Este artículo se publicó hace 5 años.
Adivina adivinanza, ¿qué escondió Velázquez en 'Las Meninas'?
Andrés Sanz convierte en un thriller sin respuestas las contradicciones y misterios que rodean a ‘Las Meninas’. La película ‘El cuadro’ reúne a los máximos expertos del mundo en este lienzo para concluir que la mente del genio está todavía por descifrar
Madrid-
“Del Prado salvaría el aire contenido en Las Meninas”, sentenció Salvador Dalí hace ya mucho tiempo. Hoy, en el siglo XXI, 360 años después de que Velázquez pintara uno de los cuadros más admirados y estudiados del planeta, los expertos –son muchos, algunos han dedicado su carrera a esta obra– siguen sin ponerse de acuerdo. Y el director Andrés Sanz ha aprovechado esas contradicciones y todos los misterios que rodean esta pintura para construir un apasionante thriller sin respuestas.
En la película El cuadro, Sanz ‘interroga’ a algunos de los mayores especialistas del mundo en Las Meninas para concluir que los interrogantes alrededor de los personajes, su disposición en el óleo, el momento en que Velázquez lo pintó, las intenciones de éste… son inagotables. Tanto como el placer de descifrarlo y, por supuesto, de observarlo.
Presentada en la 64 Seminci de Valladolid y reconocida con una Mención Especial del Jurado, la película comienza con la imagen misma de la intriga. Eusebio Poncela se agacha para mirar por el ojo de una cerradura lo que sucede tras una puerta, donde se encuentran Las Meninas. Allí al otro lado, las ‘declaraciones’ de los interrogados se contradicen. El hispanista e historiador del Arte de la New York University Jonathan Brown dice que ha dedicado “sesenta años de mi vida a estudiar y escribir sobre esta obra de arte” para confesar al final de este relato que Velázquez “se lo está inventando todo”.
"¡Menudas ocurrencias!"
“En Las Meninas parece todo muy obvio, pero muy pronto empiezas a ver misterios”, asegura el crítico e historiador del Arte recientemente desaparecido Francisco Calvo Serraller, a quien está dedicada la película y que defiende que el pintor sevillano vivía con una obsesión en su cabeza, la de que “ser artista significaba algo superior” y que esta obra era un empeño por demostrarlo.
Velázquez pintó Las Meninas en cuatro meses. Una hazaña. Terminó la obra en diciembre de 1656 en el Alcázar de Madrid. Es un retrato de la infanta Margarita de Austria, acompañada por sus meninas (sirvientas). En el lado izquierdo del lienzo el artista se autorretrata pintando un cuadro que no se ve. Al fondo, José Nieto, aposentador de la reina, aparta una cortina de una puerta dejando entrar una luz. Un espejo al final de la estancia dejar ver el reflejo de las figuras de los reyes –Felipe IV y Mariana de Austria-. Los personajes situados en primer plano están representados a tamaño natural. Algunos miran a los ojos del espectador.
Pero ¿en realidad, qué quería pintar Velázquez? Mientras unos aseguran que el sevillano estaba contando una historia en este lienzo, otros están convencidos de que no es más que una simple pintura. Manuela Mena, historiadora del Arte y jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII del Museo del Prado hasta su jubilación el año pasado, afirma que en el cuadro “es todo una invención para representar a la infanta Margarita (…) El rey hace pintar un cuadro en el que Margarita es la heredera”.
Ante ello, Svetlana Alpers, historiadora y crítica de Arte, sentencia rotunda: “No me lo creo”. Y Jonathan Brown, exclama: “¡Menudas ocurrencias! Utilizar un cuadro para anunciar un cambio de dinastía es impensable”.
¿Una sesión de fantasmagoría?
Las teorías de la artista Eve Sussman, autora de 89 Seconds at Alcázar; del pintor Antonio López, el editor e ingeniero Valentín J. Alejándrez; Javier Portús, jefe de Conservación de Pintura del Prado; Keith Christiansen, jefe de Conservación de Pintura Europea del Metropolitan Museum of Art; el arquitecto Antonio Sáseta, el escritor Félix de Azúa; Jaime García-Máiquez, del gabinete documentación técnica del Prado; Enrique Quintana, coordinador-jefe de restauración del Prado; Maite y Rocío Dávila, restauradoras de Las Meninas en 1984, y Michael Gallagher, director de Conservación y Restauración del Metropolitan Museum of Art, van sucediéndose en la película, junto a las de los críticos e historiadores mencionados, a los que se unen otros colegas, como Fernando Marías, José Manuel Cruz Valdovinos, Matías Díaz Padrón y Joaquín Gállego.
Un plantel de lujo para determinar que los misterios de Las Meninas siguen sin desentrañarse. ¿Por qué Velázquez se pintó la Cruz de Santiago en el pecho en 1656 si el rey no se la concedió hasta tres años después? ¿Cómo es posible que un pintor apareciera en un retrato con los reyes (en esa época los artistas no tenían esa categoría)? ¿Se sostiene la teoría de los espejos o el cuadro es, como defienden algunos, una sesión de fantasmagoría o nada de ello? ¿La escena es o no es una visita de la infanta y sus meninas al estudio del pintor?
Más allá de lo que dejó escrito Antonio Palomino, que llegó a la corte real tras la muerte de Velázquez, la verdad es que, como afirma Sáseta, “la comprensión de la mente del genio no es algo fácil para los simples mortales”, por tanto, en palabras de Manuela Mena: “No vamos a poder llegar a la verdad". “Nunca se acaba de descifrar el enigma ni el placer de mirarlo”, confirma Antonio López. Pero… y si como dice Keith Christiansen, “nos dicen que es un cuadro misterioso… pero ¿y si no lo es?”
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