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Serie El embarcaderoÁlvaro Morte: "Lo que pretende 'El embarcadero' es quitar los prejuicios a la gente"
Movistar+ estrena hoy la segunda y última temporada de 'El embarcadero'. Hablamos con sus protagonistas sobre qué esperar de ella y de cómo han lidiado con sus personajes sin juzgarlos además de con el malabarismo de tonos, tiempos y géneros.
María José Arias
Madrid-
El viaje de El embarcadero y de sus personajes termina con el estreno hoy de la segunda temporada de la serie en Movistar+. Creada por Álex Pina y Esther Martínez Lobato, esta nueva tanda de ocho episodios se presenta como una temporada espejo de la primera con sus protagonistas colocándose en el punto opuesto a aquel del que partieron, dando la vuelta a su forma de pensar, actuar y ver la vida convirtiéndose en el otro y entendiendo, a base de su propia experiencia, posiciones que antes eran incapaces de comprender o compartir.
Lo expuesto antes tiene mucho que ver con ese paralelismo que Álvaro Morte destaca durante su entrevista con Público entre su personaje, Óscar, y el otro protagonista masculino, el guardia civil al que interpreta Roberto Enríquez, Conrado. “Hay un paralelismo que me gusta mucho entre ellos. Y es que Óscar, que es un personaje que presentamos muerto, de repente vemos lo vivo que ha estado. Y de Conrado, que es un personaje vivo, vemos lo muerto que está y cómo intenta salir de ahí”. Un viaje que se comenzó a ver hace un año y que se completa este viernes.
Y todo esto sin que El embarcadero como serie emita juicios de valor sobre lo que hacen o dejan de hacer quienes habitan su universo. Una forma de enfrentarse a una historia de personajes, emociones, actitudes y comportamientos que obliga en cierta manera a quienes les dan vida a no juzgarles tampoco. Morte reconoce que su manera de abordar a este polígamo que acaba convertido en una víctima más ha sido la de “no juzgarle intentando entender por qué toma estas decisiones, que no tiene que ver con estar de acuerdo o no con las decisiones que toma”. Asegura que antes no era así como actor, que ha cambiado con el paso del tiempo y de los guiones y que ha aprendido a evitar, en primer lugar, “plantearse qué haría yo en esa situación, sino que es algo que hace el personaje”. Después, lo que pone en práctica con Óscar es “hacer un ejercicio que es un ejercicio que a su vez pretende hacer toda la serie: intentar quitar a la gente los prejuicios”.
Para Jesús Colmenar, director y productor ejecutivo, lo que hace El embarcadero es explorar todos esos límites impuestos por la sociedad, la educación recibida, el entorno… y descubrir lo que ocurre cuando se superan esas barreras y “cuáles son los límites para que eso no te devore a ti mismo y acabes destruido”. Parece complicado de realizar y lo es, sobre todo por las arenas movedizas del “diálogo entre emoción y razón, entre lo salvaje y lo domesticado” que Martínez Lobato señala como leitmotiv de la serie. Para Colmenar logarlo se lleva a cabo exponiendo sin más y haciendo que sea el espectador quien tenga que “hacer el ejercicio de juzgar o no, empatizar o no, con los personajes”.
Más thriller y más oscuridad
La primera temporada acaba con Alejandra (Verónica Sánchez) contándole a Verónica (Irene Arcos), la que fuese amante y madre de la hija de su marido muerto, quién es en realidad. En la Albufera se presentó con una identidad inventada y una vez dentro de su vida, de su cama, le confesó quién era provocando que la confianza generada entre ambas saltase por los aires y que ahora se vean obligadas a recoger los pedazos y construir de nuevo su relación. Mientras, y además, unen fuerzas para intentar descubrir si realmente el que fuera su pareja compartida se suicidó o fue asesinado como creen potenciando así el thriller, más presente, dicen sus protagonistas, en estos ocho capítulos.
“La segunda temporada es más thriller que la primera porque vamos a profundizar más en ese misterio de qué pasó con Óscar. La serie se vuelve un poco más oscura y es más thriller en cuanto a género que lo que fue la primera, que era como más romántica y tenía un poso de misterio por debajo”, analiza Colmenar. Este ir y venir entre la batalla de las emociones y resolver la muerte que lo desencadenó todo obliga a los actores a lo que Verónica Sánchez define como “el funambulismo emocional”. Explica la que fuera protagonista de la malograda El caso, que este “es muy el sello Vancouver (productora de El embarcadero), mezclar tonos. Eso lo hace muy difícil pero al mismo tiempo muy interesante de ver y, como actriz, lo más interesante para trabajar. Es muy rico el tener que estar en esa verdad y en esa naturalidad pero al mismo tiempo incorporar la acción y el thriller”.
De ahí, de esa mezcla de tonos y ritmos y de esos viajes entre presente y pasado de los personajes, que el montaje sea tan importante en El embarcadero. Ya lo destacó Pina durante la presentación de la primera temporada, y Arcos incide de nuevo en esta. “El montaje es muy importante y me gustaría destacar el trabajo de los montadores. Hacen un trabajo excepcional a la hora de componer este puzzle (…) que requiere de un espectador muy activo” para no perderse.
Avanza Martínez Lobato que con esta temporada final consiguen “dar respuesta a todas las preguntas que planteamos al principio de la serie y hacer que todos los personaje estén en el lugar absolutamente contrario en el que empezaron”. Un final que ni siquiera los actores conocían de inicio. “Cuando trabajas con Álex Pina no sabes nada de nada. Empiezas a trabajar con uno, con suerte con dos guiones, y nunca sabes lo que va a pasar. Pero esto es muy interesante. De la misma forma que yo hoy por hoy en mi vida, sabiendo cómo soy y teniendo mi vida conformada, no sé si mañana voy a atravesar una tragedia que me dará la vuelta al cuerpo completamente y de repente encuentre un nuevo Álvaro”, explica Morte. Y eso, precisamente, es lo que les ocurre a prácticamente todos y cada uno de los personajes de El embarcadero.
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