Entrevista a Antonio Navarro Barriga, escritor"Los bebés robados deberían tener más atención de la que se les presta"
Pilar Araque Conde
Madrid-
Antonio Navarro Barriga (La Guardia de Jaén, 1953) acaba de publicar su cuarta novela, El muchacho que no estaba loco (Adarve). Este psicoterapeuta retirado, "sensible" con los temas sociales, cuenta en una entrevista que utiliza los aspectos de la sociedad que le rodean para escribir sus obras. En esta ocasión, esta dinámica no iba a ser diferente.
Por ello, el escritor jiennense escogió la denuncia de los bebés robados en España, una lucha aún abierta y pendiente de repararse, como punto de partida de su nueva novela. "El Estado tendría que dar la cobertura suficiente como para que fuera posible que se encontraran todos los desaparecidos", explica para referirse a los más de 30.000 niños que fueron apartados de sus madres solamente durante la primera etapa del franquismo (hasta 1954), una práctica que se extendió hasta los años 90.
El muchacho que no estaba loco narra la historia de Luis, un joven de 33 años que no pierde la fe por encontrar la verdad, aunque se ponga en tela de juicio su propia salud mental. Y es que, en el texto están muy presentes este y otros problemas cotidianos a pesar de que "todavía la salud mental no es algo que se tome muy en serio", critica.
¿Por qué se decidió a escribir 'El muchacho que no estaba loco'?
Soy muy sensible con los temas sociales. Y, por supuesto, siempre me pongo del lado de los perdedores. Esta historia empezó siendo un relato breve, pero enseguida vi que ahí había una historia en la que había que profundizar un poco más. Había que extenderse, y me pareció interesante desarrollar y meterme con algunos matices; no dejarlo solamente en un matiz, sino avanzar un poco más, e investigar por ahí. Entonces, me pareció que este muchacho, que había sido sustraído a su madre al nacer, pues tenía derecho a encontrar a su madre, a saber quién era y a poder tener su identidad. Al final, saber realmente quién era Luis, y a partir de allí, pues ya surgió todo lo demás.
Dentro de ese amplio abanico de temas sociales, ¿por qué parte de los bebés robados?
Lo he ido siguiendo en la prensa y me parece un tema tan sumamente injusto y tan dramático... El pensar que hay por ahí esa cantidad tan increíble de madres y de hijos que no se han podido y que no van a encontrar seguramente nunca por una decisión tan sumamente arbitraria y maligna como la que tuvo lugar en esa época. Que un médico o una monja o alguien así decida 'esta madre no tiene derecho a tener ese hijo', me parece tan injusto que creo que merece muchísima más atención de la que se les está prestando, sinceramente.
El Congreso tiene pendiente aprobar la primera ley estatal de bebés robados, que tiene como fin investigar las desapariciones forzadas de menores entre 1940 y 1990 en España. ¿Qué opina de que todavía esta sea una cuenta pendiente del Estado con las víctimas?
El Estado tendría que dar la cobertura suficiente como para que fuera posible que se encontraran, independientemente luego de qué decidiera cada uno a nivel individual, ya que igual hay hijos que no quieren ser encontrados o que no quieren encontrar a su madre o a su familia, como también puede haber madres que no quieran encontrar a su hijo. En cualquier caso, yo creo que el Estado debería facilitar esa búsqueda, de darle esa opción, la de saber quiénes son [los hijos sustraídos].
En el libro, el protagonista parece que experimenta algún trastorno de la personalidad cuando decide buscar la verdad. ¿Qué cualidades se necesitan para tomar esas decisiones?¿Quizás un cierto grado de locura?
Hay que ser un tanto atrevido y, sobre todo, valiente porque no sabe con qué se va a encontrar. El protagonista no sabe qué tipo de familia es su familia biológica y no sabe los motivos por los cuales no está con sus padres. Si por locura entendemos enajenación, no saber muy bien qué estaba haciendo, no. Ahora, si por locura entendemos esa valentía y esa osadía de decir 'yo voy a buscar y voy a buscar como sea, por los medios que sea', pues me parece que sí, en ese sentido sí.
¿Merece la pena tomar decisiones arriesgadas para encontrar la verdad aunque a veces no sea lo que esperamos?
