáciga', a cargo de la escritora y veterinaria María Sánchez, glosa un léxico en peligro de extinción.
Madrid-Actualizado a
Hay palabras que andan moribundas. Las hay que agonizan porque no existe aquello a lo que daban nombre. Ya no quedan chamarileros ni lañadores, oficios que se han perdido porque ya no tienen la función social que tenían. Lo mismo ocurre con tantas y tantas palabras vinculadas al arado o a la siega. Lo que engulle el pasado, deja de nombrarse y si deja de nombrarse, está condenado a desaparecer.
Conforme nuestros pueblos se han ido vaciando, también se ha perdido su riqueza léxica, cientos de palabras que en otro tiempo aunaron territorio, personas y animales, y que ahora vagan anémicas por diccionarios y novelas de viejo. Jañiquín, hocino, errenka, pelúa, jáquima, trancahilo... Son sólo algunos ejemplos de esa muerte lenta que afecta a nuestro léxico, una pérdida irreparable que la veterinaria María Sánchez ha querido poner a buen recaudo.
Lo hace en Almáciga. Un vivero de palabras de nuestro medio rural (Planeta), un libro por el que desfilan algunas de esas expresiones condenadas al ostracismo. Un intento para que vuelvan a ser nombradas; un vivero en el que mimarlas y cobijarlas con nuestros cuerpos y acentos. Sólo así conseguiremos rescatarlas de ese silencio que es el paso del tiempo.
"¿A dónde irán las palabras al desaparecer? ¿Qué ocurrirá con nuestras hablas? ¿En qué se transformarán? ¿Permanecerán latentes dentro de una crisálida a la espera de algún cambio? ¿Se convertirán en marcas y pinturas que dentro de muchísimos años los hijos e hijas del futuro serán incapaces de descifrar?", se pregunta la autora en la web que prevé dar continuidad al libro, un glosario online que se podrá ir actualizando con las palabras que envíen los lectores.
Y así, nos topamos con maravillas como cencellada, que se utiliza cuando el campo amanece teñido de blanco por la helada de la noche. O dorondón, palabra que suena a redoble y que nombra cuando aparece la niebla y hiela en Huesca. También con avío −almuerzo y los útiles que llevan quienes van a pastorear o trabajar al campo−, y con la bellísima petricor −olor que se produce cuando cae la lluvia sobre la tierra seca−, por no hablar de jabardillo, que nombra un conjunto de pájaros poco numeroso que no llega a bandada.
"Esta almáciga quiere ser un punto de encuentro: un sustrato donde las expresiones de nuestro territorio descansen; una semillera para recuperar sus palabras y sus significados, para darles voz y nombrarlas, para que arraiguen entre nosotros y las tengamos más cerca", explica la autora al comienzo del libro. No en vano la palabra almáciga, término que da título al libro, hace referencia al lugar donde se siembran y crían los vegetales que luego han de trasplantarse.
La semilla Delibes
Miguel Delibes, cuyo centenario se celebra este año, es quizá una de las voces de nuestra narrativa que con mayor intensidad ha implementado vocablos de raigambre rural. Tal es así que allá por el 2013 se publicó Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes (Ediciones Cinca), un libro en el que su autor, Jorge Urdiales, recopilaba 329 términos cuya acepción no contempla la RAE y que el autor de La Mortaja utilizó en sus textos.
Este glosario contenía palabras tan curiosas como el zahurdón, que es el conjunto de maleza, espinos, árboles pequeños, zarzas, etc. que forman una especie de pared; el morrete, pico bajo con mucha piedra en la parte superior; el sacavinos, sarmiento que se deja en la parte baja de la cepa para, una vez crecido, plantarlo como cepa nueva; o el acerico, que es la almohadilla que se utiliza para clavar alfileres.
¿Conoces palabras en desuso que se utilizaron en el ámbito rural y que ya casi están desparecidas? ¿Qué palabra es, cómo se usaba y en qué zona geográfica? Si recuerdas alguna, envíanos tu comentario a buzonpublico@publico.es
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