No solamente vale la pena, es que yo creo que es una necesidad del ser humano, pues necesitamos saber quiénes somos realmente y claro, en el caso de Luis, es que además se da la circunstancia de que él no fue adoptado nunca, con lo cual, no tiene un referente familiar. Si hubiese sido adoptado, pues ya tiene una familia; ya esa familia de alguna manera le ha dado una identidad. Pero en el caso de Luis, eso no se da.
Entonces, yo creo que es una necesidad vital saber quién eres. Después, puede ser que no te guste o que no sea lo que tú esperas, pero bueno, ahí está. Decir quién soy yo realmente, cómo construyo mi identidad. Si como en algún momento se siente Luis, como algo que ha caído como una gota de lluvia, que está ahí en medio (ni llega a la Tierra ni se queda arriba), entonces existe esa necesidad y yo creo que, a nivel emocional y a nivel de identidad psicológica, es necesaria encontrarla.
En la novela se aborda la precariedad y la salud mental, dos de los problemas más presentes en la actualidad. ¿Cómo de importante es incorporar la crítica social en una novela?
Para mí es importante. Escribir una novela no es solamente escribir una historia más o menos bonita o coherente. Para mí, escribir una novela también es ser testigo de lo que pasa en tu tiempo, recoger todo esos aspectos que, de alguna manera, son los que determinan nuestra felicidad, nuestro estado de ánimo, nuestra salud mental... Tanto en esta novela como en las anteriores procuro tocar todos esos espacios que cada vez parece que pasan más desapercibidos. Parece que ahora buscamos el pasatiempo sin pararnos a profundizar demasiado en las cosas y creo que eso es algo que nos perjudica a todos. El ir demasiado deprisa y el caminar siempre por lo más superficial, al fin y al cabo, empobrece nuestra vida.
También, refleja la respuesta que muchas veces se da cuando se habla de salud mental, que es reducirlo todo a "estar loco". Usted, además, es psicólogo. ¿Considera que se ha roto el tabú para hablar de esta realidad?¿Ha mejorado el trato hacia la salud mental?¿Y los políticos?
Creo que se ha avanzado bastante en ese sentido. Hace años, los psicólogos éramos tratados como loqueros, con un tono un tanto despectivo, y quien iba a nuestra consulta, eran los locos, la gente que no sabía qué hacer con su vida y se entretenían así, pero falta muchísimo por hacer a pesar de que se haya avanzado. Todavía la salud mental no es algo que se tome muy en serio. De hecho, la presencia de psicólogos en la Seguridad Social es mínima, casi irrisoria. Eso significa que no se le da la importancia que tiene.
A nivel general, cuando observamos el comportamiento de una persona y no entendemos muy bien ese comportamiento, tendemos a ponerle la etiqueta de 'está loco o está loca' y, entonces, lo único que hay que hacer es reírse, no hacerle ningún caso, y no tomarse nada de lo que diga en serio. Y yo creo que muchas veces, la salud mental es la consecuencia de una sociedad enferma donde hay individuos que son más vulnerables y, de alguna manera, cargan con la locura de la sociedad, con la patología de la sociedad.
Me parece muy interesante que este tema lo hayan cogido determinados grupos políticos, sobre todo el de Íñigo Errejón [Más País], que es el que más está haciendo hincapié en esto. Me parece muy importante porque cada vez hay más personas que lo están pasando muy mal, ya que tienen esas dificultades de adaptarse a una sociedad sumamente exigente, deshumanizada y bastante cruel con el ser humano. Y, sobre todo, con los que no consiguen triunfar. Hoy en día, triunfar es tan difícil, tan complicado, que lo que hay es mucho fracaso; hay muy poco éxito, excepto esos triunfadores que están de moda, que al fin y al cabo triunfan por no hacer prácticamente nada.
La meritocracia lo llaman...
[Asiente] Entonces sí, ahí creo que hay mucho trabajo por hacer.
Finalmente, de cara al futuro, ¿tiene en mente otro proyecto?
Tengo una novela que ya está terminada; está preparada para la publicación, pero bueno, esperaremos un tiempo prudencial. Es una una novela que, de alguna forma, sale a consecuencia de la primera que escribí, de algún personaje que había quedado por ahí con poca relevancia.
Para anticipar un poco el contenido, es una novela que habla de mujeres y de maternidad, partiendo de una pregunta: ¿todas las mujeres quieren ser madres o hay mujeres que no quieren ser madres? Y, las que no quieren ser madres, ¿son menos mujeres que las que sí quieren serlo? A grandes rasgos, el argumento iría por ahí.
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